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La apuesta africana de China

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Los vínculos con África figuran entre las principales prioridades diplomáticas de Pekín. Sin lugar a dudas, China aspira a desempeñar un papel especialmente activo ““y competitivo”“, incluso de liderazgo, en el continente africano. Su política en relación a África está transmitiendo una imagen de progresivo liderazgo de China en el continente. (Foto: Ilustración de portada de la web de la tercera cumbre China-África).
 

El próximo día 3 de noviembre se inaugura en Pekín la tercera cumbre China-África(1). En enero de este mismo año, China ha publicado su primer documento oficial relativo a la política africana(2), en el cual propone una fórmula de relación basada en la asociación y el intercambio para el desarrollo y excluyendo de forma expresa, la ingerencia en los asuntos internos. Pekín exhibe en África su éxito como un modelo de desarrollo para los países pobres (muchos de ellos observan su éxito como un estimulo para salir de la pobreza), sin imponer ni reclamar reformas políticas o económicas para acceder a su asistencia técnica o financiera. Al actuar así, China se presenta a ojos de los estados africanos como una potencia mundial más atractiva que EEUU o la UE.

Los vínculos con África figuran entre las principales prioridades diplomáticas de Pekín. Sin lugar a dudas, China aspira a desempeñar un papel especialmente activo ““y competitivo”“, incluso de liderazgo, en el continente africano. Su política en relación a África está transmitiendo una imagen de progresivo liderazgo de China en el continente, muy alejado de las contiendas ideológicas anheladas en su día por Mao con su discurso tercermundista, y hoy centrado en la activación de intereses económicos comunes y en un compartido anhelo de no ingerencia en lo político, del que ambos pueden beneficiarse a nivel internacional.

China insiste en que actúa así porque no desea repetir los errores de los colonialistas occidentales. Las relaciones con los países africanos son cada vez más multidimensionales y más estrechas. El presidente Obasanjo proclamaba en voz alta en el banquete ofrecido en honor de Hu Jintao, de visita reciente en su país, su deseo de que China” dirija el mundo”(3).

Relaciones económicas y comerciales

El incremento de las relaciones con los principales centros económicos de África es uno de los objetivos esenciales de la diplomacia china. La estrategia china consiste en tomar posiciones en sectores poco atractivos, pero vitales para el desarrollo, ya sea la telefonía rural, la agricultura o la renovación de refinerías, para obtener más tarde el acceso a la explotación de valiosos recursos, petróleo incluido, hoy muy dominado, en general, por las grandes compañías occidentales. Los intercambios comerciales en 2005 han alcanzado la cifra de 40.000 millones de dólares, tres veces más que en 2000, lo que confirma a China como un nuevo actor económico en la región. Los países africanos reconocen el creciente protagonismo de China en la economía mundial.

China quiere asegurarse el aprovisionamiento regular de los países productores africanos, por eso centra su interés en el petróleo y otras materias primas que nutren el comercio bilateral(4). En África encuentra una importante oportunidad para diversificar sus riesgos, cuando su enorme reserva disponible de divisas (ya ha superado a Japón) necesita asegurar la mayor rentabilidad inversora. El consumo chino en materia de hidrocarburos podría doblarse de aquí a 2025. Actualmente, sus importaciones representan el 45% de su consumo, frente al 27% de 1999. En el primer trimestre de 2006 ha importado 37,1 millones de toneladas de petróleo, lo que supone un aumento del 25,3% en relación al mismo período del año anterior. China está presente en Sudán y en Libia, en Angola o en Guinea ecuatorial, Congo, Santo Tomé y Príncipe o Gabón. Es el tercer comprador de petróleo gabonés y adquiere la cuarta parte del petróleo angoleño. La importancia de África occidental en la estrategia energética china se ha concretado con la compra del 45% de una concesión petrolera off-shore en Nigeria(5) por valor de 2,2 mil millones de euros, por parte de la CNOOC (China Nacional Offshore Oil Corporation). Angola es el primer abastecedor de China, superando ya a Arabia Saudita. Angola y Sudán representan el 15% de sus importaciones de petróleo. Antes, África estaba reservada a las compañías petroleras occidentales. Ahora ya no, especialmente desde 2004.

Por otra parte, en el ámbito comercial, las sociedades chinas de diferentes sectores (desde telecomunicaciones a la construcción), se van implantando en los países de la región, donde prestan asistencia en la agricultura, la mejora de las infraestructuras rurales, etc., capítulos habitualmente descuidados por los inversores occidentales, pero que contribuyen al desarrollo de estos países. China colabora en la formación de técnicos y gestores africanos, o apoya la inversión en fábricas de transformación de sus materias primas, alentando una imagen de mayor beneficio para las colectividades locales. Desde el año pasado, 190 productos de los 28 países menos avanzados de la zona se benefician de tarifas preferenciales, a fin de facilitar sus exportaciones a China.

Los ámbitos de la cooperación son muy amplios. En Zimbawe, por ejemplo, incluyen la explotación minera, las telecomunicaciones y las infraestructuras. Pekín propone financiar centrales térmicas en este país y obtiene a cambio participación en la explotación del cromo. En Gabón, China ha invertido decenas de millones de euros en el sector de la madera (buena parte del 60% de la producción que exporta a Asia se dirige a China), en minerales y en petróleo. En Sudáfrica invierte en aluminio. En la República Democrática del Congo y en Zambia en el sector del cobre. En Etiopía sus intereses se centran en el oro, uranio, cobre o carbón, aunque también ha invertido en las telecomunicaciones, un sector prioritario, al igual que en Djibuti. En marzo de 2007, China pondrá en órbita un satélite de comunicación por encargo de Nigeria y sus técnicos se están formando en Pekín. En Marruecos, ha firmado acuerdos relacionados con la compra de fosfatos y en numerosas otras materias (desde el turismo, la cultura, la sanidad o la investigación científica) e imagina a este país como el puente entre dos continentes, Europa y África.

Además del comercio, la inversión china en África también ha crecido en los últimos años. Hace un lustro, disponía de 500 empresas implantadas en este continente, hoy se acercan a las 1.000. El Grupo chino de telecomunicaciones Hisense se ha establecido en África del Sur a mediados de la década de los 90 y recientemente aumentó su capacidad de producción local (en televisores y DVD). Ha establecido también una joint-venture entre la etíope Tacase Hydropower Station y China Hydropower Joint Group, el mayor ejemplo de cooperación entre China y un país africano, responsable del mayor proyecto de control de agua en África. La Compañía Cangshi está presente en territorio nigeriano donde ya estableció 5 empresas para la construcción de fábricas y participa en un proyecto de renovación de las vías férreas. En Angola, una de las mayores abastecedoras chinas de equipamiento de telecomunicaciones, Shanghai Bell, firmó un contrato con Angola Telecom de 60 millones de dólares para expandir su red de telecomunicaciones. En Zambia, se estableció una joint-venture entre China Non-Ferrous Minino & Construction Corp. Ltd. y Zambia Consolidated Co. of Copper Mines para la rehabilitación de minas. También en Zimbabwe, China invirtió un total de 600 millones de dólares para la construcción de diversas infraestructuras como estaciones hidroeléctricas y de carbón, puentes, aeropuertos y del más importante puesto fronterizo con África del Sur.

La inmigración china en África

Los chinos que hoy trabajan en África nada tienen que ver con aquellos que llegaban a este continente a finales del XIX o a comienzos del XX, dispuestos a trabajar en las minas sudafricanas en condiciones miserables o reemplazando a los esclavos que se iban liberando(6). Ahora construyen autopistas, ferrocarriles, hoteles, estadios, o participan en la explotación petrolera o minera (cobre, zinc, cobalto o manganeso).

En Gabón, China está construyendo construye edificios principales (desde hospitales a la residencia del Presidente, la Asamblea Nacional o Senado), financiados con sus propios préstamos a tipos de interés muy ventajosos, y con su propia mano de obra (desde arquitectos, soldadores, electricistas, mecánicos, doctores o cocineros), generando pocas oportunidades de empleo para la población local. Otro tanto hace en Cabo Verde. Los chinos soportan las duras condiciones de trabajo, cobran el doble de los africanos, pero trabajan más y mejor y más rápido.

La nueva emigración china está relacionada con los grandes contratos de trabajos públicos (canalizada directamente a través de las grandes empresas del gigante asiático que obtienen los contratos) y a los pequeños empresarios procedentes de China y de otras partes del mundo. Estos últimos viven del comercio, de la importación de productos de China, desde electrónica a textil o zapatos, a precios imbatibles, subiendo poco a poco en la escala (en Níger, ya se pueden ver motos, y en Marruecos, automóviles, de fabricación china). Esa presencia genera tensiones, a favor (por la buena relación calidad ““precio) y en contra (por la competencia desleal).

Por su parte, las industrias y las empresas chinas de trabajos públicos envían técnicos y obreros a realizar sus proyectos en África y en otras partes del mundo. Aunque lo esencial de sus actividades se encuentra en Asia, en África hay decenas de miles de obreros e ingenieros chinos desarrollando un buen número de proyectos, ofreciendo competencia técnica y precios bajos. En torno al 90% de las empresas chinas que participan en estos procesos son de propiedad estatal. En África, China tiene una ventaja añadida: nadie le impone las condiciones de otros países (Brasil, por ejemplo, exige, entre otros, que 2/3 de la mano de obra sea local).

Según Pekín, son 80.000 los obreros chinos que trabajan en África, especialmente en Argelia, Senegal, Sudán, Nigeria, Gabón, República Democrática del Congo, Zambia, Angola y Sudáfrica, ampliando su presencia a Marruecos y Kenia.

Relaciones políticas

Las relaciones políticas mejoran y están cada vez más institucionalizadas. China no escatima esfuerzos en su aproximación al continente africano. Las visitas oficiales al más alto nivel forman parte de la rutina. Solo en este año, el presidente Hu Jintao ha visitado Nigeria, Kenia y Marruecos (en 2004 visitó Egipto, Gabón y Argelia). Su primer ministro, Wen Jiabao visitó Egipto, Ghana, Congo, Sudáfrica, Tanzania, Uganda y Angola. La presencia de jefes de gobierno africanos en Beijing es igual de habitual. La cumbre que se celebra en noviembre en la capital china es la tercera en su género. Iniciadas en 2000 con el propósito de reunirse cada tres años (la segunda se celebró en la capital etíope), su función principal es doble: promover las relaciones bilaterales y multilaterales a todos los niveles y coordinar respuestas a los desafíos internacionales de interés común. Rabat, por ejemplo, se ha asegurado el apoyo de Pekín a su plan de autonomía del Sahara, aún pendiente de obtener el beneplácito de Naciones Unidas.

Actualmente, la mayoría de los países africanos mantienen relaciones diplomáticas con China, 48 de un total de 53. El gobierno de Taiwán es reconocido por Burkina-Faso, Gambia, Malawi, Swazilandia y Santo Tomé y Príncipe.

La cooperación militar

Desde la mitad de los años 90, la presencia china en el continente africano también incluye la cooperación militar. La Marina de Nigeria, por ejemplo, tiene intención de adquirir patrulleras chinas para proteger sus yacimientos en el delta del Níger, donde debe enfrentar la acción de algunos grupos armados. En general, la cooperación militar (en especial, venta de armamento) va en aumento, con acuerdos con Congo, Angola, Senegal, República Centroafricana, Chad, o Liberia (donde China ha acometido una primera incursión presencial como cascos azules de la ONU).

Los enredos militares de China en la región le han involucrado directamente en el conflicto que enfrenta a Chad y Sudán. El gobierno de N’Djamena aseguraba recientemente que los rebeldes procedentes de Sudán disponían de armas de fabricación china. Pekín niega cualquier relación e insiste en que no tiene intención de repetir los errores de los países occidentales y que no intervendrá en los asuntos internos. Es previsible que la cooperación militar y estratégica gane importancia en los próximos años, a medida que se consoliden los nuevos vínculos económicos y políticos.

El tercero en discordia

Los intercambios y las relaciones de África y China avanzan a un ritmo imparable. Las exportaciones del continente africano a este país han aumentado en 2005 un 72% (frente al 30% en relación a los socios europeos). Todo ello tiene implicaciones importantes. Por ejemplo, Pekín importa un 10% del petróleo de Sudán (otros dicen que mucho más), donde controlan, con los malasios, una buena parte de la producción. El petróleo se exporta vía Port-Sudan, mediante un oleoducto construido por China. Esa orientación rivaliza con el petróleo extraído por EEUU y evacuado por el puerto camerunés de Kribi, en el golfo de Guinea. Los chinos afirman perseguir sus propios intereses y no la búsqueda de enfrentamientos ni con Francia ni con EEUU, pero sus acciones tienen repercusiones importantes.

Cuando los franceses salieron de Côte d”™Ivoire en el otoño de 2004, los chinos fueron en ayuda de Laurent Gbagbo. Su influencia va ganando posiciones en otros países como Gabón. En África central y occidental, China es el segundo socio detrás de Francia. Si bien las inversiones de Shell, Total, y otras multinacionales occidentales, son mucho más importantes que las efectuadas por China, las exportaciones de África a Asia, están casi a la par de EEUU o la UE, aunque solo representan el 1,6% de las importaciones totales de este continente. En la práctica, Pekín se está conformando como el gran rival de París y Washington en la región. Occidente teme el desarrollo de esas relaciones por lo que supone de desafío para sus intereses. La amenaza china se concreta en la pérdida de control del acceso a los recursos energéticos, el dominio del mercado africano con mercancías a bajo precio, la promoción de su modelo de economía mixta y el propio desafío al concepto de democracia y derechos humanos promovidos por los países occidentales.

La nueva relación que China les ofrece a los países africanos consiste en brindarles la oportunidad de liberarse de la dependencia de las potencias desarrolladas del Norte. Los préstamos que China ofrece les evita tratar con el FMI (caso de Angola, por ejemplo), obteniendo a cambio importantes ventajas de toda índole. Frente a las críticas y acusaciones de practicar un neo-colonialismo en África, China responde que esas afirmaciones carecen de fundamento.

Conclusión

El diario Le Monde se preguntaba en la edición del último 23 de junio si África acabaría siendo china en una década. Desde finales de 1990, la presencia de China en el continente negro ha adquirido dimensiones ciertamente muy destacadas. Hay una ofensiva continua y sistemática. Hoy no se trata de mesianismo ideológico. Incluso el asunto de Taiwán ha perdido importancia después de asegurarse la lealtad de África del Sur y Senegal. Los demás caerán como fruta madura (el último ha sido Chad). Los productos made in China son muy apreciados porque son baratos y buenos para una población con escaso poder adquisitivo. La expresión de no ingerencia suena a retórica anticolonialista, pero es del agrado de los países africanos, donde muchos de sus dirigentes recelan de los patrones de calidad exigidos por la UE o EEUU. China, por el contrario, dice que no ambiciona exportar ni sus propios valores ni su modelo de desarrollo, ni impone condiciones políticas, ni exige transparencia en la gestión, solo beneficio mutuo. Y un hecho es incontestable: en seis años, el comercio bilateral se ha multiplicado por cuatro. Y desde 2005 es el tercer socio del continente detrás de EEUU y Francia.

La aspiración de China es doble: reforzar los vínculos con los países africanos, obteniendo a un tiempo ventajas económicas importantes y ganando influencia política. Su modus operandi incluye la participación activa en la construcción de infraestructuras, en proyectos de bienestar social y auxilio en la formación de los recursos humanos (especialmente capacitación técnica y formación universitaria en China). En 2005, más de 3.000 personas de 50 países africanos y organizaciones de la región participaron en cursillos técnicos en China y en la actualidad, unos 1.100 africanos estudian con becas otorgadas por el gobierno chino(7).

La política china recibe las críticas occidentales en relación al apoyo prestado, por ejemplo, al régimen de Sudán, responsable de la grave situación humanitaria que se vive en Darfour, o de Zimbawe u otros, poco respetuosos con los derechos humanos, pero es bien recibida en la región ya que no comporta dar lecciones de integridad a nadie.

La estrategia china, según algunos, está incrementando la desigualdad, la corrupción y las turbulencias políticas en determinadas áreas del continente (circunstancia igualmente aplicable a América Latina o Asia-Pacífico); según otros, resulta globalmente beneficiosa ya que su política y sus empresas se implican en proyectos de desarrollo que la inversión occidental nunca ha tenido en cuenta.

El Banco Mundial, en un informe reciente, destaca, en cualquier caso, la profunda asimetría existente en los intercambios comerciales o en las inversiones, y la necesidad de evitar una nueva onda de endeudamiento de los países africanos, una vez que los gobiernos occidentales y las agencias donantes cancelaron las deudas de muchos países de la región altamente endeudados(8). China, no obstante, desautoriza las acusaciones de que los créditos que concede incluyan elevados intereses, o generen más pobreza, asegurando que desde el 2000, ha condonado a 31 países africanos, 156 deudas por valor de 1.313 millones de dólares. Más allá de la natural preocupación por su contribución al crecimiento y a la reducción de la pobreza, los países occidentales temen también que la multiplicación de préstamos acordados por Pekín represente una pieza más del complejo entramado que China está tejiendo en la región.


Notas:

(1) Información sobre la cumbre, disponible en http://www.focacsummit.org/.

(2) Despacho de Xinhua, 12 de enero de 2006. Disponible en http://www.chinafrique.com/.

(3) Radio France International, 26 de abril de 2006.

(4) Ríos, Xulio, La ruta del petróleo amarillo, Diario El Correo, 25 de febrero de 2004.

(5) Nigeria es el país mas poblado de África, con 130 millones de habitantes, y es el primer productor de petróleo del continente.

(6) En Libération, 15 de mayo de 2006.

(7) En CRI, 14 de octubre de 2006.

(8) Bezlova, Antoaneta, China también presta, pero caro, IPS, 15 de septiembre de 2006.