¿Militarismo chino?

China dio a conocer la previsión de crecimiento de sus gastos en defensa para 2014: 12,2%, un 1,5% más que en 2013. En los últimos años, ha superado ostensiblemente la cifra de crecimiento del PIB, si bien en su conjunto dicho valor equivale aun a la mitad de la media mundial del 3%. La de 2014 es la más elevada desde 2011. En términos per capita, China, dado su volumen de población, sigue naturalmente muy a la zaga de otros países desarrollados. No obstante, algunos informes apuntan que siguiendo la estela de otros órdenes, en 2030, el gasto militar de China superará al de EEUU, aun a gran distancia de todas las demás naciones del mundo. Pero, ¿cuánto hay de verdad y cuánto de alarmismo?

Apartados xeográficos China e o mundo chinés
Idiomas Castelán

China dio a conocer la previsión de crecimiento de sus gastos en defensa para 2014: 12,2%, un 1,5% más que en 2013. En los últimos años, ha superado ostensiblemente la cifra de crecimiento del PIB, si bien en su conjunto dicho valor equivale aun a la mitad de la media mundial del 3%. La de 2014 es la más elevada desde 2011. En términos per capita, China, dado su volumen de población, sigue naturalmente muy a la zaga de otros países desarrollados. No obstante, algunos informes apuntan que siguiendo la estela de otros órdenes, en 2030, el gasto militar de China superará al de EEUU, aun a gran distancia de todas las demás naciones del mundo. Pero, ¿cuánto hay de verdad y cuánto de alarmismo?

Se discute en primer lugar la autenticidad de la cifra china (casi 132 mil millones de dólares). Algunos analistas consideran que la cifra real podría superar los 200.000 mil millones, es decir, rondando el 35% del presupuesto actual de EEUU, aunque estas estimaciones sobre las diferencias entre la previsión oficial y el gasto real son difíciles de acreditar. Por otra parte, ante las exigencias exteriores de transparencia, indispensable para generar confianza, y el aumento del diálogo militar bilateral, especialmente con EEUU, es probable que cada vez se acerquen más el gasto oficial y el gasto real, de lo contrario ese diálogo solo puede terminar en fracaso. Y a China no le interesa ese escenario. Asimismo, cabría tener en cuenta que el presupuesto militar chino incluye partidas de gasto específicas que lo diferencian de otros ejércitos del mundo y por lo tanto no es del todo homologable.

En cualquier caso, sí es relevante que la cifra de este año viene a confirmar el divorcio de la relación entre crecimiento del PIB y del gasto en defensa. En 2014, estará casi cinco puntos por encima de la previsión (7,5%). Además, con una previsión de inflación baja (3,5%). El dato revela que la mejora en defensa constituye una de las prioridades de las autoridades chinas en esta década y es probable que este ritmo se mantenga en el futuro inmediato. Esto significa que en los dos lustros del mandato Xi-Li, el salto en capacidades tecnológicas, en personal y en capacidad de combate podría llegar a ser relevante. Cabe contextualizar esta dinámica en el marco de la creación del Consejo de Seguridad Nacional que preside el propio Xi Jinping, asistido por dos aleros, Li Keqiang y Liu Yunshan.

Los datos y gestos de los  últimos tiempos, con la mejora de equipos y dotaciones y la multiplicación de los ejercicios militares, especialmente en su franja marítima, llevan a algunos a pensar que China se está preparando para un conflicto inevitable por la hegemonía regional y global que podría tener en las islas Diaoyu/Senkaku y en su enfrentamiento con Japón su razón de ser. Pero igualmente China lleva muchos años haciendo ejercicios y reforzando dispositivos frente a Taiwan y esto no quiere decir ni mucho menos que una invasión esté cerca.

La mejora de las capacidades de defensa chinas forma parte del proceso modernizador y arranca, como poco, en 1964. Con el aumento de su poder económico se visualiza inevitablemente. Pero para alcanzar la modernización integral que persigue necesita un entorno pacífico. Esto no quiere decir que podamos excluir del todo un enfrentamiento militar, sino que su prioridad es otra y la función principal de su política de defensa es blindar su soberanía y su proyecto, por otra parte carente de mesianismo. El objetivo de Japón es utilizar la amenaza china para modificar la Constitución y emanciparse del tutelaje de Washington. Una vez lo consiga (2015), el paso siguiente podría ir en otra dirección.

China se enfrenta a retos de seguridad cada vez más severos, tanto internos como externos. A la agudización de las tensiones nacionalistas internas con el pulso terrorista en Xinjiang, se suma el desencuentro con la derecha japonesa, las diferencias con otros países vecinos por el control de las aguas del Mar de China meridional y ese anuncio de EEUU de desplegar en la región hasta el 60% de su flota en 2020. Desde el punto de vista histórico, China ha interiorizado que su decadencia evolucionó en paralelo a su hermetismo y atraso, que le impidieron disponer de medios eficaces para contrarrestar las cañoneras de Occidente que en el siglo XIX diezmaron su territorio. Visto lo visto, un auge sin protección no es imaginable. Por otra parte, bien es verdad que en los últimos tiempos ha comenzado a asumir mayores responsabilidades internacionales y de hecho es hoy el  miembro del Consejo de Seguridad que aporta más efectivos a las misiones de paz de la  ONU.

La amenaza de una acción o conflicto militar en los próximos 10 años es alta en Asia, repiten unos y otros, culpándose mutuamente de la espiral de aumento de la tensión y del gasto militar. Si a ello unimos la inexistencia de estructuras multilaterales de seguridad acreditadas, la fragilidad es notoria. China ha mostrado su preferencia por escenarios de diálogo a nivel bilateral, pero probablemente son insuficientes a día de hoy para generar la confianza que debe servir de complemento a sus ambiciosos proyectos económicos para la región.