El Tercer Plenario y la criptopolítica china

Altas expectativas circundan la tercera sesión plenaria del CC del PCCh. No falta incluso quien le atribuye una trascendencia “histórica”, equiparable a la de 1978, que dio inicio a la reforma y apertura. Si finalmente resulta que todo se queda en un hábil manejo de la estrategia de comunicación para crear una atmósfera artificial pero sin contenido sustancial será inevitable la decepción, que a buen seguro la habrá entre quienes elevan sus apuestas a la estratosfera política. De entrada, si se plantea como una profundización de la reforma –y así se ha dicho-, no tendrá aquella repercusión, en su tiempo ciertamente radical.

Apartados xeográficos China e o mundo chinés
Idiomas Castelán

Altas expectativas circundan la tercera sesión plenaria del CC del PCCh. No falta incluso quien le atribuye una trascendencia “histórica”, equiparable a la de 1978, que dio inicio a la reforma y apertura. Si finalmente resulta que todo se queda en un hábil manejo de la estrategia de comunicación para crear una atmósfera artificial pero sin contenido sustancial será inevitable la decepción, que a buen seguro la habrá entre quienes elevan sus apuestas a la estratosfera política. De entrada, si se plantea como una profundización de la reforma –y así se ha dicho-, no tendrá aquella repercusión, en su tiempo ciertamente radical.

Por otra parte, la abundancia de especulaciones en cuanto al alcance de los cambios sugiere la perennidad de una práctica política que navega entre el derecho incontestable del PCCh a debatir internamente sus lineamientos generales y la necesidad de equilibrar la opacidad entendida como derecho de sus más de 80 millones de militantes con el otro derecho democrático de los ciudadanos a un conocimiento que hoy debe simplemente descifrar. Entre el derecho a dirigir y el derecho a opinar se abre un foso insorteable que confía a la lucidez de los máximos dirigentes el destino inmediato del país. Sería bueno, por ejemplo, conocer el parecer de los ocho partidos democráticos y legales que participan en la Conferencia Consultiva, recluidos en un seminario que tiende a ejercer las veces de un simulacro de consulta.

Igualmente, cabe tener presente que tal modo de proceder encuentra en lo consuetudinario de la cultura tradicional china un arraigo de comprensión que parece combinar a la perfección con los preceptos del marxismo-leninismo y el centralismo democrático que aun figuran en el sancta sanctórum del PCCh. A esas dos obediencias, una latente e inspiradora y la otra estatutaria, se suma la aquiescencia de una ciudadanía que “espera” buenas noticias de un cónclave donde quienes pueden saber afrontan el reto de acertar.

No cabe pues sino seguir el rastro disperso de las declaraciones de los dirigentes y las voces oficiales a quienes ahora se suman los pareceres de académicos y especialistas de diversos campos que enuncian sus recomendaciones y las alegorías de los periodistas próximos al poder que con epítetos rotundos pero igualmente vagos sugieren posibles rumbos en cuantía indeterminada. Entrecomillada, la criptopolítica china  nos lleva así una y otra vez a ejercitar la lectura en el poso de las hojas de té para intentar adivinar los derroteros que nos aguardan.

La agenda es amplia, las esperanzas mayores… ¿las frustraciones? Esperemos que las mínimas posibles.