El 6 de septiembre las tropas ucranianas sorprendieron con una impetuosa contraofensiva en la provincia de Járkiv. En julio pasado, el alto mando del ejército hizo saber al público que el presidente Zelenskii había dado la orden de comenzar con la liberación del sur de Ucrania. Era lo que todos estaban esperando, tanto los implicados en el conflicto, como los observadores. En julio iba a llegar el grueso de las armas prometidas por Occidente, sin las que Ucrania no estaba en condiciones de cambiar la situación a su favor: los rusos dominaban en el aire, pudiendo alcanzar casi impunemente objetivos en todo el territorio del país; en la línea del frente un disparo de la artillería ucraniana era respondido por 40 a 50 disparos rusos, según un combatiente ucraniano; para el otoño la relación se redujo más de diez veces.