El triángulo China-Japón-Taiwan constituye un referente clave para la seguridad y estabilidad regionales. Las relaciones entre China y Japón viven un momento de gran complejidad a la espera de un cambio de tendencia que pudiera visibilizarse en la reunión de APEC de noviembre en Beijing. Pero no parece fácil. Por otra parte, la relación de China continental con Taiwan experimenta un cuello de botella que marca el fin de una primera etapa de acercamiento a la espera igualmente del desenlace de nuevos episodios electorales (locales de noviembre y legislativas y presidenciales en 2016) y ajustes tácticos en las estrategias propiciadoras de la reunificación. Por último, la relación Taiwan-Japón vive un momento de especial bonanza ante la necesidad de Taipei de equilibrar los flujos con el continente y el interés nipón en fortalecer la relación con Taiwan como un ariete de su estrategia de contención de la emergencia china.
El triángulo China-Japón-Taiwan constituye un referente clave para la seguridad y estabilidad regionales. Las relaciones entre China y Japón viven un momento de gran complejidad a la espera de un cambio de tendencia que pudiera visibilizarse en la reunión de APEC de noviembre en Beijing. Pero no parece fácil. Por otra parte, la relación de China continental con Taiwan experimenta un cuello de botella que marca el fin de una primera etapa de acercamiento a la espera igualmente del desenlace de nuevos episodios electorales (locales de noviembre y legislativas y presidenciales en 2016) y ajustes tácticos en las estrategias propiciadoras de la reunificación. Por último, la relación Taiwan-Japón vive un momento de especial bonanza ante la necesidad de Taipei de equilibrar los flujos con el continente y el interés nipón en fortalecer la relación con Taiwan como un ariete de su estrategia de contención de la emergencia china.
La bifurcación encontrada de las políticas continental y taiwanesa en relación a Japón tiene varias manifestaciones sustanciales. Frente al severo encontronazo por la soberanía de las islas Diaoyu/Senkaku, Ma Ying-jeou, a quien no puede acusarse de ser pro-nipón, ha presentado en reiteradas ocasiones el acuerdo pesquero firmado con Japón en 2013 como un modelo para resolver las disputas territoriales por la vía diplomática. Taipei no disimula tampoco su sonrisa ante la propuesta del PLD de promover una versión japonesa de la estadounidense Acta de Relaciones con Taiwan, una iniciativa que irritaría sobremanera a Beijing. En el marco económico, mientras siguen creciendo a buen ritmo las exportaciones taiwanesas a Japón (17,8 por ciento en agosto frente al 8,7 por ciento hacia el continente, incluyendo Hong Kong), Taiwan se aferra a Japón como aliado de peso para facilitar su acercamiento al TPP. Las relaciones económicas entre China y Japón viven un momento de relativa incertidumbre, con altibajos que reflejan los desencuentros políticos. Del lado nipo-taiwanés, hay una clara voluntad de ambas partes de estrechar las relaciones, sustentada en una complicidad cívica cuya memoria de la colonización (1895-1945) está muy lejos de la antipatía mostrada por la ciudadanía del continente.
Una encuesta publicada el pasado día 9 de agosto mostraba que el 93 por ciento de los japoneses tienen una impresión negativa de China, el peor nivel desde 2005, mientras que el 86,8 por ciento de chinos ve negativamente a Japón. En esa percepción influyen hechos recientes, como las tensiones territoriales, pero también la mala digestión de los conflictos históricos. Desde la perspectiva del triángulo, la agresión de Japón forma parte de los “lazos históricos” compartidos por Taiwan y el continente. Ma Xiaoguang, portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwan del Consejo de Estado, instaba recientemente a elaborar un programa conjunto que relacionara las diversas actividades conmemorativas del 69 aniversario de la victoria contra los agresores japoneses. Pero esa historia se vive de diferente manera a uno y otro lado. Mientras Beijing insta a Taiwan a compartir el rechazo al imperialismo nipón, en Taiwan, más allá de las iniciativas oficiales del gobierno del KMT, el sentimiento público es muy matizado, al igual que la actitud de la oposición pan-verde. Cuando el ex presidente Lee Teng-hui alabó la reinterpretación del art 9 de la constitución japonesa que promueve Shinzo Abe, la hilaridad continental no encontró un eco similar en Taiwan.
El aumento del rechazo y la desconfianza hacia las políticas de acercamiento al continente, expresado en la irrupción del Movimiento Girasol, abre la puerta a una mayor intensificación de los lazos nipo-taiwaneses, tendencia que contaría igualmente con el beneplácito estadounidense y el aplauso a la implicación de Tokio y Washington en la mejora de las capacidades defensivas de Taipei.
A la vista de todo ello, no es de extrañar que en un reciente foro de grupos sociales, Yu Zhensheng, máximo responsable de las políticas hacia Taiwan, insistiera en pedir confianza, persistencia y paciencia para eliminar los “malentendidos” que ensombrecen el proceso iniciado en 2008.