Las turbulencias producidas por la actual crisis financiera internacional, dejaron tras de sí distintas perspectivas y diferentes formas de acoplar los ejes estatales a la coyuntura reinante. Muchos analistas plantean el resurgimiento de la "lucha" entre el Norte industrializado y el Sur emergente, otros hablan de la necesidad de un nuevo Bretton Woods. Lo cierto es que las circunstancias, han vuelto relevantes los espacios multilaterales (como el G-20, o los BRIC), o al menos, los han puesto en las agendas de los jefes de Estado, como instancias de negociación productivas.
El debate se centraba en torno a dos posturas dentro de los países centrales. En cuanto a buscar un conjunto de principios comunes para reformar la regulación de los mercados internacionales, algunos países europeos apostarían por los nuevos mecanismos internacionales, algo que Estados Unidos descarta de antemano. Pero además de las posturas opuestas hacia el seno de los principales países industrializados (entiéndase por esto al G-7), la disputa se extendía entre estos, el FMI y el BM, por un lado, y los países emergentes por el otro, con China e India a la cabeza, junto con Rusia, Brasil y Argentina, entre otros.
Todo este andamiaje, corolario de lo que comenzó como una crisis norteamericana, de la mano de las hipotecas subprime el pasado año, se trasladó hacia todos los rincones del planeta, producto de la "capacidad" norteamericana de trasladar sus crisis hacia áreas de influencia. Lógicamente, el escenario demanda capacidad de gestión y un proceso de toma de decisiones acorde con las herramientas internas de cada uno de los distintos actores estatales.
En este contexto, se enmarca la primera visita oficial de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner a los países africanos del Magreb, visita que tuvo como escalas, Argelia, Túnez, Egipto y Libia. Este acontecimiento se inserta dentro de los primeros acercamientos diplomáticos con países africanos, como lo fue en febrero de 2008, la visita a Argentina del líder (dictador) guineano Teodoro Obiang, y cuando en 2005 visitó Argentina el presidente de Angola, José Eduardo de los Santos.
Lazos Sur-Sur
Si bien es cierto que el escenario actual es un factor que condiciona el desenvolvimiento de los actores estatales y privados, dentro de la arena internacional, lo es también el hecho de que los movimientos de países emergentes, considerados dentro del eje Sur-Sur, se encuentran frente a un momento histórico acorde a la reformulación de paradigmas externos y frente a la necesidad de reorientar sus ejes de política exterior, hacia los nuevos horizontes.
Los antecedentes de los vínculos argentinos con África, se remontan a los primeros años pos independencia de las (ahora) ex colonias. Sin embargo, este primer acercamiento se caracterizó por los denominados "impulsos" (Lechini, 2007, pág. 316), concepto que hace referencia a relaciones espasmódicas, discontinuas con cortos períodos de buen entendimiento. Estos impulsos fueron generados por una necesidad particular u oportunidad que conformaba la base del acercamiento.
En el caso de los objetivos comerciales, estos estuvieron presentes en casi todos los impulsos, como resultado de la necesidad de conseguir nuevos mercados para Argentina, tomando en consideración las medidas proteccionistas de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), desde, sobre todo, la instauración de la controvertida Política Agrícola Común (PAC). Los altibajos en las relaciones comerciales se debieron más al nivel de activismo de los actores privados que a una decisión de política comercial, ya que para los diferentes gobiernos argentinos, no era prioritario el diseño de una política comercial africana. "Los objetivos estratégicos estuvieron estrechamente relacionados con un esquema de Guerra Fría, otorgándole importancia a la relación con la Sudáfrica blanca anticomunista, especialmente durante los regímenes militares" (Lechini, 2007, pág. 317).
De esta forma se fue gestando una política exterior errática para Lechini (2007, pág. 317) que generó un bajo perfil hacia los países africanos, acorde al nivel de relevancia de las relaciones Sur-Sur en las prioridades de la política exterior argentina, que tenían como horizonte Estados Unidos, Europa y, en menor medida, América Latina. Además, cuando los impulsos se manifestaban, desde Argentina hacia los países africanos, estos manifestaban su descontento por el relacionamiento del gobierno argentino con Sudáfrica. Por otro lado, las relaciones con Sudáfrica se estrecharon durante, sobre todo, el último gobierno militar (1976-1983).
Con el advenimiento de la democracia, Argentina emprende, de la mano de Raúl Alfonsín, un período de contactos con África, bajo el supuesto de que una alianza entre países del Sur podría ayudar en la consolidación de áreas de influencia y poder relativo, sobre la base de políticas de cooperación. El objeto era el fortalecimiento de las relaciones políticas bilaterales y multilaterales, dado que estas incrementarían las relaciones comerciales y fomentaría la cooperación Sur-Sur. Esta iniciativa fue de la mano de la apertura de nuevas embajadas, la firma de acuerdos y el desarrollo de actividades en la esfera de la cooperación científica y tecnológica.
Este panorama se vería sensiblemente modificado con la llegada al poder de Carlos S. Menem (1989-1999), quien desvanece la política argentina hacia África. Los rasgos principales de su política exterior exhibieron un alineamiento carnal con Estados Unidos y la aceptación de los preceptos del Consenso de Washington. La pertenencia al Movimiento de No Alineados (NOAL) fue considerada irrelevante, así como la asociación con países africanos. Este escenario trajo consigo un período de ausencia de estrategias o acciones destinadas a los países africanos (exceptuando los del Norte de África), acompañado por el cierre de embajadas en Tanzania, Costa de Marfil, Etiopía, Zaire (actual Congo) y Gabón, bajo el argumento de restricciones presupuestarias.
Regionalmente, el multilateralismo comercial manifestó avances de la mano, sobre todo, del gobierno de Brasilia. Así, en la segunda mitad de los â90 se inician negociaciones para la firma del Acuerdo de Libre Comercio entre el MERCOSUR y la SADC. Como prueba de las intenciones latinoamericanas, la primera misión comercial conjunta de empresarios de los socios del mercado común fue enviada a Sudáfrica (junio 2002) para la promoción de productos en el exterior. Pero a pesar del fuerte impulso inicial, las negociaciones han seguido un ritmo muy lento, por las dificultades para acordar sobre los sectores a beneficiarse con la reducción tarifaria.
Argentina, África y el intercambio comercial
Con la superación de la crisis de principios de siglo, y el advenimiento de un nuevo gobierno, el comercio argentino tuvo un intenso dinamismo en los últimos años. Sólo en 2006, el país realizó ventas cercanas a los 46.000 millones de dólares, compras por 34.000 millones y logró un superávit apenas por debajo de los 12.000 millones de dólares. En ese escenario, el intercambio con África mostró dos comportamientos particulares: creció en promedio más que el total y representó el segundo ingreso neto de divisas después de Chile.
En números, el superávit con ese continente (en especial con Sudáfrica, Argelia, Egipto, Marruecos y Angola) fue superior a los 2.600 millones de dólares en 2006. Según un informe de la consultora Estrategia y Gestión (Paz, Marcelo), en 2006 Argentina incrementó sus exportaciones e importaciones totales en 14% y 20% respectivamente. El mayor saldo comercial lo presentó Chile, con 3.796 millones de dólares, fundamentalmente por las ventas de combustible (gas); en segundo lugar se ubicó África, el saldo de 2.624 millones de dólares superó al que Argentina tenía con la UE (2.347 millones), con Asia (1.400 millones) y el NAFTA (404 millones), y casi compensa el déficit con el MERCOSUR de 2.972 millones de dólares por el rojo bilateral con Brasil.
Desde Cancillería se sostiene que las posibilidades de incrementar el intercambio comercial con África crecen. Existe una importante demanda de maquinaria eléctrica y agrícola, tecnología agropecuaria, autopartes, cueros pieles y tubos para la construcción. Los nichos importantes están en países como Sudáfrica(1), donde las exportaciones crecieron un 31%, o en Angola, donde las ventas se han incrementado un 400% (Promoción de Exportaciones de Cancillería).
También se enfatizó la necesidad de explorar posibles acuerdos de libre comercio con Sudáfrica, por ejemplo, ya que es una importante oportunidad de diversificar los mercados. El sector privado, por su parte, ve crecer sus perspectivas de comercio con Sudáfrica; hoy el intercambio es ampliamente favorable a Argentina, pero se espera que el negocio prospere en ambos sentidos. Un estudio de la embajada de Sudáfrica revela que Argentina podría proveerse de 25.400 productos de ese país si dejara de importarlos de otras naciones.
Hasta ahora, Argentina hizo sus mayores colocaciones en Sudáfrica, donde casi duplicó sus ventas en 2006 pasando de 430 a 820 millones de dólares; en Argelia, con exportaciones por 490 millones de dólares; en Egipto, con colocaciones por más de 300 millones de dólares y, en menor medida, Marruecos, con 222 millones de dólares; cerrando con Angola, con más de 120 millones de dólares. Aunque con un sustancial aporte de divisas, la importancia relativa de África en el comercio argentino sigue siendo baja, apenas el 3,5%. No obstante, lo relevante es el alza y el monto de los intercambios bilaterales, ya que el sentido que da origen a la creación de bloques comerciales es la creación de comercio.
El perfil del intercambio Argentina-África está marcado fundamentalmente por la venta de productos agropecuarios (2.000 millones de dólares), del complejo oleaginoso como aceites y sojas (1.200 millones de dólares) y, en menor medida, de cereales (370 millones de dólares) y lácteos (130 millones de dólares). Las compras de productos primarios y Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) son mínimas, mientras que los productos agropecuarios representan el 58% y los combustibles el 39%(2).
En términos generales, los datos del comercio internacional muestran un crecimiento de las exportaciones relativamente rápido pero sin gran diversidad. Argentina mantiene una dependencia de mercados tradicionales y exporta poco en productos intensivos en conocimiento, que es lo que está creciendo en el comercio mundial. África podría ayudar en esa diversidad pero con mercados chicos y un intercambio que es costoso.
En el caso de Brasil, desde la inquietud que surgió en 2003 por parte de los diplomáticos de los tres países del IBSA, hasta el acuerdo trilateral firmado en 2006, las relaciones culturales y comerciales crecieron significativamente. En 2006, el intercambio con África representó el 7% del comercio total brasileño, el doble que Argentina. Del flujo total brasileño de 228.400 millones de dólares, el comercio con ese continente alcanzó casi 16.000 millones de dólares, con la particularidad de que las exportaciones brasileñas a África fueron menores que las importaciones, 7.309 millones de dólares.
Nuevos horizontes frente a la crisis financiera
Luego de la pasada cumbre del G-20 en Washington y frente a un escenario de pánico y escepticismo en las economías centrales, el gabinete argentino encabezado por la presidenta Cristina Fernández, emprendió su gira por el norte de África, en virtud de incrementar vínculos comerciales con economías emergentes para diversificar mercados y descomprimir la dependencia de los centros.
La comitiva argentina visitó Argelia, Túnez, Egipto y Libia, entre el 16 y el 22 de noviembre, con el objeto de concretar operaciones comerciales en materia energética y alimentaria, sobre todo. La elección de este destino de negocios para Argentina se explica en función del contexto internacional actual, dónde los países exportadores de petróleo y derivados, que lograron industrializarse en torno a los productos primarios (como petróleo y gas) representan complementariedad en los mercados, sobre todo en los productores y exportadores de alimentos y maquinarias pesadas.
Argelia, que posee un crecimiento de su PIB de un 4,5% (2007), basa sus exportaciones sobre todo en petróleo, gas y dátiles; mientras que importa alimentos varios, maquinaria pesada y equipos de transporte. Egipto (crecimiento PIB 6,7% en 2007) tiene una base exportable de petróleo y derivados, algodón, textiles y metales; en tanto que importa maquinaria, alimentos, acero y químicos. Libia, con 7,9% de crecimiento de su PIB (2007), exporta principalmente petróleo crudo y refinado, y acero; mientras que importa alimentos varios, maquinaria y químicos. Por último, Túnez, 6,3% de crecimiento en 2007, exporta ropa, combustible mineral, equipos eléctricos y fosfato; en tanto que sus importaciones se basan en textiles y equipos de transporte.
Más allá de estos datos económicos, la composición política de estos Estados del norte árabe-africano tiene su origen en movimientos revolucionarios de corte castrista y producto de guerras civiles, en el caso de las tres Repúblicas, Argelia (Abdelaziz Bouteflika), Egipto (Muhammad Hosni Mubarak) y Túnez (Zine al-Abidine Ben Alí), y también es el caso de la Gran Jamahiriya (gobierno de masas con Líder de la Revolución) de la mano del Gral. Muammar Gadhafi, que tomó el poder de Libia con un golpe de Estado en 1969. Estos antecedentes originaron protestas de grupos de Derechos Humanos en Argentina que recordaban viejos acercamientos de gobiernos con regímenes despóticos como fue el caso del racista gobierno de Pretoria entre 1976 y 1983.
Lo cierto es que el objetivo de la gira fue concretar acuerdos para superar el volumen de exportaciones que, según cifras oficiales, ronda los 4.000 millones de dólares anuales (La Nación, 9 de noviembre de 2008). Para ello, se pretende reforzar el vínculo comercial con la región del Magreb. Argentina vendió reactores nucleares a Argelia y busca potenciar la cooperación espacial; las exportaciones rondan los 50.000 millones de dólares anuales y en los primeros seis meses de 2008, Argentina exportó a Argelia 606 millones de dólares. En el caso de Túnez, los números muestran un crecimiento en el intercambio comercial. En 2007, se exportó a ese destino por más de 166 millones de dólares y se importó por 12 millones. En lo que va de 2008 existe un saldo a favor de Argentina de casi 260 millones. Egipto importó de todo destino en los últimos años unos 33.000 millones de dólares. En el primer semestre de 2008, importó de Argentina 562 millones de dólares. Las exportaciones argentinas a Libia aumentaron más de un 500% en el período 2002-2007. En 2008 se exportaron 129 millones de dólares.
Objetivos y proyecciones
Cuando la inestabilidad de los escenarios internacionales, en materia económica, se hace evidente y notoria es necesario tomar otras instancias y proyectar nuevos horizontes. Las relaciones argentinas con el continente negro han estado signadas por "impulsos" más que por una continuidad a lo largo de la historia de una "política africana".
Actualmente, vivimos una realidad tal que los momentos históricos sobre los cuales se gestan los cambios, parecen hacerse presentes. Es tiempo de emprender este camino con políticas concretas y con objetivos realizables en el mediano y largo plazo. La intensificación de los vínculos bilaterales con países africanos significa una decisión política en el sentido de sentar bases para la consecución de nuevos mercados. Este precedente debe ser el impulso motor de una política diversificada en pos de descomprimir escenarios adversos, pero también en el sentido de contribuir a un mayor poder de desarrollo doméstico y externo, que explote las potencialidades de Argentina de manera lineal y proyectada hacia delante.
Notas:
(1) Las importaciones de Sudáfrica fueron de 55.200 millones de dólares en 2005; de esas compras, Argentina participó con el 5%.
(2) Durante 2007, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria, mostró un crecimiento del 40% en volumen y del 43% en divisas, respecto de las 7,4 toneladas y 1.777 millones de dólares registrados durante 2006.