Asia constituye el epicentro de la globalización. Es allí donde este movimiento, acosado en otras latitudes, encuentra sus mejores oportunidades de relanzamiento. Es allí, igualmente, donde una potente clase media en ascenso le garantiza las mejores posibilidades de expansión. Se estima que para 2050, la economía de China será mayor que todas las economías occidentales juntas y que la de India igualará a la de Estados Unidos (The Retreat of Western Liberalism, London, 2017).
Asia constituye el epicentro de la globalización. Es allí donde este movimiento, acosado en otras latitudes, encuentra sus mejores oportunidades de relanzamiento. Es allí, igualmente, donde una potente clase media en ascenso le garantiza las mejores posibilidades de expansión. Se estima que para 2050, la economía de China será mayor que todas las economías occidentales juntas y que la de India igualará a la de Estados Unidos (The Retreat of Western Liberalism, London, 2017).
Sin embargo, es también en Asia donde se ubican las mayores amenazas a la paz mundial. En ningún otro lugar, crecimiento económico y riesgo de guerra se entrelazan a tal punto. Entre 1980 y 1990 las importaciones de arma de ese continente aumentaron del 15% al 41% del total global. Incluso Singapur, Indonesia y Malasia, paradigmas de estabilidad y crecimiento económico, incrementaron sus adquisiciones de armas, entre 2000 y 2014, en 84%, 146% y 722%, respectivamente. A la vez, un país más expuesto como Corea del Sur, gastó un total de 1,24 millón de millones de dólares en armamento entre 2006 y 2015. Entre 2014 y 2030, se estima que las naciones asiáticas adquirirán 111 submarinos, instrumento de agresión por excelencia. La sola China supera a Estados Unidos en la construcción de submarinos, en una relación de 8 a 1. Para 2021, China poseerá 3 portaviones, habiendo multiplicado por diez su número de aviones de cuarta generación entre 2000 y 2014. De hecho, cuatro naciones asiáticas, Corea del Norte, China, India y Pakistán, poseen armamento atómico (Robert Kaplan, Asia’s Cauldron, New York, 2015).
Pero dentro del marco de tensiones que rodea Asia, y del cual pocos países de ese continente logran abstraerse, hay cinco puntos rojos de particular peligrosidad. Son ellos: Corea del Norte-Corea del Sur;China-Japón; China-India; India-Pakistán e Irán-Arabia Saudita.
Una guerra entre las dos Coreas resultaría devastadora. Dejando de lado las armas nucleares, el simple potencial destructivo de un enfrentamiento bélico convencional es gigantesco. Situadas a apenas 35 millas de la frontera, Seúl y su área metropolitana albergan a la mitad de la población del país y son sede de la mayoría de sus centros industriales y financieros. Se estima que en la primera hora de un conflicto, Corea del Norte podría disparar 500.000 rondas de artillería contra esa zona. Ello, desde los diez mil cañones altamente fortificados que mantiene en las colinas que rodean a la frontera. La cumbre entre Trump y Kim Jong-un ha creado esperanzas. Sin embargo, es poco lo que debe esperarse de una negociación tan compleja y con expectativas tan disímiles, en manos de los presidentes más mercuriales del planeta.
Un conflicto entre Japón y China giraría en torno a las islas Senkaku-Diaoyu, ocupadas por el primero pero reclamadas por la segunda. Ellas forman parte de la cadena de islas Rykuku, por las que tendría que pasar cualquier potencia hostil que buscase aproximarse al espacio terrestre japonés. Para ambas partes se trata de un tema vital. Japón las defendería a cualquier precio por razones geoestratégicas, mientras representan una espina clavada en el corazón del orgullo nacional chino. Un conflicto bélico entre ambas partes, al igual que en caso de Corea, seguramente arrastraría a Estados Unidos en virtud de los acuerdos defensivos existentes.
China e India mantienen varias áreas de contención. Entre ellas la más importante es la disputa por el estado de Arunachal Pradesh, poseído por India pero reclamado por China. En 1962 los dos países fueron a la guerra por esta área y todavía China la coloca en sus mapas como propia.
Las tensiones entre India y Pakistán remontan a la partición que siguió a su separación del Reino Unido en 1947. Desde entonces ambos países han librado cuatro guerras (1947, 1965, 1971, 1999), numerosos enfrentamientos bélicos menores (1987, 1988, 1995) y estuvieron a punto de lanzarse a una guerra nuclear en 2002. Ambas partes apoyan la insurgencia dentro del otro y Pakistán apoyó la masacre de Mumbai en 2008. Una guerra entre ambas partes seguramente escalaría al ámbito nuclear.
Irán y Arabia Saudita mantienen una tensa rivalidad por el control de la región del Golfo y por la preeminencia de sus respectivas versiones del Islam. Ambas partes se enfrentan militarmente a través de terceros, particularmente en Yemen. En 2017 Arabia Saudita promovió un bloqueo económico sobre Qatar por considerarlo muy cercano a Irán. Ello incrementó dicha cercanía, fracturando aún más a la región del Golfo. Arabia Saudita, junto a Israel, es factor fundamental detrás del desconocimiento por parte de Trump del acuerdo de 2015, mediante el cual se levantaron las sanciones a Irán. Ello ha incrementado la posibilidad de un enfrentamiento bélico que arrastraría consigo a la región.
Países claves para la expansión economía global, como Corea del Sur, Japón, China, India y los estados del Golfo Pérsico, podrían verse así devastados como consecuencia de enfrentamientos bélicos.