China 2030 ¿PCCh 2030?

Mientras gran parte de la atención informativa cotidiana sobre China se centra en la evolución de la economía y las dificultades de su peculiar transición hacia un nuevo modelo de desarrollo, que sigue en cierta medida las líneas de acción establecidas en el documento China 2030, estrategia diseñada en colaboración con el Banco Mundial, en paralelo, otra gran convulsión atraviesa la columna vertebral del sistema, el PCCh, cuyo horizonte 2030 plantea un escenario de significado fortalecimiento de su papel político. ¿El último salvavidas?

Apartados xeográficos China e o mundo chinés
Idiomas Castelán

Mientras gran parte de la atención informativa cotidiana sobre China se centra en la evolución de la economía y las dificultades de su peculiar transición hacia un nuevo modelo de desarrollo, que sigue en cierta medida las líneas de acción establecidas en el documento China 2030, estrategia diseñada en colaboración con el Banco Mundial, en paralelo, otra gran convulsión atraviesa la columna vertebral del sistema, el PCCh, cuyo horizonte 2030 plantea un escenario de significado fortalecimiento de su papel político. ¿El último salvavidas?

Nos hemos familiarizado ya con una manifestación de esta delicada coyuntura a través del renovado auge de la lucha contra la corrupción y contra las facciones. Pero no es la única. Es más, sus ecos probablemente desfiguran las medidas adoptadas en otros ámbitos, de un alcance estructural no menor.

En efecto, la lista de casos implicados en la lucha contra la corrupción impulsada por el PCCh nada más tomar posesión el actual liderazgo (noviembre de 2012) no para de crecer. En lo que va de año, tres casos destacan: el de Zhou Yongkang, antiguo jefe de seguridad, Ling Jihua, antiguo próximo a Hu Jintao, o el general Guo Boxiong, ex vicepresidente de la Comisión Militar Central, que sigue los pasos de otro peso pesado del EPL, Xu Caihou. A estos habría que añadir figuras no menos relevantes como Xi Xiaoming, el número 4 del Tribunal Popular Supremo, Liu Tienan, número 2 de la CNDR, o Zhou Benshun, jefe del partido en Hebei… No es extraño que en este contexto se respire cierto aire de psicosis que empuje incluso a más de uno al suicidio. Un caso extraño y reciente ha sido el de Man Ming-an, principal acusador en la causa seguida contra Gu Kailai, la esposa de Bo Xilai, en 2012. Provincias enteras (como Shanxi), estructuras del poder local de diferentes niveles, organizaciones de todo signo y empresas estatales son objeto una criba sin precedentes.

Pero el combate a la corrupción forma parte de una estrategia más amplia de recuperación de la confianza pública en el sistema, cuyo mayor desafío político es la propia salud del PCCh y su empeño por definir una vía propia de modernización y gobernanza que tanto atienda a la dimensión socioeconómica como política. En un encuentro celebrado en vísperas de un nuevo aniversario fundacional del PCCh (1 de julio), Xi Jinping pidió a los líderes distritales que tomen iniciativas audaces para impulsar el desarrollo económico. Ante un selecto grupo de 102 de los 2.800 existentes, apeló a su condición de bisagra en la estructura partidaria, la primera línea de la gobernación del PCCh, para alentar un compromiso que evite el estancamiento de las reformas. Las giras de inspección de los máximos dirigentes se suceden por todas las provincias con el denominador común de elevar la exigencia a los cuadros.

La hora de las organizaciones de masas

Otro eje de esta estrategia es la reivindicación de la labor de las organizaciones de masas, de capa caída en los últimos años. En una conferencia extraordinaria del Comité Central del PCCh se apeló a evitar su burocratización y debilitamiento, fenómenos admitidos como efecto añadido de la reforma. Xi reclamó combinar su vocación gestora y de servicio con la afinidad ideológica al PCCh. Cabría añadir que las organizaciones de masas tendrían un gran papel a desempeñar en la actual situación, como válvula de presión para aliviar tensiones, ayudando a resolver contradicciones que de otra manera, sin mecanismos de encauzamiento, pueden afectar a la estabilidad. En idéntico sentido, el PCCh pretende revitalizar el trabajo del frente unido, resucitando por enésima vez el papel de otras formaciones y personalidades independientes como sujetos sustanciales de la democracia consultiva.

El Ejército Popular de Liberación, otro pilar clave del sistema político, vive igualmente un momento de gran agitación tanto para asegurar su capacidad de combate como su lealtad al PCCh en medio de tentativas de desorganización de las redes internas que lo agujereaban. Tres generales conducen el proceso: Chang Wanquan, ministro de defensa, Fang Fenghui, jefe del Estado Mayor y Liu Xiaojiang, comisario político de la marina. Xi cuenta además con Liu Yuan, hijo del ex presidente del partido Liu Shaoqi, principal azote ideológico de la corrupción entre las fuerzas armadas.

Un cuarto eje de este proceso es el reforzamiento de la dirección y el poder del PCCh en las empresas estatales. Ubicadas en sectores estratégicos clave siguen constituyendo una de las bases esenciales de su capacidad de gobernanza e intervención en el curso de la economía.

Recuperar el control del PCCh

El denominador común de este conjunto de políticas consiste en reinstaurar no solo la credibilidad pública del PCCh sino su control en las áreas clave en un momento de relativa zozobra que pudiera incrementar las turbulencias internas. Complementariamente, el PCCh auspicia reformas propiamente internas a través de la revisión y publicación de nuevos reglamentos que cuestionan viejos tabúes y apuntan a cierta innovación y creatividad en los métodos de gestión que pugnan por ser institucionalizados.

Tal impulso debe contribuir a consolidar la proyección de los nuevos líderes en un contexto de dudas sobre la economía y la viabilidad de las reformas y de intensificación de las medidas de control ideológico y de represión de la disidencia. Más de un centenar de abogados y activistas, caracterizados como una banda criminal acusada, paradójicamente, de “presionar a la justicia”, y la represión de sectas religiosas y movimientos cristianos de diverso signo constituyen fenómenos en ascenso.

En estos años, la tasa de crecimiento del PCCh ha disminuido. En 2014 reclutó 351.000 militantes menos que en 2013 para llegar a más de 87 millones de efectivos. De ellos, en torno a un 15 por ciento se habrían visto afectados por la campaña en una u otra medida desde finales de 2012. La vasta renovación que pretende acometer el PCCh abarca desde la cumbre a la base pero ausculta especialmente los escalones intermedios al tiempo que actualiza los criterios de afiliación disponiendo la carrera para una renovación que en 2017 debe alcanzar al nuevo Comité Permanente del Buró Político, con la salida de cinco de los siete miembros actuales.