El “caso Snowden” y las erráticas relaciones transatlánticas

La confusión y cierta dosis de truculencia parecen presagiar escenarios inciertos para el “caso Snowden”, cuya dinámica parece ser más crítica desde la perspectiva de las relaciones transatlánticas. Los ejemplos más evidentes de esta delicada coyuntura se focalizan en la crisis desatada por el turbulento periplo europeo del presidente boliviano Evo Morales, en especial ante la arrogante posición por parte de los gobiernos de España, Francia, Portugal e Italia de negarle el paso aéreo a su avión presidencial; en la evidente sumisión europea a los imperativos de seguridad de Washington, igualmente erráticos al confirmarse que Snowden no estaba en ese avión presidencial; y finalmente ante la oficial petición de asilo para Snowden realizadas por Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, cuyo impacto tendrá evidentes repercusiones a la hora de configurar un nuevo contexto en las relaciones entre la UE, América Latina y EUA.

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La confusión y cierta dosis de truculencia parecen presagiar escenarios inciertos para el “caso Snowden”, cuya dinámica parece ser más crítica desde la perspectiva de las relaciones transatlánticas. Los ejemplos más evidentes de esta delicada coyuntura se focalizan en la crisis desatada por el turbulento periplo europeo del presidente boliviano Evo Morales, en especial ante la arrogante posición por parte de los gobiernos de España, Francia, Portugal e Italia de negarle el paso aéreo a su avión presidencial; en la evidente sumisión europea a los imperativos de seguridad de Washington, igualmente erráticos al confirmarse que Snowden no estaba en ese avión presidencial; y finalmente ante la oficial petición de asilo para Snowden realizadas por Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, cuyo impacto tendrá evidentes repercusiones a la hora de configurar un nuevo contexto en las relaciones entre la UE, América Latina y EUA.

Siendo ya oficial la petición de asilo político para Snowden por parte de Venezuela, la cual se suma a las anteriormente realizadas por Ecuador, Bolivia y Nicaragua, y mientras la UNASUR, el ALBA y la OEA condenaron la posición europea hacia lo que catalogaron como un “secuestro” de Evo Morales, el escenario actual refleja probablemente el nivel más bajo y delicado en las relaciones bilaterales a ambos lados del Atlántico.

Tomando en cuenta que el polémico “caso Snowden” no deja indiferente a ningún gobierno, su incierta evolución no clarifica en qué puede terminar esta situación. El mejor reflejo de los vaivenes de esta polémica fue la actitud europea tras la visita del presidente boliviano Evo Morales a Moscú, en cuyo aeropuerto aparentemente está refugiado el informático estadounidense Edward Snowden.

Las 13 horas que debió permanecer Evo Morales en Viena tras imposibilitarse su regreso a Bolivia por parte de los gobiernos de España, Italia, Francia y Portugal, los cuales cerraron sus respectivos espacios aéreos para el avión presidencial boliviano ante las presuntas especulaciones de que el mismo llevaba a Snowden hacia Bolivia, revela diversas variables sobre la errática relación que se ha instalado desde hace tiempo entre Europa y América Latina.

La sumisión europea a Washington

La primera de estas variables se focaliza en la absoluta miopía política y diplomática por parte de estos países europeos al plegarse por completo a las exigencias de Washington, factor que legitima aún más las acusaciones de Evo Morales y de sus aliados, especialmente Venezuela, Ecuador y Argentina, de que los gobiernos español, francés, portugués e italiano son “lacayos del imperio yanqui”.

En este sentido, la actitud por veces arrogante de la diplomacia europea, principalmente española, de negarse aunque sea tímidamente a pedir disculpas a Evo refleja el bajo nivel de intensidad en las relaciones entre Europa y América del Sur y el escaso tacto diplomático europeo (y específicamente español) a la hora de manejar este tipo de crisis con un mínimo de pragmatismo, coherencia y autonomía.

La segunda variable puede suponer que, detrás de este distanciamiento bilateral en las relaciones transatlánticas, pudieran igualmente existir razones más bien de carácter ideológico, especialmente por parte de los gobiernos de Bolivia, Venezuela y Ecuador. Aquí se imponen imperativos diplomáticos y hasta geopolíticos con diversos niveles de legitimidad, tomando en cuenta que tanto el “caso Snowden” como la “crisis Evo” pueden suponer con el paso de tiempo unas especies de válvulas de presión por parte de estos países latinoamericanos hacia la UE y hacia gobiernos como el español, especialmente en casos sensibles para las relaciones bilaterales como son las inversiones de multinacionales europeas y españolas en América del Sur.

Tangencialmente, esta presión estaría dirigida igualmente hacia Washington, tomando en cuenta que Caracas, La Paz y Quito normalmente sacan provecho político de las tensiones diplomáticas con EUA. Esta presión corre paralelo a la evidencia de dominación política estadounidense hacia los países europeos que negaron el paso del avión de Evo, aspecto que igualmente confirma la práctica inexistencia de una política exterior autónoma por parte de la UE, sujeta básicamente a los imperativos “atlantistas” focalizados desde Washington.

Del mismo modo, es evidente el fomento de crasos errores en materia de seguridad e inteligencia por parte de Washington al finalmente verificarse que Snowden no estaba en ese avión presidencial. Las recientes evidencias establecidas por las revelaciones de Snowden de que Washington mantiene un “macroespionaje” a nivel global, el cual incluye en el ámbito latinoamericano a potencias emergentes como Brasil, muy seguramente intensificarán el estupor y el distanciamiento de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador con respecto a EUA y Europa.

El mar de la confusión

El otro problema, obviamente, es logístico. La ruta de traslado de Snowden a los países que solicitaron su asilo supone un problema de seguridad sumamente crítico. Muy probablemente, esta perspectiva ha persuadido a Rusia a intentar convencer a los aspirantes de asilo a no cometer imprudencias.

La confusión sobre este caso se intensifica ante la inverosímil actitud de un diputado ruso, Alexei Pushkov, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Duma o Parlamento ruso, quien llegó a publicar esta semana en su cuenta en Twitter que Snowden ya había aceptado el asilo.

La descalificación de esta declaración de Pushkov provino nada menos que de Wikileaks, cuyo director Julian Assange, refugiado en la embajada ecuatoriana de Londres, ha mostrado su solidaridad con Snowden. Wikileaks llegó a cuestionar la veracidad de la declaración de Pushkov asegurando que Snowden no había aún aceptado asilo alguno. El propio Pushkov debió inmediatamente enmendar su error borrando este twitter de su cuenta.

La intervención de Wikileaks revelaría igualmente la muy probable existencia de una conexión de fuentes de alto nivel con capacidad para aproximarse a Snowden. Pero la posición rusa es, igualmente, confusa, intensificada por la presunta ingenuidad del diputado Pushkov. Lo más probable es que el gobierno de Vladimir Putin pulse con mayor celeridad hacia dónde puede decantarse el caso Snowden, y cómo el mismo puede servir para presionar a Washington.

Otro factor a tomar en cuenta tiene que ver con las repercusiones del caso Snowden en la geopolítica global. Las evidencias del “macroespionaje” global de Washington está surtiendo efectos colaterales. En una reunión llevada a cabo la semana pasada en Vladivostok (Rusia), entre países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), se acordó la cooperación en materia de ciberseguridad para la colocación de un cable de fibra óptica que vinculará a los BRICS con una veintena de países africanos para 2015(1). Así, el “macroespionaje” estadounidense revelado por Snowden ya es interpretado como una amenaza para la seguridad internacional.

¿Un caso sin solución?

El silencio europeo ante las acusaciones de Evo y sus aliados de haber recibido una “humillación”, de sufrir un “delito” y una “falta de respeto” igualmente certifica la escasa capacidad europea para solucionar una crisis diplomática causada por plegarse por completo a las exigencias estadounidenses.

Contradiciendo su posición inicial de no pedir disculpas, el ministro español de Exteriores, García Margallo, declaró esta semana estar dispuesto disculparse ante el gobierno de Evo Morales por la polémica suscitada durante su periplo europeo. En todo caso, Margallo matizó que no pediría disculpas a Evo por el caso Snowden ya que aseguró que el gobierno español había recibido supuestas evidencias de que Snowden estaba en el avión.

En todo caso, y si bien el pragmatismo finalmente podría aparecer en escena como medida para apaciguar las tensiones, la crisis actual puede provocar un período de ruptura técnica de contactos entre Europa y América Latina. En lo referente al futuro de Snowden, está por ver si finalmente este caso se dirimirá como un aspecto bilateral entre EUA y Rusia, toda vez que cualquier escenario alternativo, como la incierta salida de Snowden hacia Ecuador o Venezuela para consolidar el asilo político, incrementará aún más las tensiones transatlánticas.

Pero existen otras variables que intensifican aún más la confusión. A pesar de inicialmente posicionarse como el más férreo defensor del asilo a Snowden, el presidente ecuatoriano Rafael Correa llegó reconsiderar esta posición cuando la semana pasada declaró ante el diario británico The Guardian que otorgarle un presunto salvoconducto a Snowden para venir a Ecuador fue “un error”.

Suavizando su posición sobre el caso Snowden, Correa parece ahora pasarle el testigo al presidente venezolano Nicolás Maduro, actualmente el más firme defensor de darle el asilo, humanitario y político, al propio Snowden.

El asunto es que es ahora Venezuela aparece como la más posicionada en este asunto. Incluso, el caso Snowden ya forma parte de la agenda internacional de Caracas, tal y como se observó esta semana durante la visita a China realizada por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Desde Pekín y muy probablemente aprovechando su visita a una potencia como China, país donde comenzó la polémica suscitada por el caso Snowden, Cabello reafirmó las intenciones de Caracas de otorgarle el asilo a Snowden al mismo tiempo que presionaba a Washington de no dar más obstáculos para el mismo.

Sólo queda observar si finalmente la reciente petición de asilo por parte del presidente venezolano Maduro puede surtir efecto. En pocas palabras, el “caso  Snowden” se ha convertido en una historia a veces inverosímil, truculenta y surrealista, la cual ni siquiera podría haber imaginado el mismísimo John Le Carre, autor de auténticos best seller sobre historias de espionaje de la “guerra fría”.

 

Cita Bibliográfica:

(1) ESCOBAR, Pepe, “Snowden, towards and endgame”, Asian Times On Line, 9 de julio de 2013. Ver en: http://www.atimes.com/atimes/World/WOR-01-090713.html