“Modinomics” en India

El 12 de mayo terminó la maratón electoral de cinco semanas iniciada el 7 de abril. Se confirmó la victoria de Narendra Modi del partido Bharatiya Janata (BJP). El gobernador del Estado de Gujarat y controvertido político nacionalista hindú tomará las riendas de India en un contexto económico y social difícil. Modi fue hábil durante la campaña electoral. Supo esgrimir, sin concretar su programa, sus orígenes humildes y su experiencia y reputación como eficiente gestor económico no manchado por la corrupción. Precisamente lo que los indios exigían.

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El 12 de mayo terminó la maratón electoral de cinco semanas iniciada el 7 de abril. Se confirmó la victoria de Narendra Modi del partido Bharatiya Janata (BJP). El gobernador del Estado de Gujarat y controvertido político nacionalista hindú tomará las riendas de India en un contexto económico y social difícil. Modi fue hábil durante la campaña electoral. Supo esgrimir, sin concretar su programa, sus orígenes humildes y su experiencia y reputación como eficiente gestor económico no manchado por la corrupción. Precisamente lo que los indios exigían.

La participación alcanzó el 66,35% con 551 millones de votantes, 130 millones más que en 2009. La mayoría apostó por el cambio tras perder su confianza en el Partido del Congreso liderado por la dinastía Nehru-Gandhi. El crecimiento económico indio alcanzó en la pasada década una media del 7,7%. Pero se frenó en los últimos dos años por la parálisis política, una alta inflación y los escándalos de corrupción. El joven Rahul Ghandi no gozaba del carisma suficiente para evitar una dura derrota frente a un político populista y buen comunicador como es Modi.

Modi afrontará un difícil reto: recuperar la plena confianza de los ciudadanos en el Gobierno de un país que, por su dimensión territorial y humana, tiene el potencial para reemerger como una gran economía mundial. En Asia deberá competir con China. La democrática pero negligente India está perdiendo ante la autoritaria pero dinámica China, la carrera por el liderazgo económico de Asia. La tendencia es clara: China que se abrió más al exterior y modernizó sus infraestructuras, crecerá otro 7,5% en 2014. India en torno al 5% cuando necesita un 8% para crear empleo para los 12 millones de jóvenes que cada año ansían incorporase al mundo laboral.

Modi deberá remover un país aquejado por el paternalismo político y el proteccionismo económico. Podrá contar como socios estratégicos a Japón, Corea del Sur y los países del sudeste asiático. Pero deberá rehacer las relaciones de confianza con Washington. También reforzarlas con Bruselas desbloqueando las negociaciones para alcanzar un Acuerdo de libre comercio India-UE. Tiene cartas geoestratégicas para jugar. Más difícil lo tendrá para reconducir las envenenadas relaciones con Pakistán.

El mundo de los negocios en India esta de enhorabuena. La Bolsa de Bombay, la capital financiera del país, anticipó esta semana la victoria del BJP con una gran subida. Modi contó con el respaldo del “establisment” empresarial con nexos en los medios de comunicación. En 2008, Ratan Tata no lograba superar las trabas administrativas y la contestación social cuando intentó abrir en Bengala oriental una nueva factoría automovilística para el Nano.  Habló a Modi y se instaló en Gurajat. Los empresarios lo valoran como un dirigente “business friendly” con carácter resolutivo para acelerar las reformas estructurales necesarias para incrementar la productividad y la eficiencia de los sectores económicos. La “Modi wave” también sedujo a las clases medias urbanas y profesionales, los trabajadores y los jóvenes en busca de oportunidades. En cambio, es rechazado por su nacionalismo hindú por los musulmanes, el 13% de la población. Pero queda un interrogante: ¿servirá “el modelo Gujarat” para dinamizar un país tan diverso y heterogéneo como India?

 Basta con viajar por India para cerciorarse que el actual modelo de desarrollo es caótico e insostenible. El país abrió su economía al exterior a partir de 1991 pero persisten altas dosis de proteccionismo económico y comercial. El mercado laboral es muy rígido e informal. Las deficientes infraestructuras asfixian las comunicaciones internas y externas e incluso fallan a menudo los suministros de energía y agua. El 22% de la población es aún muy pobre. Hay un fuerte impacto medioambiental. India ocupa el 137º lugar entre 183 Estados en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD.

El Partido del Congreso se propuso corregir los déficits contando con el sector privado. Pero los planes para mejorar las infraestructuras se demoraron debido a un marco regulador incierto, poco transparente y una excesiva y lenta burocracia que no favoreció la inversión interna o foránea. El Gobierno aprobó varias medidas, entre ellas liberalizar los sectores de la distribución y los mercados financieros. Pero las aplicó al ralentí. India ocupa un rezagado 134º lugar entre 183 Estados en el “Doing Business 2014” del Banco Mundial.

Modi deberá acelerar las reformas para atraer las inversiones extranjeras, hoy más proclives a invertir en China y otros países del sudeste asiático. India sigue siendo una economía protegida que prioriza la demanda interna. La balanza por cuenta corriente es deficitaria. Las reformas ayudarán a reducir la pobreza rural y mejorar un ineficiente sector agrícola que aún representa el 20% del PIB. Cabe revigorizar el sector industrial (28%) y modernizar el sector servicios (52%) para crear más empleo. Nodi lo logró en Gujarat. Pero será difícil en Bihar o Uttar Pradesh

El crecimiento indio, aunque menor que el chino, fue alto a pesar de los problemas estructurales. Y será mucho mayor si se realizan sin más demoras las reformas para aprovechar los efectos del dividendo demográfico. Cuenta con una de las poblaciones más jóvenes del mundo y una potente diáspora exterior. Y el proceso de desarrollo económico se lleva a cabo, a diferencia de China, en el marco de un sistema democrático, aunque funcione “con características indias”. La democracia no es el problema, es parte de la solución.

Las tres grandes economías asiáticas han cambiado sus líderes en poco más de un año. Sinzho Abe, tras volver al poder en diciembre de 2012, relanzó con sus “Abenomics” la estancada economía japonesa. Xi Jinping asumió la presidencia china en marzo de 2013 para aplicar el ambicioso libro de ruta económico aprobado por el Tercer Plenario del Congreso del PCC en noviembre de 2012. Ahora, Narendra Modi deberá proponer las políticas económicas necesarias, sus “Modinomics”, para relanzar la economía india. Los tres líderes tienen un claro perfil nacionalista. Se anuncian tiempos políticamente complejos.