América Latina gira hacia Asia-Pacífico

Los resultados de la 24ª Cumbre Iberoamericana recién celebrada en Veracruz fueron escasos. Las ausencias de los líderes de Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba devaluaron el encuentro. La “marca España” no pasa precisamente por un buen momento. Tiene menos para ofrecer con una economía aún lastrada por la crisis y unos acuciantes problemas de gobernabilidad institucional.

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Los resultados de la 24ª Cumbre Iberoamericana recién celebrada en Veracruz fueron escasos. Las ausencias de los líderes de Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba devaluaron el encuentro. La “marca España” no pasa precisamente por un buen momento. Tiene menos para ofrecer con una economía aún lastrada por la crisis y unos acuciantes problemas de gobernabilidad institucional.

América Latina precisa, más allá de las palabras retóricas del presidente Rajoy, unas inversiones exteriores de capital que sólo modestamente podrán venir de una España en horas bajas.  Más bien llegaran de otras potentes economías europeas como Alemania. Y sobre todo desde China, Japón, Corea del Sur y otros países asiáticos. Pero en Veracruz destacó la participación activa de Felipe VI, que dio aires nuevos a la diplomacia española ofreciendo una mejor imagen y expectativas cara la próxima cumbre que se celebrará en Colombia en 2016.

Las cumbres iberoamericanas afrontan una realidad incontestable: América Latina gira su mirada del Atlántico hacia Asia-Pacífico, donde están las economías más dinámicas del Siglo XXI. Y la cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) celebrada en julio en Brasil constató los cambios geoestratégicos en el continente latinoamericano.

Las relaciones comerciales entre ambas orillas del Pacífico se cuadriplicaron desde 2004. Asia desplazó a la UE como el segundo socio comercial de América Latina, tras EEUU. Destaca el protagonismo de China que, en la última década, multiplicó por 22 el comercio bilateral con América Latina pasando de 12.000 millones $ en el año 2000 a unos 300.000 millones $ en 2014. Es el primer socio comercial de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Venezuela y el segundo de Méjico. Y el resultado de la firme apuesta geoestratégica de Pekín para influir y penetrar política y económicamente en un mercado de más de 600 millones de personas.

Xi Jinping visitó en julio Brasil, Cuba, Venezuela y Argentina. En Brasilia, también presidió un encuentro entre China y la CELAC que agrupa a 33 países de América Latina y el Caribe. Cabe recordar que, según datos de la UNCTAD, muchos movimientos de capitales chinos operan a través de algunos paraísos fiscales caribeños como las Islas Vírgenes e Islas Caimán. Pekín priorizó la demanda de materias primas, recursos energéticos y alimenticios para asegurar su alto desarrollo económico. Pero ahora que el crecimiento chino se modera, Pekín aspira invertir en la mejora de las deficientes infraestructuras latinoamericanas y en el sector servicios como los financieros. China potencia la participación de sus grandes empresas y bancos en la financiación de corredores ferroviarios, carreteras y aeropuertos. Incluso estudia invertir en la construcción de un nuevo canal interoceánico en Nicaragua.

Brasil y Argentina, por su dimensión, población y recursos naturales, son los principales objetivos chinos. El 3 de septiembre, la empresa pública China Nacional Nuclear Corporation (CNNC) firmó con Nucleoeléctrica Argentina un acuerdo para construir otro reactor nuclear en Argentina. China juega una carta ganadora: cuenta con una buena bolsa de divisas para conceder préstamos para cofinanciar proyectos de otros países. Y para canalizar sus inversiones constituyó, en el marco de los BRICS, el Nuevo Banco de Desarrollo (NDN). Pero la expansión china crea recelos en todas partes. Las relaciones económicas son asimétricas y desequilibradas en favor de China que disfruta de un buen superávit comercial con todos los países de la región.

América Latina despierta otros apetitos asiáticos. Japón siempre atento a los movimientos estratégicos de China apuesta fuerte por la región. Shinzo Abe hizo en julio una larga gira de 11 días que le llevó a Méjico, Colombia, Chile y Brasil. Y en Trinidad y Tobago presidió una cumbre Japón-CARICOM. Y llegó a Brasil para firmar acuerdos económicos con la séptima economía mundial solo unos días después que estuviesen allí Xi Jinping y Putin. Japón sigue siendo un gran inversor asiático en América Latina, Y a diferencia de China, lo hace en sectores manufactureros como el automovilístico. Nissan abrió en 2013 una nueva factoría en Aguascalientes (Méjico). También el primer ministro indio Narendra Modi participó por primera vez en la 6ª cumbre BRICS y tiene el continente en su punto de mira. Se siente fortalecido, tras vencer ampliamente en las elecciones legislativas indias de mayo, para abrir mucho más la economía india al exterior.

Finalmente llegó Rusia, si bien tarde y muy debilitada económicamente. Vladimir Putin visitó en verano Cuba, Nicaragua, Brasil y Argentina. Expulsado del G8 y muy discutido en la cumbre del G20 en Brisbane por su intervención en Ucrania, intenta contrapesar el aislamiento internacional provocado por las sanciones económicas de EEUU y la UE. Fue muy bien recibido en La Habana por Fidel y Raúl Castro tras condonarles el 90% de la deuda cubana impagada desde los tiempos de la URSS. Putin sumó una nueva amistad, la presidente argentina Cristina Fernández de Kirchner, otra líder en apuros que se agarra a las musculosas manos que le tienden Xi Jinping y Putin.

América Latina, con una larga fachada al Pacífico, se sumará a los procesos de cooperación económica e integrarse en las grandes cadenas de producción mundial centradas en Asia. EEUU impulsa la creación del “Trans-Pacific Parterchip (TPP), un Acuerdo de libre comercio en cuya negociación participan Chile, Méjico y Perú. Pero Xi Jinping lanzó en noviembre en la cumbre de APEC celebrada en Pekín otra propuesta más amplia pero menos consistente para constituir una enorme área comercial (FTAAP) abierta a todos los países de ambas orillas del Pacífico, también a los latinoamericanos. China ya firmó acuerdos bilaterales con Chile en 2006 y Perú en 2010.

El futuro parece estar en Asia-Pacífico. Pero América Latina no debería dar la espalda a Europa. La UE-28, aunque vaya a menos, sigue siendo una gran potencia comercial e inversora mundial que mantiene vivos estrechos nexos políticos, económicos y culturales con los países latinoamericanos.