El asalto del populismo

El populismo ha invadido a Europa y a Estados Unidos. Tanto en su vertiente de extrema derecha como de izquierda, este se hace sentir con fuerza inusitada. En Estados Unidos, Donald Trump y Bernie Sanders han sido cabal expresión de este movimiento en sus dos extremos, habiéndose visto precedidos también en los extremos por los llamados “Tea Party” y “Occupy Wall Street”.  

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El populismo ha invadido a Europa y a Estados Unidos. Tanto en su vertiente de extrema derecha como de izquierda, este se hace sentir con fuerza inusitada. En Estados Unidos, Donald Trump y Bernie Sanders han sido cabal expresión de este movimiento en sus dos extremos, habiéndose visto precedidos también en los extremos por los llamados “Tea Party” y “Occupy Wall Street”.  

En el viejo continente, el populismo sacude estructuras tradicionales a diestra y siniestra. En la derecha extrema aparecen el Frente Nacional de Francia, Alternativa para Alemania, el Partido del Pueblo en Dinamarca, el Partido de la Libertad en Austria, el Partido del Pueblo en Suiza, El Partido del Progreso en Noruega, el Partido de la Libertad en Holanda, UKIP en el Reino Unido o la Liga Norte en Italia. En su ribera izquierda, encontramos al Movimiento de las Cinco Estrellas en Italia, a Podemos en España o al Partido Syriza en Grecia.

El avance de los populistas no admite dudas. El triunfo de Trump evidencia la fuerza del proceso en curso y coloca a la nación mas poderosa del mundo bajo control de estos. En Europa, el populismo va conquistando plazas fuertes y ocupando espacios inéditos, dentro de los contextos de los sistemas parlamentario o presidencialista. En las elecciones parlamentarias italianas de comienzos de este mes, el Movimiento Cinco Estrellas ganó en el Sur del país, al tiempo que la Liga Norte lo hizo en el Norte y en el Centro. En sus dos vertientes, el populismo hizo sentir allí sentir su fuerza apabullante. La Liga Norte, en conjunción con otras fuerzas de extrema derecha como Forza Italia y Hermanos de Italia será, sin embargo, la encargada de gobernar al país. En 2016, ya una candidata del Movimiento 5 Estrellas se había hecho con el control de la Alcaldía de Roma con 67% de los votos.

En las elecciones de septiembre del pasado año, el partido Alternativa para Alemania logró llevar 92 diputados al Parlamento germano. Era la primera vez, desde los tiempos del nacional socialismo, en que la extrema derecha accedía al poder legislativo federal del país. Expresión del cataclismo político resultante, fueron los seis meses que le tomó a Angela Merkel formar gobierno. Alternativa para Alemania pasa así a transformarse en la principal fuerza opositora.

En Francia, el Frente Nacional llegó de primero en las elecciones regionales de 2015. Fue necesario que todas las grandes fuerzas políticas remanentes se coaligaran, para cerrarle el paso en la segunda vuelta de las  elecciones presidenciales de mayo de 2017. En Dinamarca, el Partido del Pueblo quedó de segundo en las elecciones parlamentarias de junio del 2015. En Austria, el candidato del Partido de la Libertad ganó en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de abril de 2016, siendo derrotado por apenas tres puntos en la segunda vuelta. En Suiza, el Partido del Pueblo llegó de primero en las elecciones parlamentarias de octubre de 2015, duplicando la votación de los partidos Social Demócrata y Liberal. En Noruega, el Partido del Progreso forma parte de la coalición gobernante desde 2013. En Holanda, el Partido de la Libertad obtuvo el segundo lugar en las elecciones parlamentarias de marzo de 2017. En junio del 2016 UKIP logró imponer la salida del Reino Unido de la Unión Europea, en la famosa votación del Brexit.

Desde la izquierda, y más allá de los triunfos del Movimiento italiano Cinco Estrellas, Podemos llegó en tercer lugar en las elecciones parlamentarias españolas de diciembre del 2015 y junio de 2016.  En el proceso estuvo muy cerca de desplazar del segundo lugar al PSOE, quedando a corta distancia del PP triunfante. En Grecia, el partido Syriza llegó de primero en las dos elecciones parlamentarias de 2015, siendo gobierno desde entonces.

El denominador común de todos estos movimientos y partidos populistas en su carácter anti sistema. Todos ellos se postulan como cabal representación del pueblo frente a las élites tradicionales. En esencia, todos parten de la dicotomía entre grupos antagónicos. De un lado el pueblo, en tanto expresión de la mayoría social olvidada. Del otro, el “establishment”, la oligarquía, la casta. La noción de pueblo es laxa y, en tanto tal, puede incluir desde los sectores populares deprimidos hasta los obreros desplazados, pasando por los estudiantes endeudados o los pequeños comerciantes que han perdido capacidad competitiva.

El populismo de izquierda centra su animadversión en condiciones económicas adversas, identificadas con las política desarrolladas por la élite dominante. El desplazamiento o la pérdida de oportunidades económicas constituyen el eje central de su agravio. El populismo de derecha, en cambio, extiende su rechazo a los inmigrantes, los cuales se transforman en expresión de pérdida de identidad nacional o de abuso de los beneficios sociales destinados a los nacionales.

Mientras el populismo pareciera adentrarse en el ocaso en América Latina, invade con fuerza los predio del mundo desarrollado.