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¿Palestina hacia la guerra civil?

 Retratos de Arafat y Abbas en el suelo del cuartel general de Al Fatah en Gaza; clic para aumentar
Si se concreta la fragmentación política y territorial entre Hamas y Al Fatah en Gaza y Cisjordania y aumenta el éxodo palestino, no se descartaría un aumento de la "colonización" israelí en los territorios palestinos, incluso justificada en Tel Aviv y la comunidad internacional si la violencia es descontrolada. (Foto: Retratos de Arafat y Abbas en el suelo del cuartel general de Al Fatah en Gaza, tomado por las milicias de Hamas).
 

Más de 60 muertos en enfrentamientos entre las milicias de Al Fatah y Hamas ilustran un escenario de guerra civil en los territorios palestinos, lo cual repercute en el estancado proceso de paz con Israel, en los intereses de actores externos como EEUU, Irán y Siria, y en la delicada situación regional, principalmente en el Líbano e Irak.

El actual ciclo de violencia parecía anunciado desde hace semanas, cuando el movimiento islamista Hamas anunció el fin de la tregua con Israel. En aquel momento, se temía una inmediata oleada de atentados terroristas suicidas por parte de militantes de esta organización, principal partido dentro del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina, ANP.

El escenario actual demuestra que, más que ataques directos contra Israel que de todos modos pueden producirse en cualquier momento, lo que se viene labrando lentamente en el territorio palestino de Gaza es una guerra civil encubierta entre las milicias armadas de Hamas y Al Fatah, el partido fundado por Yasser Arafat y que durante años constituyó el movimiento dominante dentro del diversificado y complejo espectro político palestino.

Los enfrentamientos actuales en Palestina ocurren en paralelo a la conmemoración del 40 aniversario de la "guerra de los seis días", la victoria militar israelí de 1967 contra una coalición de países árabes y que permitió el control militar y político israelí en la franjas de Gaza y Cisjordania.

El reparto del poder

Pero en la crisis de 2007 no es Israel el principal objetivo de lucha sino que es el control político sobre los variados órganos de seguridad de la ANP lo que parece estar detrás del móvil de los violentos enfrentamientos de los últimos días.

Desde el pasado domingo 10 de junio, Hamas asaltó varios cuarteles generales de la policía afiliada a Al Fatah, matando a decenas de oficiales. En consecuencia, este partido salió momentáneamente de los órganos constitutivos de la ANP, presionando a Hamas para que cesara la violencia.

Fortalecido militarmente, Hamas dio un ultimátum hasta el viernes 15 de junio para que las milicias de Al Fatah se desarmen, caso contrario arremetería violentamente contra ellos.

La salida del Al Fatah de la ANP deja a Hamas en una situación precaria. Tras las elecciones de enero de 2006, la ANP quedó integrada por 24 ministerios, de los cuales nueve pertenecen a Hamas, seis a Al Fatah, cinco son independientes, aunque cuatro de ellos nombrados por el partido islamista, y otros cuatro pertenecen a partidos minoritarios.

Sin Al Fatah, la ANP queda con 16 ministerios controlados por Hamas, de los cuales tres ministros están en prisiones israelíes, acusados de terrorismo. Con este panorama, se especula con la posible caída del actual gobierno de Hamas en la ANP, pero sin la certeza de que se puedan celebrar nuevas elecciones, tomando en cuenta el marcado cariz violento en el cual viró la disputa entre Hamas y Al Fatah.

El presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, sucesor de Arafat tanto en la dirección de la ANP como de Al Fatah, calificó los ataques armados de milicianos de Hamas como una especie de "golpe de Estado". El primer ministro Ismael Haniya, de Hamas, también hizo un llamado al diálogo y el fin de los enfrentamientos.

Pero lo que parece evidenciar la actual situación es que tanto Abbas como Haniya apenas poseen influencia y margen de maniobra en este pulso armado de correlación de fuerzas paramilitares en los territorios palestinos: una Gaza controlada por milicias de Hamas y una Cisjordania controlada por las de Al Fatah.

La batalla de Gaza

Una Gaza dominada tanto política como militarmente por las milicias de Hamas podría dar cabida a un escenario aún más violento. Desde hace meses, el Ejército israelí viene especulando con un posible retorno de sus tropas a Gaza, tras la retirada unilateral de soldados y colonos realizada en julio y agosto de 2005, siendo Ariel Sharon el primer ministro en Tel Aviv.

En dos años aumentó considerablemente la fortaleza política, paramilitar y social de Hamas en Gaza, ayudado también por su triunfo electoral en enero de 2006. Dirigentes políticos de Al Fatah y otros partidos laicos vienen advirtiendo sobre una posible "islamización" en Palestina, precisamente por la efectiva labor educativa, sanitaria y religiosa de los órganos caritativos y sociales de Hamas y la inoperancia e ineficiencia de la ANP.

Fuentes militares israelíes y occidentales consideran que, si se confirma el total control de las milicias de Hamas en Gaza, sus principales aliados exteriores Irán y Siria tendrían un enclave territorial importante para poder nivelar una correlación de fuerzas geopolíticas en Oriente Próximo, precisamente dirigidos a moderar los pasos que pudieran dar Israel y Egipto.

Con este argumento, no se podría descartar una reinvasión militar israelí a Gaza, que también provocaría un enfrentamiento a mayor escala entre Israel y el Hamas y permitiría al Ejército israelí una válvula para tratar de recuperar su prestigio y sus posiciones tácticas en la región, afectados tras la retirada de Gaza en el 2005 y el fracaso militar en la guerra contra el movimiento islamista libanés Hizbuláh en el sur del Líbano, en agosto de 2006.

Entre la "libanización" y la "palestinización"

El escenario palestino complica aún más una coyuntura regional sumamente delicada. Los enfrentamientos entre Hamas y Al Fatah suponen un duro pulso político y paramilitar interno, pero que tiene también sus expresiones e influencias en el mapa político regional.

Un ejemplo es el Líbano, que sigue en estado de alerta ante los recientes enfrentamientos entre el Ejército y el movimiento islamista Fatah al Islam, supuestamente vinculado a Al Qaeda y que se moviliza en los campos de refugiados palestinos del norte del Líbano.

Con Gaza y Cisjordania envueltas en enfrentamientos armados, con denuncias de violaciones de derechos humanos por parte de las milicias, la situación libanesa se encuentra también a la expectativa, tras la reciente revelación del informe de la ONU en el cual se implica directamente al presidente sirio Bashar al Asad, y sus servicios de seguridad, en el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri, en febrero de 2005.

Precisamente, el miércoles 13 una bomba en Beirut mató a diez personas, entre ellas el diputado libanés Walid Eido, miembro del partido de Hariri y su hombre de confianza, cuya política es marcadamente contraria a la influencia siria en el Líbano. Este atentado y las tensiones recientes aumentan la sensación de una posible desestabilización interna en el Líbano y la implicación de actores exteriores como Siria, Israel, EEUU e Irán.

Si los enfrentamientos en Palestina aumentan, el sur del Líbano, Jordania y Egipto experimentarán una crisis de desplazados palestinos hacia estos países, que aumentará las penurias de los refugiados palestinos que viven fuera de sus territorios.

Las estadísticas señalan que cada año, 10.000 palestinos se ven obligados a huir de Gaza y Cisjordania, acosados por la presión israelí, la crisis económica interna, el aumento de la criminalidad (200% en los últimos años), las luchas entre facciones armadas y clanes mafiosos y la creciente "islamización" de una sociedad frustrada, tanto con sus dirigentes políticos en la ANP como con la comunidad internacional.

Del mismo modo, en los últimos días han ocurrido movimientos militares en la frontera entre Siria e Israel en torno a los Altos del Golán, a pesar de que Damasco y Tel Aviv parecían abrir en las últimas semanas, algunos canales de apertura directa y de negociación, auspiciados por EEUU y Europa.

Con la incertidumbre palestina y libanesa, el mapa regional, a corto y mediano plazo podría experimentar otro conflicto a gran escala, esta vez en el Kurdistán iraquí, con las recientes amenazas militares por parte de Turquía e Irán de invadir este territorio independiente de facto, para luchar contra la insurgencia kurda.

Una eventual alianza turco-iraní contra los kurdos trastocaría enormemente el mapa estratégico para Occidente en Oriente Medio, debido a que alteraría la tradicional alianza militar turca con Israel y EEUU, ambos enemigos de Irán. Del mismo modo, esta invasión militar conjunta turco-iraní del Kurdistán iraquí, afectaría a la presencia israelí a favor de los kurdos, muy latente desde la caída del régimen de Saddam Hussein en el 2003.

La apuesta israelí

El conflicto armado entre Hamas y Al Fatah sorprende a Israel pendiente de las elecciones internas para la sucesión en la dirección del Partido Laborista, principal movimiento de oposición, y en la votación parlamentaria para elegir un nuevo presidente en Israel.

La victoria del ex primer ministro Ehud Barak como líder laborista y de Shimon Peres para la presidencia israelí parecían augurar la reapertura de un proceso de paz con la ANP completamente estancado durante los años de presidencia de Ariel Sharon (2001-2006) y de su sucesor, el actual primer ministro Ehud Olmert.

La práctica confirmación de un escenario de guerra civil en Palestina amenaza con sepultar cualquier negociación directa entre Israel y la ANP, que involucre al Cuarteto de Paz conformado por EEUU, la Unión Europea, Rusia y la ONU.

No obstante, cuarenta años después de la guerra de los seis días, una sensación de incertidumbre y de profunda división invaden a la sociedad israelí sobre la óptica que le deben otorgar al destino de los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania.

Pero todo depende de los acontecimientos políticos, tanto en Israel como en Palestina. Si se concreta la fragmentación política y territorial entre Hamas y Al Fatah en Gaza y Cisjordania y aumenta el éxodo palestino, no se descartaría un aumento de la "colonización" israelí en los territorios palestinos, incluso justificada en Tel Aviv y la comunidad internacional si la violencia es descontrolada.

De este modo, cobraría sentido el plan del actual primer ministro israelí Ehud Olmert, de consolidar las "fronteras definitivas e históricas de Israel" para el año 2010, estrategia que seguramente quedará en manos de su sucesor en Tel Aviv.