¿Pequeños pasos, grandes cambios?

La economía china vive momentos de relativo apuro. Las más recientes estimaciones de la Academia de Ciencias Sociales sugieren que no se alcanzará el objetivo de crecimiento del 7,5% previsto para el presente ejercicio. Las reformas avanzan con dificultad en un contexto de intensificación de las contradicciones y la pugna política. No obstante, el primer ministro Li Keqiang parece seguir incólume los trazos principales de su hoja de ruta. Buen ejemplo de ello es la ofensiva en el ámbito de las grandes empresas de propiedad estatal, consideradas una de las columnas vertebrales del sistema económico y político.

Apartados xeográficos China e o mundo chinês
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La economía china vive momentos de relativo apuro. Las más recientes estimaciones de la Academia de Ciencias Sociales sugieren que no se alcanzará el objetivo de crecimiento del 7,5% previsto para el presente ejercicio. Las reformas avanzan con dificultad en un contexto de intensificación de las contradicciones y la pugna política. No obstante, el primer ministro Li Keqiang parece seguir incólume los trazos principales de su hoja de ruta. Buen ejemplo de ello es la ofensiva en el ámbito de las grandes empresas de propiedad estatal, consideradas una de las columnas vertebrales del sistema económico y político.

De las 300 empresas estatales que figuran en la lista de las 500 primeras empresas chinas, 42 registraron pérdidas combinadas de 72.660 millones de yuanes en 2013, mientras que solo una de las 200 empresas privadas declaró pérdidas anuales de 50 millones de yuanes. De las 43 con pérdidas, 17 proceden de la industria hullera, siete de la siderúrgica y 7 de metales no ferrosos. La reestructuración que ahora impulsa el gobierno, de un calado similar a la promovida en los años noventa por Zhu Rongji, se orienta a promover la reforma de la propiedad apostando por la privatización parcial (propiedad mixta en el argot oficial) a fin de revitalizar y capitalizar el sector estatal, abriendo progresivamente los sectores estratégicos a la competencia.

En primer lugar, las empresas estatales se encuentran en el punto de mira de la lucha contra la corrupción. Más de 50 ejecutivos de sectores como el petróleo, la siderurgia, la energía, las telecomunicaciones, la aviación y el transporte han caído en desgracia en el marco de una estrategia orientada igualmente a despejar resistencias. En segundo lugar, el gobierno central ha elaborado un plan experimental para transformar el régimen de las empresas, de propiedad estatal a propiedad mixta, eligiendo a tal efecto seis grandes empresas piloto.

Varios frentes se han abierto. Primero, en el orden fiscal, las empresas estatales chinas deben entregar un 5% más de sus ganancias al gobierno. Las que dependen directamente del gobierno central deben entregar un máximo del 25%, variando según el sector. Segundo, la apertura progresiva al sector privado de empresas y sectores antes vetados se acelera. Por ejemplo, en febrero, el Consejo de Estado aprobó un plan para abrir al sector privado la gestión de los ductos de gas y petróleo. La Corporación de Energía Guanghui se convirtió en la primera empresa privada de China con licencia para importar petróleo crudo. Por otra parte, las empresas del sector se abren también al sector privado. Un ejemplo es Sinopec, que anunció la venta del 29,99 % de su división comercial a 25 empresas nacionales y extranjeras. La compañía eléctrica estatal China State Grid anunció la apertura de dos sectores empresariales a la iniciativa privada. El gobierno quiere elevar la eficiencia de un sector en el que la tasa de dependencia se elevó en 2013 al 58% en el caso del petróleo y al 31,6% en el caso del gas.

Además de la energía, otro sector clave es el financiero.  En la actualidad, China sólo cuenta con un banco privado en servicio, el China Minsheng Bank, que se fundó en 1996 en Beijing. El Minsheng, cotizado en las bolsas de Shanghai y Hong Kong, es el primer banco nacional financiado por capital privado. En septiembre último, la Comisión Reguladora de la Banca de China (CRBCh), el órgano supervisor bancario del país, informó de la aprobación de otros dos bancos privados, uno de ellos en la metrópoli oriental de Shanghai y el otro en la provincia vecina de Zhejiang. Una compañía de financiación para pequeños negocios controlada de forma indirecta por el Grupo Alibaba, gigante chino de Internet, financiará un 30 por ciento del banco de Zhejiang. El conglomerado Grupo Fosun, con sede en Shanghai, aportará otro 25 por ciento, mientras que el mayor proveedor de piezas automovilísticas de China, el Grupo Wanxiang, tendrá una participación del 18 por ciento del nuevo banco privado.  Por su parte, el 30 por ciento de los fondos de la entidad bancaria de Shanghai procederán del Grupo Juneyao, otro conglomerado con sede en la megalópolis, y otro 15 por ciento de su capital corresponderá al Grupo Metersbonwei, una empresa líder del sector de la ropa informal en el país. El pasado 25 de julio, la CRBCh aprobó el establecimiento de tres bancos privados, incluido el Webank, fundado por Tencent, el principal rival de Alibaba. Otros tres bancos privados comenzarán a funcionar en los próximos meses, en Shenzhen, Tianjin y Wenzhou.

El éxito de estos cambios depende en buena medida del resultado de las medidas experimentadas en la Zona Piloto de Libre Comercio de Shanghai, que a su vez depende de la capacidad de recreación de un sistema que se pueda reproducir a escala de todo el país. Los avances registrados en el primer año han sido modestos pero el proceso se intensifica  gradualmente con el decidido apoyo del equipo del primer ministro.

¿Meros retoques o algo más? China tiene más de 12 millones de compañías privadas, pero lo estatal no solo sigue formando parte del mito contemporáneo de la nación sino que es una base difícilmente renunciable del poder del PCCh.