Estados Unidos y América Latina: Las tres caras de una relación

Las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica se han desenvuelto dentro de ocho capítulos históricos bien definidos. La etapa de la “Doctrina Monroe” resulta central entre 1823 y 1845; el “Destino Manifiesto” ocupa los años comprendidos entre 1845 y 1898; la fase del “Imperio” prevalece entre 1898 y 1933; la “Buena Vecindad” se expresa entre 1933 y 1947; la “Guerra Fría” va de 1947 a 1989 y, entre 1989 y 2017, se impone el período de comercio, drogas y seguridad. A partir de esta última fecha se inicia con Donald Trump un nuevo capítulo de contornos aún imprecisos.

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Las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica se han desenvuelto dentro de ocho capítulos históricos bien definidos. La etapa de la “Doctrina Monroe” resulta central entre 1823 y 1845; el “Destino Manifiesto” ocupa los años comprendidos entre 1845 y 1898; la fase del “Imperio” prevalece entre 1898 y 1933; la “Buena Vecindad” se expresa entre 1933 y 1947; la “Guerra Fría” va de 1947 a 1989 y, entre 1989 y 2017, se impone el período de comercio, drogas y seguridad. A partir de esta última fecha se inicia con Donald Trump un nuevo capítulo de contornos aún imprecisos.

Bien valdría la pena hacer referencia al penúltimo capítulo, iniciado con Bush padre y finalizado en lo esencial con la salida de Obama de la Casa Blanca. Dentro de éste, Washington focalizó su relación con la región en tres temas, con exclusión manifiesta de consideraciones más amplias. Los mismos fueron comercio, drogas y seguridad. El componente comercio, dentro de esta trilogía, cobra forma con la Iniciativa de las Américas.

Si bien ésta estaba compuesta por tres vertientes, la única significativa fue la referente al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la cual buscaba materializarse a través de múltiples acuerdos de esta naturaleza con los países de la región. Dentro de ellos el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que incluía a México, fue el primero en la fila. También durante la Administración del primer Bush cobra forma la llamada “Guerra contra las Drogas”. Lo característico de la formulación inicial de ésta es que, a diferencia de los períodos presidenciales sucesivos, se enfatizaba la erradicación del consumo doméstico y no el suministro externo.

Bill Clinton daría continuidad al binomio anterior. Sin embargo, ampliaba la naturaleza de la lucha contra las drogas para incluir allí un componente de seguridad. El tema comercio se materializaría con el seguimiento y conclusión de las negociaciones del TLCAN. La guerra contra las drogas, como señalado, se ampliaría al combate contra las guerrillas de izquierda en Colombia. Ello dentro del contexto del Plan Colombia. A partir de esta presidencia, el tema drogas pasa a visualizarse desde la óptica del trafico externo y no de los consumidores domésticos.

El segundo de los Bush daría continuidad al Área de Libre Comercio de las Américas con la firma de tratados de libre comercio con Chile en 2004, América Central y República Dominicana en 2005 y Perú en 2007. No obstante en 2003 se decidiría, conjuntamente con las naciones latinoamericanas, no extender el ALCA más allá de los países que para ese momento lo estaban negociando. Ello incluía, en adición a los ya señalados, a Colombia y Panamá. Durante este período toma forma la llamada Iniciativa de Mérida, mediante la cual Washington transfiere recursos económicos y militares a México y a América Central para combatir a los carteles de la droga.

Durante la Administración Bush se inicia un marcado distanciamiento con América Latina. Ello tuvo dos causas básicas. La primera es la prepotencia con la cual Estados Unidos pretendió enlistar a América Latina en su lucha contra los fantasmas reales e imaginarios post 11 de Septiembre. Tales fantasmas expandían el componente seguridad más allá de su marco vernáculo inicial. Sólo Colombia, República Dominicana y algunos países centroamericanos se plegarían a las exigencias estadounidenses en esta materia. La segunda razón fue la aparición en nuestros predios, virtualmente de la nada, de China. Las corrientes de comercio e inversión de allí derivadas brindarán a las naciones de la región una libertad de maniobra inédita, posibilitando actitudes más asertivas frente a Washington.

La llegada de Obama a la Casa Blanca despertó inmenso entusiasmo en la región, asumiéndose que ella traería mayor comprensión y afinidad con nuestras realidades. Lo característico de esta Administración, no obstante, fue la carga inercial de las políticas heredadas. En 2011, Colombia y Panamá firmaban sus acuerdos de libre comercio con Washington. De resto, la obsesión con terroristas y narcotraficantes se convirtió en el elemento dominante de estas relaciones. A la mitad del segundo período Obama, sin embargo, tomo forma la única iniciativa novedosa de esta presidencia: la apertura de compuertas con Cuba. Aunque modesta en su ambición, fue la única política de estos lustros que realmente trascendió la trilogía comercio-drogas-seguridad.

La llegada de Trump a la presidencia vino a alterar el capítulo iniciado durante el primer Bush. Aún no es claro cuanto de éste sobrevivirá. Sin embargo el tema comercio, componente fundamental de la trilogía, sale de escena. Más aún los socios del ALCA, los más cercanos a Washington dentro de la región, se convierten ahora en antagonistas. El “América Primero” de Trump parece iniciar un nuevo capítulo aún por definirse. Dentro de él, el alejamiento iniciado con Bush se incrementará y el nuevo Norte de la region se trasladará inevitablemente al Este de Asia.