Artigo publicado originalmente en el Observatorio de la Política China, 11 de septiembre de 2023
El cùjū fue un entrenamiento en palacios y campamentos de patear pelotas

Con los fabulosos fútboles chinos

El museo online de la FIFA nos muestra y explica el origen y larga evolución de varios ejercicios y juegos de pelota en equipo en tres continentes. El episkyros (‘defensor’) de los antiguos griegos, representado en los trofeos de las modernas copas europeas de fútbol, era un juego de pies y manos con pelotas de cuero que llegaron a practicar también algunas mujeres....
Liñas de investigación Observatory of Chinese Politics
Apartados xeográficos China and the Chinese world
Palabras chave China fútbol

En Esparta era algo agresivo, y se cree que se transformó en el entrenamiento militar romano harpastum (‘arrebatar’) con bolas de plumas, pero aún más violento – ya que valía todo excepto matar – y que se expandió por el imperio hasta Britannia. El harpastum probablemente inspiró en la edad media al calcio fiorentino (hacía furor hasta en el Vaticano), y durante la segunda mitad del siglo XIX a varios juegos en colegios ingleses. Uno de esos juegos relativamente pacífico, el fútbol (de asociación), pronto se expandió rápidamente por el mundo llegando incluso hasta la China Qīng que carecía de un juego similar. No obstante, hay chinos que dicen que el balompié chino había llegado hace mucho a Europa a través de vías helenísticas y mongoles. ¡Quién sabe?

En la antigua China, desde al menos el período de los reinos combatientes (coetánea de la Roma republicana), el cùjū fue un entrenamiento en palacios y campamentos de patear pelotas (no se usaban las manos) que tenía seis metas hasta que en la dinastía Táng (durante la vieja Edad Media europea) se redujeron a dos, lo que aumentó su popularidad incluso entre las mujeres. El cùjū decayó al perder patrocinios al principio de la dinastía Míng (siglo XIV) por distraer del trabajo y del entrenamiento militar. Sí está probado que el cùjū se expandió por países vecinos. Una malabarista versión japonesa (el kemari) se empezó a jugar ya en la antigua corte Heian (Edad Media europea) en Kioto, habiendo casi desaparecido en el Japón moderno.

El zúqiú, que es como se denomina en China al fútbol moderno de origen británico, ha pasado por un siglo de vicisitudes fabulosas. La Asociación China de Fútbol se estableció en 1924 e ingresó en la FIFA en 1931 pero se desarrolló poco debido a la inestabilidad política y a la competencia con otros deportes occidentales, sobre todo el baloncesto norteamericano. Aun así, un equipo de zúqiú de la China republicana ya fue invitado en 1913 a los primeros Juegos del Lejano Oriente (los precursores de los Juegos de Asia) que se celebraron en Manila, y en 1936 la selección china participó en los Juegos Olímpicos de Berlín. La invasión japonesa de Asia acabó con todo eso, aunque tras la segunda guerra mundial se crearon equipos en fábricas, y torneos regionales y nacionales hasta que en la nueva República Popular China (RPC) Máo Zédōng prohibió el fútbol al pueblo y sacó a la selección china de la FIFA en 1958. Al menos dejó el baloncesto porque consideraba necesario mantener un mínimo espíritu de esfuerzo y colegialidad competitiva hasta en las aldeas más remotas.

Las generaciones posteriores de gobernantes de la RPC, deseosas de modernizar el país, han venido dando golpes de timón a favor de los deportes competitivos, sobre todo el zúqiú, tanto para hombres como para mujeres. Con Mao a punto de morir, la RPC ya participó en 1976 en la Copa Asiática de fútbol en Irán. En 1979 la selección de la RPC se reintegró en la FIFA, y dos colegios de Xī’ān comenzaron a enseñar a jugar a chicas al fútbol. En los años ochenta, los clubes de fábricas formaron ligas nacionales masculinas que también incluían equipos patrocinados por el gobierno, y la televisión retransmitía a un creciente número de entusiastas. En 1982 comenzaron las competiciones nacionales femeninas y pronto se dio incluso un decisivo impulso al despegue regional y mundial del fútbol femenino.

El fútbol femenino en Europa tuvo una minoritaria aceptación en las dos primeras décadas del siglo XX, que culminó mientras en la primera guerra mundial los hombres se mataban en trincheras. Tardó mucho tiempo en revivir: en los años setenta hubo unos torneos informales femeninos en Italia y Méjico, y en los ochenta la FIFA empezó a escuchar y hacer caso a las mujeres. Como la FIFA estaba impresionada con el rápido desarrollo del fútbol femenino en la RPC le invitó a albergar un torneo femenino informal. Este torneo (que ganó Noruega) tuvo lugar en 1988 en la sureña y relativamente aperturista provincia china de Guǎngdōng con el patrocinio de un empresario de Hong Kong. Como tuvo buena aceptación dio pie en 1991 en la misma provincia a la primera copa mundial femenina oficial de la FIFA. Las Rosas de Acero de la RPC ganaron 4-0 el partido inaugural contra Noruega, aunque el mundial lo ganaron las estadounidenses (también ante Noruega) en un estadio con 63.000 espectadores. Ese es el casi olvidado origen de otro histórico mundial que acaban de ganar en Sídney las esforzadas jugadoras de la selección española.

La evolución del fútbol masculino en la RPC es digna de un fabuloso culebrón. La liga nacional Jiǎ-A se formó en 1994 con equipos de clubes empresariales muy excitados que pronto se involucraron en la compra de partidos, apuestas ilegales y otras idiosincrasias preocupantes, así que en 2004 fue sustituida por la Superliga China, pero que como tampoco conseguía acabar con los escándalos, los patrocinadores desaparecían y la televisión estatal dejó de retransmitirla para volcarse en los exitosos juegos olímpicos de Běijīng. En los últimos años, con el forofo e implacable goleador contra la corrupción que es Xí Jìnpíng todos los fútboles limpios están de moda en la RPC. El antiguo cùjū se revive y promueve globalmente como divertimento (hubo un evento incluso durante el mundial de Qatar). Mientras, en la RPC el zúqiú-fútbol entró en una nueva fase con el expreso deseo de llegar a jugar, albergar y ganar mundiales sin dejar pasar muchas décadas. Hasta la pandemia, se invertían sumas ingentes en infraestructura, en instrucción y ligas masculinas y femeninas desde edades muy tempranas, en la retransmisión de los partidos, y en la movilidad internacional de jugadores y la compra de equipos extranjeros. Pero debido a las fuertes medidas contra la pandemia casi no hubo partidos (en estadios vacíos), y comenzó una profunda crisis en el sector inmobiliario lo que ha llevado a cerrar equipos de la Superliga y disminuir lazos internacionales tras la ruina de Evergrande y de otras empresas propietarias de clubes. Aunque la Superliga reanudó los partidos con espectadores el pasado abril, su futuro ahora parece menos brillante que el fútbol promovido por los ultrarricos monarcas del golfo árabe.

No obstante, la RPC no tira la toalla con los fútboles y ahora apuesta por la fantástica cūnchāo, una ‘Superliga de las Aldeas’, como un motor de innovación para el desarrollo rural. De mayo a julio de este año 20 equipos jugaron en la remota provincia de Guìzhōu casi 100 partidos con pasión y deportividad amateur, aderezados con música étnica en los descansos y con suculentos premios: el equipo ganador se llevó una vaca y el segundo unos chanchos. Ante el sorprendente éxito de participación in situ y sobre todo online se está desarrollando de agosto a octubre otra cūnchāo con casi 300 equipos de todo el país (incluyendo Hong Kong, pero no Macau o al Taipéi Chino), cada uno con el nombre de una comida de su zona de origen. Y ya se está internacionalizando: a principios de este mes de septiembre se llegó a un acuerdo con la premier inglesa para colaborar con entrenamientos y partidos amistosos y para fomentar servicios auxiliares como el turismo. Otra oportunidad también para el resto del mundo futbolero deseoso de promover nuevas generaciones con valores de talento, esfuerzo, juego limpio e inclusión.

En los últimos años la RPC forjó muchos lazos internacionales futbolísticos con los países ibéricos e Iberoamérica comprando jugadores, técnicos, equipos, etc. Por ejemplo, como mantenían la esperanza de que su selección nacional masculina consiguiera brillar algo, por lo menos en Asia Oriental, contrataron en 2011 al técnico Camacho del Real Madrid, el cual se afanó con ella dos años hasta que desgraciadamente le echaron por la puerta de atrás por malos resultados (en ese tiempo la selección pasó del puesto 69 al 95 de la clasificación de la FIFA), aunque Camacho echó parte de la culpa a las zapatillas de los jugadores. El Real Madrid también llegó a un acuerdo con la empresa inmobiliaria Evergrande para desarrollar una super academia de fútbol juvenil en una zona rural en Guǎngdōng.

Ahora son los países ibéricos e iberoamericanos los que más oportunidades de trazar buenos lazos deportivos con China y el mundo. Con el ejemplo de Jennifer Hermoso, que juega en el Pachuca mexicano, las jugadoras de todos los continentes podrán colaborar aún más en la ardua pero imparable marcha para avanzar en la igualdad de género. Eso incluye a la siempre fabulosas Rosas de Acero que en 2022 ganaron la Copa de Asia contra Corea del Sur. Mientras, los jugadores y las jugadoras de Brasil y Argentina podrán fomentar los buenos valores del fútbol en el BRICS+, creciente agrupación liderada por la RPC. Bien, es el momento de que los líderes de ese y otros mecanismos multilaterales de desarrollo (Quad+, G7+, G20+, sistema de las Naciones Unidas, procesos regionales e interregionales, etc.) usen la cabeza y los pies (y un poco de mano izquierda) para aliviar las crecientes tensiones internacionales desarrollando buenos centros deportivos (y educativos) para todos los niños y niñas del mundo que tengan talento y deseen esforzarse.

Hace ya unos tres milenios diversas culturas de Mesoamérica lanzaban con caderas y nalgas pesadas pelotas de resinas para fortalecer el cuerpo y el espíritu de los participantes, y para resolver problemas sociales. Durante siglos este ulama (‘perseguir’) evolucionó con fortunas variopintas. Los frailes españoles lo asociaron al diablo y la brujería lo que conllevó a su casi desaparición, aunque continuó jugándose clandestinamente en algunas partes y actualmente está reviviéndose como atracción turística. Seguro que podrá mostrarse como divertimento inspirador de desarrollo, sobre todo rural, junto con otras formas tradicionales y novedosas de fútboles en el mundial del 2026 que se celebrará en Canadá y en los Estados Unidos (de América y Mexicanos).

(Más información: https://www.fifamuseum.com/en/blog-stories/editorial/origins-cuju-in-china/;  https://www.chinadaily.com.cn/a/202307/30/WS64c5b6a6a31035260b81943f_9.html)