Osama, Obama y las elecciones de 2012

Desde las controvertidas elecciones del año 2000 en EE.UU., las cuales fueron dudosamente ganadas por George W. Bush y su partido en el Congreso, ha habido unos momentos, en gran parte bélicos, macabros y ultra-nacionalistas, que han servido para “curar las heridas sociales y unir el país” después de la polarización causada por ellas.  El 11-S fue el primero.

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Desde las controvertidas elecciones del año 2000 en EE.UU., las cuales fueron dudosamente ganadas por George W. Bush y su partido en el Congreso, ha habido unos momentos, en gran parte bélicos, macabros y ultra-nacionalistas, que han servido para “curar las heridas sociales y unir el país” después de la polarización causada por ellas.  El 11-S fue el primero.  ¿Cómo podemos olvidarnos de la mítica frase “o estáis con nosotros o estáis contra nosotros”?  Después, curiosamente más que el inicio de la invasión a Afganistán, fue la de Irak: “shock and awe” total.  En menor medida, contamos la captura de Saddam Hussein.  Podríamos también incluir la elección de Barack Obama como primer presidente de raíces africanas en EE.UU., pero ese último aire de cambio y unión política sólo duró hasta pocos días después de su toma de posesión.  Ahora, llega el asesinato de Osama Bin Laden.

Pregunto: ¿qué tienen en común los tres primeros eventos?  Respuesta: todos ocurrieron antes de las elecciones de 2004, las cuales también dominó el partido republicano, en una ola de fervor nacionalista.  Ari Fleischer, el antiguo secretario de prensa de Bush, en cuanto a la muerte de Bin Laden, dijo “me da igual la política, es una gran noticia para nuestro país.”  Pregunto: ¿por qué tenía el Sr. Fleischer que involucrar la política?  Respuesta: porque los republicanos no saben hablar de otra manera.

A mí no me gusta profundizar en la menucia, en las entrañas políticas, de los republicanos.  Bajar a su nivel no es un placer.  Pero ha llegado el momento de que todos ellos reconozcan que llevan casi diez años sacando provecho político de la miseria provocada por aquel 11-S de 2001.  Ahora se pasan facturas y los republicanos no sabrán qué hacer.  Los demócratas pueden aprovechar casi sin decir nada a respecto de la muerte de Bin Laden.

Me explico.  Las elecciones de 2008 eran especiales por un motivo en concreto.  No hubo ni un candidato a la reelección ni un vice-presidente en búsqueda de un ascenso laboral.  Es decir, el campo dentro de ambos partidos estaba completamente abierto.  A estas alturas del ciclo electoral, en mayo de 2007, ya se habían presentado más de 15 candidatos entre los dos partidos.  Ahora es lógico que nadie del partido de Obama se presente: a pesar de la crisis, según las encuestas, Obama mantiene una decente imagen entre la opinión pública (que va a mejorar ahora).  Pero, ¿qué parece haber impedido a los posibles candidatos republicanos que se presenten ahora?

El ámbito político actual, más allá de la crisis, no favorece a Obama directamente, sino obstaculiza la campaña del partido opositor.  Los candidatos republicanos, cuanto más esperan para presentarse, menos tiempo tienen para “venderse”.  Y no va a ser fácil.  La historia contemporánea ha probado que las tácticas de Bush, y, por asociación, de los republicanos que le apoyaban ciegamente en su momento, los mismos que son los posibles candidatos actuales, no sirvieron de nada.  La guerra de Irak no facilitó la presente ola de cambio en el Medio Oriente ni sirvió para matar a Bin Laden.  Pero debemos de reconocer dos cosas: que la caza de Bin Laden no es patrimonio de Obama, y, que, tristemente, en gran parte éste ha seguido la política exterior de Bush.

Aun así, entre la fanfarria nacionalista, ¿quién quiere presentarse ahora?  Los medios de comunicación están ocupados de momento, como estaban antes con las revoluciones – si así las podemos llamar – en Túnez, Egipto, Yemen, Bahréin, Siria, etc.  Además, la “retirada” de las fuerzas áreas estadounidenses de la coalición de la OTAN en Libia provocó una reprobación republicana total a Obama por ser flojo e indeciso en cuanto a la política exterior.  Quizás Obama nos ha enseñado que no era la mejor idea empezar otra guerra, como hizo Bush en Irak, cuando el objetivo supuesto durante los últimos diez años era localizar a Bin Laden.

Obama no necesita aterrizar en la cubierta de un portaaviones para anunciar una “misión cumplida” – esperemos que sí sea una vez ya, por lo menos en Afganistán – para que el electorado tome nota.  Obama ya no tendrá que defender su política exterior en vísperas de las presidenciales de 2012.  Los hechos, sus decisiones, hablan por sí mismos, la opinión pública le va a respaldar y los medios hablan tanto que por el momento los republicanos no pueden.  Justicia poética.