Narcoeconomía y realidad en el futuro del Hemisferio Occidental

Latinoamérica manifiesta un complicado escenario en relación al impacto económico que día a día produce el tráfico ilícito de drogas (TID). Si bien lo tradicional era que los países pobres concurrieran en el negocio de las drogas como centros de producción y tráfico, en los últimos años se ha registrado un aumento y expansión de su consumo que ya no sólo incluye a la subregión andina, México, Centroamérica y el Caribe, sino que también adhiere a los países del Cono Sur y África Occidental.

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Latinoamérica manifiesta un complicado escenario en relación al impacto económico que día a día produce el tráfico ilícito de drogas (TID). Si bien lo tradicional era que los países pobres concurrieran en el negocio de las drogas como centros de producción y tráfico, en los últimos años se ha registrado un aumento y expansión de su consumo que ya no sólo incluye a la subregión andina, México, Centroamérica y el Caribe, sino que también adhiere a los países del Cono Sur y África Occidental.

La inestabilidad política que padece Chile y las buenas relaciones que mantiene la administración de Sebastián Piñera con Washington, unido a las evidencias del acrecentamiento de los problemas relacionados con el TID y otros delitos conexos, en la subregión, son atenuantes suficientes como para calificar al Cono Sur como otro foco neurálgico del “narcotráfico” al cual los EE.UU. pudiera ajustar a su esquema imperial en los próximos años. El hecho de que esta potencia identifique a Argentina como un mercado importante de drogas, complica aún más la cuestión.

Al incorporarse los países del Cono Sur y África Occidental en el negocio, no sólo aumenta el número de países implicados sino también los índices de producción- tráfico y, en menor medida, el consumo, que para un futuro no muy lejano pudieran tener niveles mucho mayores. 

Si se toma en cuenta, que el acelerado desarrollo del comercio de estupefacientes y la situación de países como México hace sólo una década atrás, se pueden apreciar las potenciales amenazas que se vislumbran para el Cono Sur y África Occidental a la fecha señalada anteriormente. La tendencia que se va imponiendo en este tipo de tráfico, es que los países que comienzan como corredores van aumentando paulatinamente su consumo doméstico e inician su propia producción.

El abaratamiento que se  produce en el mercado con las drogas sintéticas, por las facilidades para su producción, permite que se logre una mayor socialización de la mercancía, que ya no se limita a los consumidores de primer mundo, sino que comienza a surgir, aunque en menor escala, un peligroso espacio en los países subdesarrollados para las DI, sobre todo las de tipo sintético. 

En este sentido, el gobierno norteamericano expone el aumento de las incautaciones de toneladas métricas de cocaína en la región, como un triunfo total, mas ello no responde efectivamente a la reducción del problema. De hecho, uno de los elementos que mantienen y elevan los precios, es el encarecimiento de la transportación, en tanto los cárteles deben invertir más en seguridad, ampliando sus vínculos con empresas legales vinculadas con el comercio de armas y el blanqueo de dinero.

 Ello coincide con un momento de contracción del mercado estadounidense, que no responde a la eficacia de las políticas hegemónicas para su control, sino al cambio de patrones de consumo, de la cocaína a las drogas sintéticas, de allí que el director ejecutivo de la ONUDC, expresara: “La moda de las drogas sintéticas de diseño que imitan a las sustancias ilegales neutraliza los progresos observados en los mercados tradicionales de la droga.”1

El enfoque imperial, deja a un lado las formas de procesamiento de las drogas, el control de la demanda y el consumo, así como los disímiles nexos existentes entre los cárteles, el crimen organizado trasnacional, los políticos, comerciantes, banqueros y empresarios, sin los cuales no fuera posible reproducción de ese negocio. 

Con la liberalización de las economías y de los mercados financieros el TID se extiende por todo el mundo. La disminución de los precios de la cocaína desde los años 90 y la militarización de la guerra contra las drogas, han acrecentado los conflictos entre los cárteles por el control de territorios, en un intento por monopolizar las áreas para crear oligopolios y aumentar así su papel en el mercado. La característica de esta mercancía hace que los precios, la oferta y la demanda sean menos elásticos, en lo que también sirve de apoyo la guerra antidroga de los Estados Unidos. 

Este negocio cuenta con un mercado de primer mundo, por lo que las producciones de los países pobres suelen ser muy rentables, debido al abaratamiento de la mano de obra. Los campesinos que producen las materias primas para estas drogas son los que menos beneficios recogen, pero su nivel de vida es tan básico, que le es más rentable su producción que la de otros productos agrícolas, ante la ausencia de programas sociales que alienten la erradicación de los cultivos de hoja de coca y cannabis. 

El negocio del TID, es el segundo en movimiento de capitales del mundo, después del petróleo, por las ganancias extraordinarias que provee. Se  estima que comercialización genere alrededor de 320 000 millones2 de dólares anuales, con un mercado de unos 200 millones de consumidores a nivel global. Esta economía genera “(…) 300,000 empleos para campesinos de los Andes sudamericanos que participan como proveedores de materia prima: coca (200,000 has), amapola (1,500 has) y marihuana (no menos de 1,000 has), que proveen para los mercados regionales internacionales.”3

Su peculiaridad consiste en la ilegalidad, los peligros y las consecuencias que acarrea. Los efectos de la globalización en los países latinoamericanos y el contexto de crisis de la economía global, han influenciado en la inserción de sectores poblacionales rurales del tercer mundo,  en la economía agraria ilícita, para la producción de plantas que sirven de materia prima para las drogas. 

Las experiencias han reflejado que las limitantes de la política antidroga desplegada por los EEUU en América Latina, concentradas en la fumigación de los cultivos son contrarias a las aplicadas en Asia Central, específicamente en Afganistán. 

Sin embargo, no se aplican políticas para reducir las desigualdades socioeconómicas, con una redistribución de la riqueza más justa, que posibilite la ampliación de la clase media, acortando la brecha entre ricos y pobres, lo cual impulsaría  los programas orientados a eliminar el TID y otros delitos conexos. Por el contrario, las fórmulas empleadas por el gobierno de Estados Unidos en la guerra antidroga acrecientan la dependencia económico-comercial y financiera de los países latinoamericanos y asiáticos. 

La producción de materias primas, el procesamiento, transportación y comercialización de las drogas, así como la seguridad que deben proveer para su exportación incluye a un mayor número de personas cada día, que hallan en este negocio una salida a los efectos de la crisis de la economía global sobre la pobreza y el empleo. Estas circunstancias atraen a los sectores más pobres de la sociedad, tanto de los países productores como de los consumidores a los que se dirigen, donde resultan más vulnerables los jóvenes, los migrantes y las mujeres.

El lavado de dinero y el contrabando abierto cobran auge con el TID. Nuevamente el contexto de crisis favorece el negocio, puesto que los bancos necesitan de una inyección monetaria que el TID está dispuesto a aportar con tal de blanquear sus ganancias.  Otra de las vías que hallan los narcotraficantes para el blanqueo de capitales es la inversión en el turismo, la construcción y el sector exportador.

A nivel macroeconómico, una vez que el lavado de dinero les proporciona un respaldo legal a las ganancias derivadas del TID, se introducen al sistema financiero internacional, participando en el pago de las deudas. En este sentido, las ganancias del negocio se insertan en el sistema económico mundial, apoyando la lógica neoliberal.

En los países en vías de desarrollo, es en donde más agudos son los efectos económicos del neoliberalismo y, también, del TID.Las ganancias del negocio dependen de los precios internacionales y de la demanda. Su condición de droga ilícita  aumenta los dividendos, pues toda restricción incide en el aumento del precioAsimismo,el dinero acumulado sirve para  financiar la compra de mercancías en el exterior, por lo que las divisas generadas por el TID no ingresan al país productor directamente.De esta forma, se derrumba el mito de que el negocio de las drogas es una forma de beneficiar el desarrollo de los países del Tercer Mundo, reconociéndose al TID como una forma más, de atar a estos países en la pobreza y  la dependencia de las grandes potencias; que ven en este problema una oportunidad para justificar e incrementar sus intereses económicos, políticos y militares en la región.

En América Latina aumenta la vulnerabilidad de las autoridades estatales, para el enfrentamiento a los cárteles. En el caso de Centroamérica, luego de la Conferencia de Seguridad, el pasado 22 de junio de 2011, EE.UU. propuso el llamado “Grupo de Amigos” como ayuda internacional de las potencias que luchan contra el TID en la subregión. La jefa de la diplomacia estadounidense expresó: “La estrategia debe reflejar la naturaleza trasnacional del desafío que encaramos. Los cárteles y los delincuentes no se contienen en las fronteras y por tanto nuestra respuesta tampoco debe hacerlo.”4 

Las declaraciones de la jefa de la diplomacia norteamericana, permiten dilucidar que en el nuevo panorama mundial, se asiste a un proceso de creciente privatización de la seguridad, como una nueva dimensión del avance de los procesos de privatización en general. Se está padeciendo de una securitización de los temas de mayor sensibilidad, que rebasa las fronteras nacionales, bajo el escudo político-diplomático de la lucha contra un problema de alcance mundial. Con ese objetivo, las potencias centrales incluyen, de forma creciente, al sector empresarial dentro de los entes responsables, que tratan de contrarrestar, a través de una financiación ficticia, los problemas sociopolíticos. 

El peligro de privatizar la lucha contra el TID se acentúa en los puntos abordados por la Secretaria de Estado. Para ello enfatizó: “(…) tenemos una responsabilidad compartida y ahora tenemos que verla en acción. Pero voy a recalcar que el liderazgo debe originarse en América Central, y no sólo en los gobiernos, sino también en el sector privado (…)”5 Ello refleja el interés del gobierno norteamericano, por privatizar la lucha contra el TID y afianzar sus nexos con el sector empresarial de la región.

Los países del Caribe acogidos como paraísos fiscales han servido para el lavado de dinero del narcotráfico, con una tendencia al aumento, en tanto crecen las sumas en el mercado, en lo cual ha incidido la guerra lanzada por Estados Unidos contra los cárteles en Colombia y México, fundamentalmente. De manera general, el lavado de dinero aumenta y el incremento de las incautaciones de drogas por algunos países de Latinoamérica como Colombia, evidencia también la continuidad del negocio.

El “narcotráfico” ha constituido una amenaza por su funcionalidad para fungir como colchón de los países más pobres, sobre los efectos de la crisis económica global, representando un por ciento considerable del PNB, así como por las fuentes de empleo que genera. De igual forma, ha sido acogido por empresarios en declive para recapitalizar sus finanzas.

La pobreza de los sectores rurales ha alentado la producción de la droga, incrementándose las áreas de cultivo a pesar de las políticas antidrogas, que se han trazado con ineficacia entre algunos países de la región y los Estados Unidos (el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida). La militarización  se ha profundizado en el negocio de las drogas tanto por parte del  los Ejércitos como por los cárteles, donde se destaca el Cártel de los Zeta, compuesto por ex soldados de élite del Ejército mexicano.

 Según datos oficiales de la ONU, el mercado de las drogas representa alrededor del 0,8 por ciento del PIB de los Estados Unidos; sin embargo para los países de América Latina la dependencia aumenta. La mitad corresponde al gasto en cocaína (US$ 37 mil millones, 0,4% del PNB), que representa la mayor parte de las exportaciones de drogas ilegales originadas en Colombia. Además, si se considera el valor de la cocaína en el mercado detallista de los Estados Unidos las utilidades “restituidas” por el crimen organizado en Colombia sólo representa el 5% de su valor.

Evidentemente, el negocio de las drogas desangra cada día más la región, estrechando los lazos de dependencia al imperio norteamericano, que traza sus estrategias de dominación, a conciencia de la incapacidad manifiesta de los pueblos más afectados por este flagelo, para hacer frente a un negocio que no existiera ni se reprodujera sin el vanidoso concurso del primer mundo, con sus suntuosos mercados de la droga, sus bancos que blanquean las ganancias y su complejo militar industrial, que violenta la región, con la venta liberada de armas -a la usanza de operación como la Rápido y Furioso y la Naufragio que denotan un preocupante panorama, para nuestra América Latina.



Bibliografía:
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  • Pampillón, Rafael y Verna, Gérard. “Ley del mercado y narcotráfico: el caso de Colombia”. Revista “Política Exterior”, Nº 45. Madrid, 1995.
  • Panneta, Linda. “Plan Colombia”… “plan de muerte”. http://www.visionesalternativas.com/militarizacion/articulos/pcolom/2.htm 
  • Pegoraro, Juan. “Inseguridad y violencia en el marco del control social”. “Espacio Abierto”. Vol. 10 Nº 3. Cuaderno Venezolano de Sociología, Universidad del Zulia. Maracaibo, 2001.
  • Presidencia de la República de Colombia. “Plan Colombia”. 1999. En:http://bogota.usembassy.gov/wwwsplan.shtml
  • Ruilova Quezada, Eduardo. “Colombia: El Plan Patriota y sus secuelas”http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/3324
  • Suárez Salazar, Luis (1987): "El `narcotráfico' en las relaciones interamericanas: un enfoque estructural", en Cuadernos de Nuestra América, La Habana, julio-diciembre de 1987, No. 8.
  • Suárez-Salazar, Luis. Conflictos sociales y políticos generados por la droga. En: NUEVA SOCIEDAD NRO.102 JULIO- AGOSTO 1989, PP. 107-119. 
  • Suárez Salazar, Luis (1990) "`Narcotráfico' y conflictos sociales y políticos en América Latina: algunas hipótesis", en Cuadernos de Nuestra América, La Habana, enero-junio de 1990, No. 14.
  • Soberón, Ricardo. Las tendencias del narcotráfico en América Latina. En: www.tni.org
  • Chernick, Marc W. La guerra de los Estados Unidos contra las drogas. No. 19.
  • CONACUID (1987). La Cuestión de las Drogas en América Latina -Una Visión Globa-.Caracas, Venezuela: Ministerio de Educación.
  • Chernick Marc (1992). La guerra de los Estados Unidos contra las drogas. Cuadernos de Nuestra América, IX, 80-86.

1 Bajo consumo de drogas “blandas” y se eleva el de las sintéticas: ONU. En:http://www.animalpolitico.com/2011/06/baja-consumo-de-drogas-“blandas”-y-se-eleva-el-de-las-sinteticas-onu

2 Véase: Word Drug Report de 2011. En:http://www.unodc.org/documents/southerncone//Topics_drugs/WDR/2011/Executive_Summary_-_Espanol.pdf . Otras Instituciones y autores reflejan crifras superiores que oscilan desde 400 mil a 700 mil millones de dólares.

3 Soberón, Ricardo. Las tendencias del narcotráfico en América Latina. En: www.tni.org

4 Ver: Declaraciones de Clinton en la Conferencia de Seguridad de América Central (SICA). En:http://iipdigital.usembassy.gov/st/spanish/texttrans/2011/06/20110623125007x2.171814e-03.html#ixzz7GotQjTrb

5 Ver: Declaraciones de Clinton en la Conferencia de Seguridad de América Central (SICA). En:http://iipdigital.usembassy.gov/st/spanish/texttrans/2011/06/20110623125007x2.171814e-03.html#ixzz7GotQjTrb