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Aguas revueltas entre China y Taiwán

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La visita de una delegación del KMT a China, realizada a finales de marzo y preludio de algún encuentro al máximo nivel, contrapone el discurso de la tensión permanente al arbitrio de un diálogo sostenido sobre asuntos tan variados como la apertura del mercado financiero de China, la cooperación agrícola o el establecimiento de los vuelos directos entre las dos Chinas, también para el transporte de mercancías y, quizás de forma más general. (Foto: Durante su visita a China, la delegación del Kuomintang (KNT) de Taiwan posa frente al Mausoleo de Sun Yat-sen, en Nanjing, o 30/03/2005).
 

La aprobación de una Ley Antisecesión por el Parlamento chino el pasado 14 de marzo ha sido como una ola tardía. No pocos aventuraron que abriría un nuevo tiempo de conflicto con Taiwán, dado el rechazo expresado en la isla, concretado en esa manifestación de cientos de miles de taiwaneses que recorrieron las calles de Taipei el pasado 26 de marzo. Chen Shuibian, el presidente de Formosa, intentó encaramarse a esa amplia indignación para recuperar protagonismo político después de la decepción que supusieron las elecciones legislativas del pasado diciembre, en las que el Kuomintang, el primer partido de la oposición, mantuvo y amplió su control del Parlamento. Chen y su aliado, el filonipón Lee Teng-hui, quedaron en minoría.

La Ley Antisecesión normativiza los principios tradicionales de la política continental en este asunto: solo existe una China, la reunificación es una tarea nacional, y si no es por las buenas, se tendrá que hacer por las malas. Se menciona la reserva de un alto grado de autonomía para Taiwán, pero se elude la fórmula “un país, dos sistemas”, que ha servido de base para los procesos de Hong Kong o Macao. La Ley no llegaba en el mejor momento, pero la maquinaria política china funciona con un ritmo diferente, y lo que podría ser comprendido más cabalmente cuando Chen Shuibian revalidó su elección presidencial, en marzo de 2004, envuelto en un atentado, un episodio no del todo aclarado, y por un estrecho margen de votos, en medio de anuncios de cambio de nombre de la República de China, que pasaría a llamarse oficialmente Taiwán, o de proclamación de una nueva Constitución, etc., un año después de todo aquello, con ser comprensible, resulta, cuando menos, extemporáneo.

La aprobación de la Ley, además, facilitó, en el plano externo, un argumento adicional para cuestionar el levantamiento del embargo de armas de la Unión Europea a China, dando la voz de alarma sobre las intenciones no pacíficas del Imperio del Centro y alimentando el temor a que el armamento europeo pudiera servir para reforzar la amenaza continental. Lo cierto es que, a pesar de los sostenidos esfuerzos de modernización militar, el presupuesto de defensa de China no alcanza ni el diez por ciento del estadounidense. Y mientras se cuestiona esta apuesta continental, que se debe seguir de cerca, naturalmente, la “ex embajadora” de Washington en Taipei, Theresa Shaheen, llamaba la atención de los líderes taiwaneses sobre la importancia de explicitar su voluntad de defenderse, adquiriendo un nuevo y muy significativo paquete de nuevas armas. Parece que solo EEUU tiene licencia para vender y que la UE debe someterse a sus dictados, impidiendo una plena normalización de las relaciones políticas con China. En unos meses sabremos si los argumentos de China serán tenidos en cuenta y si, tal como estaba previsto inicialmente, la presidencia luxemburguesa pondrá el semáforo en verde.

Más rapidez ha demostrado China en la gestión política de la derrota legislativa de Chen. El acuerdo logrado para la realización de vuelos directos entre China y Taiwán con motivo de la fiesta del nuevo año lunar, daba indicios sobre el giro auspiciado por Pekín, al presentarlo como producto del entendimiento establecido a nivel estrictamente técnico, con apenas representación oficial, y con un diálogo, en paralelo, con la principal fuerza de la oposición, el Kuomintang (KMT). Tanto este como el Partido Comunista de China parecen haber llegado a la conclusión lógica de que el clima de enfrentamiento solo tiene un beneficiario, el Partido de Chen.

La visita de una delegación del KMT a China, realizada a finales de marzo y preludio de algún encuentro al máximo nivel, contrapone el discurso de la tensión permanente al arbitrio de un diálogo sostenido sobre asuntos tan variados como la apertura del mercado financiero de China, la cooperación agrícola o el establecimiento de los vuelos directos entre las dos Chinas, también para el transporte de mercancías y, quizás de forma más general. El consenso logrado en un amplio abanico de temas que son competencia de las autoridades gubernamentales, acentuará el aislamiento de Chen y abrirá un fuego cruzado entre gobierno y oposición, como ya se ha puesto de manifiesto en las acusaciones de violación de las normas democráticas, formuladas desde diferentes instancias oficiales, y de retrasar el reloj por 60 u 80 años atrás. El resultado de la visita de la delegación del KMT a China ha sido tan celebrado que Jia Qinglin, número cuatro de la jerarquía comunista, ha invitado a Lien Chan, presidente del KMT, a visitar el continente, algo impensable hace un año, que podría tener su equivalente con la invitación a visitar Taiwán cursada al presidente del Parlamento chino, Wu Bangguo. Así lo ha adelantado el presidente del legislativo taiwanés, Wang Jin-pyng, que trata con ello de ganar puntos en la carrera por la sucesión de Lien Chan, ante el favorito y alcalde de Taipei, Ma Ying-jeou.

Además, el KMT ha dinamitado el intento gubernamental de impulsar una nueva compra de armamento en EEUU, esta vez reducida con respecto a las pretensiones iniciales, pero que irritaría igualmente a China; y es de esperar que en la Asamblea Nacional que se constituirá en mayo próximo para proponer cambios en la actual Constitución, haga valer su criterio de eludir los temas conflictivos. Para ello, deberá mantener su pacto con el Partido del Pueblo Primero, de James Soong, una formación escindida del KMT, y cuya ruptura permitió la victoria de Chen Shuibian en 2000. Soong ha desoído las invitaciones de Chen para cambiar de alianza y, a primeros de año, en EEUU, anunció su intención de permanecer en el llamado bando azul. De ser así, las revueltas aguas del estrecho de Taiwán podrían sosegarse considerablemente.

Xulio Ríos (Gloobal.net, 05/04/2005 e AIS, 07/04/2005)