Con los pies en la economía. La pasada semana, en la primera reunión de la Comisión sino-rusa de Cooperación en materia de Inversión, ambas partes acordaron incrementar las inversiones reciprocas y desarrollar conjuntamente proyectos en energía, ferrocarriles de alta velocidad, telecomunicaciones, minería, inmobiliario e infraestructuras. Llevamos algún tiempo diciendo que su asociación –que no alianza- parece haber entrado en una nueva etapa de desarrollo. De hecho, China se ha convertido en la cuarta fuente principal de inversión en Rusia, con un capital de 32.000 millones de dólares. El Fondo de Inversión Rusia-China (RCIF, siglas en inglés) también anunció planes de inversión con vocación de afectar a sectores clave de las economías respectivas. Aunque la cooperación energética sigue siendo el vector principal, hay impulsos en otros órdenes, empezando por la cooperación financiera. La cooperación tecnológica incluye el desarrollo de aviones de gran fuselaje, navegación satelital, etc.
Con los pies en la economía. La pasada semana, en la primera reunión de la Comisión sino-rusa de Cooperación en materia de Inversión, ambas partes acordaron incrementar las inversiones reciprocas y desarrollar conjuntamente proyectos en energía, ferrocarriles de alta velocidad, telecomunicaciones, minería, inmobiliario e infraestructuras. Llevamos algún tiempo diciendo que su asociación –que no alianza- parece haber entrado en una nueva etapa de desarrollo. De hecho, China se ha convertido en la cuarta fuente principal de inversión en Rusia, con un capital de 32.000 millones de dólares. El Fondo de Inversión Rusia-China (RCIF, siglas en inglés) también anunció planes de inversión con vocación de afectar a sectores clave de las economías respectivas. Aunque la cooperación energética sigue siendo el vector principal, hay impulsos en otros órdenes, empezando por la cooperación financiera. La cooperación tecnológica incluye el desarrollo de aviones de gran fuselaje, navegación satelital, etc.
Las autoridades de ambos gobiernos no disimulan el interés por transmitir la sensación de un creciente entendimiento que pretende ir más allá de las coincidencias geopolíticas, aprovechando el actual contexto estratégico, especialmente del lado chino, para solidificar las oportunidades haciendo converger los proyectos de ambas partes evitando los riesgos de colisión.
El presidente Xi Jinping conversó con Putin en nueve ocasiones desde que asumió la presidencia en marzo de 2013. En Dushambé, capital de Tayikistán, en un encuentro al margen de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), propuso la creación de un corredor económico China-Mongolia-Rusia, complementario del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda, en aras de fomentar la conectividad del tráfico, del transporte de carga y la red eléctrica transnacional.
Moscú y Beijing comparten una relación cargada de intereses y empirismos, lo cual, paradójicamente, le confiere hoy, a diferencia de antaño, unos visos de durabilidad mayor de lo esperado si los proyectos, tan ambiciosos en su formulación, van cuajando, al igual que el acercamiento entre ambas sociedades. Más de un millón de chinos visitaron Rusia el año pasado. En el primer trimestre de 2014, su número superó al de alemanes.
Como se ha podido apreciar en Dushambé, ambos países comparten el avance de la OCS y su implicación en los asuntos de seguridad, fortaleciendo la cooperación antiterrorista en aras de alejar de sus escenarios próximos a actores extra regionales, pero no solo. La integración económica se ha convertido en una parte cada vez mayor de la agenda de la OCS, en especial a medida que China promueve su Cinturón Económico de la Seda, que incluye a los miembros de la OCS y los Estados observadores, algunos de los cuales podrían convertirse en miembros de pleno derecho en la cumbre del año próximo. Paso a paso, algunas propuestas van tomando cuerpo.