Polución sin fronteras en Asia

En 2008 residí unos meses en Seúl. Algunos días un polvo rojizo ensuciaba mis labios. Me contaron que se debía a las nubes con finas partículas contaminantes que, desde el área de Pekín, llegaban regularmente hasta Corea del Sur. El problema se agudizó desde entonces. También afecta a Japón. El pasado 26 de febrero, la concentración de partículas en el Oeste del archipiélago nipón alcanzó los 70 microgramos por metro cúbico. En Pekín alcanzó aquel día los 557 microgramos, un nivel más de 20 veces superior al máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La situación es tan crítica que el Ministro de Asuntos exteriores japonés prevé compensar a su personal diplomático en China con unas primas justificadas en la peligrosa polución que soportan. La empresa Panasonic concedió estos pluses al personal expatriado en sus filiales chinas. También Honda y Canon les distribuyen purificadores de aire y mascaras.

Apartados xeográficos Asia
Palabras chave Asia OMS Polución
Idiomas Castelán

En 2008 residí unos meses en Seúl. Algunos días un polvo rojizo ensuciaba mis labios. Me contaron que se debía a las nubes con finas partículas contaminantes que, desde el área de Pekín, llegaban regularmente hasta Corea del Sur. El problema se agudizó desde entonces. También afecta a Japón. El pasado 26 de febrero, la concentración de partículas en el Oeste del archipiélago nipón alcanzó los 70 microgramos por metro cúbico. En Pekín alcanzó aquel día los 557 microgramos, un nivel más de 20 veces superior al máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La situación es tan crítica que el Ministro de Asuntos exteriores japonés prevé compensar a su personal diplomático en China con unas primas justificadas en la peligrosa polución que soportan. La empresa Panasonic concedió estos pluses al personal expatriado en sus filiales chinas. También Honda y Canon les distribuyen purificadores de aire y mascaras.

China creció espectacularmente pero con un grave impacto medioambiental que afecta a la salud de millones de personas. Es la primera emisora mundial de CO2 y cuenta con algunas de las megalópolis más contaminadas. Según la revista médica británica “The Lancet”, la polución causó unos 1,2 millones de muertes prematuras en 2010. Expertos chinos sitúan la cifra entre 350.000 y 500.000. Al alto coste humano cabe sumar los costes económicos y empresariales. Y crecen las tensiones sociales ante la inercia de los poderes públicos. El Gobierno chino se comprometió reiteradamente a corregir la situación. El 5 de marzo en su discurso inaugural de la Asamblea Nacional Popular, Le Keqiang declaró otra vez “la guerra a la polución” y anunció un fondo estatal para combatirla. Pekín lleva tiempo aprobando una legislación que luego no se cumple. Solo en situaciones límite se restringe la circulación de automóviles o se cierran centrales térmicas y otras empresas contaminantes. O se para o reduce la producción durante las “alerta naranja” decretadas por las autoridades. Pero lograr resultados efectivos requerirá más tiempo.

India es otro gigante territorial y humano donde se disparó la polución en las grandes ciudades como Nueva Delhi, Calcuta y Bombay. El aire de Nueva Delhi es tan nocivo como el de Pekín, sobre todo en los meses fuera del monzón. La alta contaminación afecta sobretodo la salud de los más pobres y a los niños en particular. La situación se agrava porque las autoridades indias no priorizan las políticas medioambientales. Según la OMS, la polución también causa estragos en otros países asiáticos en desarrollo y densamente poblados como Indonesia, Pakistán, Bangla Desh e Irán. En junio de 2013, una descontrolada quema de bosques en Indonesia provocó una polución que ensombreció los cielos de Singapur y Malasia.

La lucha contra la contaminación exige respuestas a nivel estatal e internacional. Afecta en mayor o menor medida a todos los continentes y regiones del mundo. No se libran ni los países más avanzados. La cumbre sobre el Cambio Climático celebrada en Varsovia (Polonia) en noviembre de 2013 se cerró con pocos avances para alcanzar un acuerdo internacional vinculante que frene el aumento de dióxido de carbono en la atmósfera.  Según Global Carbon Project, China fue el causante del 27% las emisiones mundiales en 2013, más que EEUU (14%) y la UE (10%). Pero el consumo de carbón sigue creciendo en todo el mundo, incluso en Europa. La apuesta por las energías renovables no se consolida mientras se reactiva la opción nuclear, incluso en Japón.

La Unión Europea endureció una legislación medioambiental que no siempre cumplen los Estados. La Agencia Europea del Medio Ambiente alertó el 15 de octubre que el 90% de la población urbana europea está expuesta periódicamente a concentraciones de partículas contaminantes en el aire. Basta recordar los altos niveles de polución del aire que obligaron el 17 de marzo a restringir el tráfico de coches en París. Por cierto, en Varsovia, los Estados se remitieron a la próxima cumbre de París en marzo de 2015. La cuestión de fondo es la falta de voluntad política de los Estados para abordar drásticamente el problema. Japón sí lo hace. La concentración de partículas finas en Tokio disminuyó un 55% entre 2001 y 2011 y los vehículos diesel han desaparecido de las calles. En cambio en Francia el 61,3% de los coches funcionan con motores diesel y solo el 25% lo son diesel limpio.

Hoy desde Tokio se puede divisar, más de 100 días al año, el monte Fuji situado a un centenar de kilómetros. Pero expertos japoneses detectaron en agosto unos altos niveles de mercurio en la cumbre de la montaña que simboliza de Japón. Dicen que llegó desde China. La polución china incluso cruza el Océano Pacífico hasta alcanzar la costa oeste de EEUU. La polución no tiene fronteras.