China ha acrecentado su participación en la administración del orden internacional y, en consecuencia, ha aumentado su responsabilidad en los asuntos vinculados a la seguridad y la paz internacional. Esto se explica por el ascenso internacional de China como gran potencia, proceso que se aceleró entre 1989 y nuestros días.
La posición de un país en el sistema internacional guarda relación con sus capacidades, mensuradas en términos de poder. Con lo cual, la apreciación o depreciación de esas capacidades induce el devenir del ciclo político, el cual se manifiesta atravez de las fases de expansión, status quo y contracción (Bolinaga, 2009). Mientras que la expansión supone una mejora en la posición internacional de un país, la contracción del sistema político opera sobre un declíve de dicha posición. La teoría del ciclo político (Doran, 1983), explica cómo el direcorio de grandes potencias ha reformulado su
composición a travez del tiempo, expulsando los países que han depreciado sus capacidades e incorporando aquellos que las han apreciado.
Actualmente, esta secuencia nos posiciona frente al ascenso de China y su incorporación al directorio de grandes potencias. De ahí entonces que, el objetivo es este artículo es analizar los aspectos económicos, militares y políticos que sustentan el ascenso de China como gran potencia a principios del siglo XXI.