¿Sobreviviremos al desempleo que la tecnología traerá consigo?

En 1965 Gordon Moore publicó uno de los artículos más significativos de las últimas décadas. En él predecía que el poder de los semiconductores se duplicaría cada año. Su planteamiento desbordó sin embargo el campo de los semiconductores, para extenderse al conjunto de la tecnología digital. A su vez el plazo de doce meses fue extendido a dieciocho. Esta capacidad de duplicar su capacidad en tan corto tiempo, propio de esta tecnología, es conocida como la Ley de Moore.

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En 1965 Gordon Moore publicó uno de los artículos más significativos de las últimas décadas. En él predecía que el poder de los semiconductores se duplicaría cada año. Su planteamiento desbordó sin embargo el campo de los semiconductores, para extenderse al conjunto de la tecnología digital. A su vez el plazo de doce meses fue extendido a dieciocho. Esta capacidad de duplicar su capacidad en tan corto tiempo, propio de esta tecnología, es conocida como la Ley de Moore.


            Ello recuerda al ejemplo emblemático del grano de trigo y el tablero de ajedrez. Según el mismo, si se coloca un grano en el primer casillero, dos en el segundo, cuatro en el tercero, y se va duplicando la cantidad de granos hasta llegar al casillero número 64, nos encontraremos con que la cantidad final de granos sobre el tablero deberá haber superado los 18 billones (millón de millones). Harían falta las cosechas mundiales de más de veintiún mil seiscientos años para alcanzar tal cantidad de granos (Ver Eric Weisstein, “Wheat and chessboard problem”,http://mathworld.wolfram.com/WheatandChessboardProblem.html).

La segunda mitad del tablero

            Según Erik Brynjolfsson y Andrew McAffe en estos momentos nos encontramos en la segunda mitad del tablero de ajedrez en cuanto al poder de la tecnología digital se refiere, con lo cual la naturaleza de los cambios que habrán de darse en estos próximos años resultarán inconmensurables (The Second Machine Age, New York, 2014). Los avances en curso abrirán las compuertas de la ciencia de manera inédita, representando grandes avances para la humanidad. Lamentablemente traerán también consigo retos y amenazas que pueden desbordar toda capacidad de respuesta. El área del empleo será sin duda una de las más afectadas. De acuerdo a Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, en poco más de una década la mitad de los puestos de trabajo en Estados Unidos pueden verse arrasados por la tecnología digital (“The Future of Employment: How Susceptible are Jobs to Computarization”, Oxford University, September 17, 2013).

            Poco a poco los empleos rutinarios y repetitivos han venido siendo suplantados por la computación y la robótica, expresiones de la tecnología digital. Sin embargo, esta última está ya adentrándose en los espacios laborales que requerían de pensamiento analítico y alto nivel de educación. Desde radiólogos hasta médicos internistas, desde periodistas hasta analistas financieros o políticos, desde juristas hasta corredores de bolsa, son incontables las áreas profesionales que han entado en cuenta regresiva de supervivencia. 

            Un proceso y un ejemplo pueden contribuir a explicar lo anterior. El primero es lo que en inglés se conoce como “big data” y que podría traducirse aproximativamente como información amplia. De acuerdo al mismo todo el universo de información disponible en la esfera digital puede ser instantáneamente “accesado” y cotejado por la computación. El ejemplo de su lado se refiere al célebre ordenador Watson de IBM. Luego de diversas proezas en materia de pensamiento analítico, ésta se ha adentrado en el campo del diagnóstico médico. ¿Puede algún profesional de la medicina competir con una máquina que está en capacidad de pasar revista inmediata a todos los trabajos médicos publicados, a todas las convenciones médicas celebradas, a todos los diagnósticos médicos digitalizados para, luego de cotejar y analizar todas las fuentes, emitir un diagnostico?  

Tablas de salvación

            ¿Cómo sobrevivir a la avalancha que se nos viene? De partida habría dos pasos a dar. Uno es identificar los puntos débiles de la tecnología digital para construir sobre ellos nuestros núcleos duros de defensa. Las áreas donde las máquinas no pueden competir con los humanos son claras: la creatividad, las emociones y la movilidad. En ellas habría por tanto que apertrechar defensas. Dos, estar anímicamente preparados para la educación continua y la reinvención profesional periódica.

            Thomas Davenport y Julia Kirby asocian la capacidad de no ser desplazados por las máquinas a la posibilidad de convivir con ellas. Ello sobre la base de cinco opciones. Primero, situarse por encima de ellas. Es decir, apuntar a la gran visión de conjunto, al alto nivel de abstracción donde las máquinas no llegan y donde sería posible por ende dirigirlas. Segundo, situarse al lado de éstas. Es decir, enfatizar tareas donde las maquinas no pueden afectarnos como sería el desarrollo de las “múltiples inteligencias”: la emocional, la interpersonal, la intrapersonal, etc. Tercero, situarse al interior de ellas. Es decir, hacer que las máquinas hagan una mejor labor. Cuarto, situarse al margen de éstas. Es decir, identificar nichos profesionales que no resulten económicos de automatizar. Quinto, situarse por delante de ellas. Es decir, promover el desarrollo de los nuevos avances digitales (“Man and Machine”, Harvard Business Review, June 2015).

            ¡Que Dios nos agarre confesados!