Japón también apuesta por África

Shinzo Abe impulsa una política exterior sin complejos para situar Japón en una posición diplomática a la par con su potencial como tercera economía mundial. La ofensiva comenzó en febrero con su visita a Vietnam, Tailandia e Indonesia para responder a la creciente influencia de China en el sudeste asiático. También mira hacia América Latina y África.

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Shinzo Abe impulsa una política exterior sin complejos para situar Japón en una posición diplomática a la par con su potencial como tercera economía mundial. La ofensiva comenzó en febrero con su visita a Vietnam, Tailandia e Indonesia para responder a la creciente influencia de China en el sudeste asiático. También mira hacia América Latina y África.

África será una prioridad económica y energética de Japón. En la 5ª Conferencia de Tokio sobre el desarrollo de África (TICAD) celebrada del 1 al 3 de junio en Yokohama, Shinzo Abe anunció unas ayudas públicas y privadas e inversiones en África para los próximos cinco años por un valor de 24.500 millones de euros. Tokio cooperará en la construcción de infraestructuras de transporte, explotaciones agrícolas y la formación de recursos humanos. E interesa especialmente invertir en la explotación de recursos naturales, energéticos y alimenticios. También Brasil, India, Corea del Sur y Taiwán participan en la carrera por penetrar en África.

Tokio cuenta con 32 embajadas en África y abrió en julio de 2011 su primera base militar extranjera en Djibouti. Los intercambios comerciales superan los 30.000 millones $ que representan solo el 2% del comercio nipón. Ya se han implantado más de 600 empresas niponas en el continente.

Japón llega tarde. China irrumpió con una fuerza imparable y ocupa una posición dominante con un comercio África-China que superó los 200.000 millones $ en 2012. Desde 2009 es el primer socio comercial de un continente que recibió una oleada de inversiones de más de 2.000 empresas chinas que cuentan con el apoyo financiero de Pekín y una activa diáspora que supera el millón de chinos.

Pero Tokio tiene una gran baza a favor: los recelos de los países africanos ante un posible neocolonialismo chino. Se quejan que las relaciones con Pekín son desequilibradas y asimétricas. Japón puede beneficiarse de su buena imagen de país avanzado, tecnológico e innovador, muy respetuoso con el medio ambiente, cumplidor estricto de los acuerdos firmados y sin pasado colonial en África. Una fama justamente ganada durante décadas financiando generosamente las instituciones de cooperación de NNUU.