La interrelación económica entre Asia y América Latina impacta por su magnitud y diversidad. Sin embargo, el conocimiento recíproco que mantienen unos de otros es mínimo. Poco se conoce en América Latina sobre Asia y otro tanto ocurre en Asia en relación a nuestra región. En ambos casos prevalece una imagen borrosa del otro, desprovista de líneas definidas o contornos claros.
La interrelación económica entre Asia y América Latina impacta por su magnitud y diversidad. Sin embargo, el conocimiento recíproco que mantienen unos de otros es mínimo. Poco se conoce en América Latina sobre Asia y otro tanto ocurre en Asia en relación a nuestra región. En ambos casos prevalece una imagen borrosa del otro, desprovista de líneas definidas o contornos claros.
Sin contexto -es decir, de marcos de referencia históricos, culturales e idiosincráticos- no hay volumen de análisis o de noticias que pueda subsanar el vacío plantado. Así las cosas, ambas partes se encuentran involucradas en una relación económica profunda con interlocutores de los cuales conocen muy poco.
En 1990 sólo 0,6% de las importaciones latinoamericanas provenían de China, al tanto que ese país se situaba como el número 17 en las exportaciones totales de la región. Para Venezuela, China ocupaba el rango número 35 como destino de nuestras exportaciones. Más aún en 1990 el comercio total entre América Latina y China era de apenas 8,3 millardos de dólares.
Entre 2003 y 2013, sin embargo, el comercio entre nuestra región y ese país asiático crecio a una tasa de 27% anual, para alcanzar un cifra global e comercio de 289 millardos de dólares. En 2014 dicho comercio se situó en 285,7 millardos.
En la década del 2000, China dejó atrás a quienes desde los setenta habían sido los principales socios comerciales de la región: Japón y la República de Corea. En 2015 América Latina y Japón tuvieron un comercio bilateral valorado en 44 millardos de dólares, mientras que la balanza comercial con la Repílica de Corea se situó en 48 millardos en 2013.
En la década en curso es India quien está en proceso de desplazar a los dos socios comerciales anteriores. En 2015, la región tuvo un intercambio comercial de 45 millardos de dólares con dicho país, el cual se encuentra ligeramente por debajo de la República de Corea. Sin embargo, mientras el comercio de Corea del Sur con América Latina creció a una tasa anual de 13% entre 2000 y 2013, el comercio con India creció 25% por año entre 2005 y 2015.
Por otro lado. El comercio entre ASEAN (países del Sudeste Asiático) y la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) alcanzó 16,8 millardos de dólares en 2013. Sumados todos los países asiáticos, el comercio entre ese continente y América Latina, llegó a un tope histórico de medio billón de dólares en 2014. Para 220 se estima que dicha cantidad habrá llegado a 750 millardos.
Pero más allá del comercio están las inversiones extranjeras directas y los prestamos. Entre 2003 y 20013 las inversiones directas de Asia en nuestra región mostraron un promedio anual de 14,1 millardos de dólares. Entre 2010 y 2014 la inversión de China en América Latina fue de 106 millardos de dólares. Sin embargo, en la Primera Reunión del Foro Ministerial China-CELAC, celebrado en Pekín en enero de 2015, el Presidente Xi Jinping se comprometió a invertir 250 millardos de dólares en la región durante el quinquenio 2015-2019.
Los prestamos chinos, sin embargo, son tan representativos como la inversión extranjera directa. Los mismos totalizaron 130 millardos de dólares durante el período 2005-2013. La mayor parte de esos montos fueron destinados a países productores de recursos naturales, con Venezuela representado el mayor destinatario de esos recursos por un monto de 50 millardos. De hecho, a partir de 2005, China ha prestado más a los países de la región que el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el U.S. Export and Import Bank, juntos.
Instituciones como el Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) y el Foro de Cooperación América Latina-Asia de Este (FOCALAE), destinadas a promover comercio e inversiones entre ambas riveras del Pacífico, adquieren dinamismo creciente.
Sin embargo, como señalabamos, el conocimiento recíproco es mínimo. Poco conocemos los latinoamericanos acerca de las influencias recíprocas entre las grandes civilizaciones asiáticas, si es que acaso dominamos los elementos mínimos con respecto a cada una de ellas individualmente. A la inversa, poco comprenden los asiáticos de las diferencias entre brasileños e hispanoamericanos, por no hablar ya de las diferencias entre los distintos países de Hispanoamérica. En ambos casos prevaleces nociones básicas, imprecisas y borrosas.
A través de los institutos Confucio, equivalente chino al Instituto Cervantes de los españoles, Pekín busca a dar a conocer su cultura por el mundo. Algunas pocas seccionales de dicha institución académica se encuentran repartidas por América Latina. Más allá de eso hay poco esfuerzo por dar a conocer las propias culturas. Sin embargo, independientemente de iniciativas por dar a conocer lo propio, deberían proliferar aquellas que hagan conocer la realidad de nuestros interlocutores. Sobre todo cuando de ese conocimiento deriva la propia capacidad para entender con quien lidiamos y que podemos esperar de él.