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Asombrosa Galicia (IV) As Crechas

A serie "Abraiante Galicia" achega desde os ollos de Isabel Stanganelli, espazos, historias e outros elementos que non deixarán de causar asombro. Arredor das conexións de Galicia co resto do mundo...
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Luego de los audibles silencios de Muxia, que no logré percibir ni en inhóspitos desiertos asiáticos, recibí una invitación a la última foliada del año en Santiago… ¿Foliada? ¿No sabes? ¡Es folk gallego!

Sin tener clara idea de qué se trataba fui con María Dolores, mi primera gran amiga en esta ciudad, a As Crechas. La música española tradicional que recorre el mundo no es la que escuché allí. La “Banda das Crechas” estaba ahí, con sus gaitas, pandeiretas, violines, laúdes, tamboriles y otros instrumentos de percusión que no reconocí, recreando música más afín con la celta… Me sorprendió. Pocas semanas antes habían cumplido mil presentaciones. La fiesta popular inundaba todo el ámbito de entusiasmo y yo continuaba atorando a mi amiga con preguntas.

Así supe que los integrantes de “la Banda” no solo se reponían y sustituían con los años sino que cualquiera podía acercarse a la mesa con su instrumento –muchos irlandeses- e integrarse como si hubiera pertenecido desde siempre: sin preguntas, invitación abierta… Acompañaban las palmas de los presentes y, a pesar de la muchedumbre, no faltaban los que intentaban levantar los brazos y ensayar los saltos de los bailes, las “muñeiras”. Unos días más tarde aunque con menos concurrencia -no hubo difusión sino que se trató de un gesto espontáneo- volví a encontrar estos bailes gallegos en Avalon y luego por las calles, al mediodía debajo de tiendas, con jóvenes apenas en sus 20s… si llovía, no importaba

En pocos lugares del mundo observé este fenómeno. En las Repúblicas Bálticas eran frecuentes pero el objetivo era ocupar lugares amenazados por emprendimientos soviéticos, mediante reuniones familiares o conciertos en anfiteatros cubiertos… no importaba ni la lluvia. O danzas tradicionales mayas en América central con coreografías para turistas, también como las polinésicas de Pascua en Santiago de Chile, recientemente incorporadas como folklore nacional…

Y tengo claro lo espontáneo de este sentimiento en Galicia porque originalmente provengo de un lugar con dos folklores: el más antiguo, el gauchesco y el más nuevo que, aunque rioplatense, se difundió en el mundo: el tango. En actos en las escuelas era frecuente el primero. Alguna zamba, chacarera, cueca… pero ¡era tan difícil encontrar varones que se ofrecieran a bailar! Salvo que fueran muy pequeños o que necesitaran un gran gesto para aprobar materias escolares, solían ser sustituidos por niñas vestidas como gauchos o directamente el baile era suplido por alguna poesía. La vergüenza y la burla impedían la difusión de ese folklore. Existen por supuesto escuelas de danzas folklóricas, pero no son muchas y generalmente asisten personas mayores.

Sin embargo, como con secuencia de este descubrimiento logré encontrar que Galicia sí se ha hecho presente en Buenos Aires… Dragones – Xeito Novo, “la banda de folk celta”, más instrumental y menos bailable que la que presencié en Santiago, perteneciente a la Fundación Xeito Novo de Cultura Gallega, aunque no obtuve certezas de que aún siguiera activa.

Pero ahí no terminó mi lección con As Crechas. Loli creció ahí, el hobby de su esposo era observar los detalles del lugar que pertenecía a su cuñado… Los bancos, la herrería, todos los detalles que se observan actualmente, hasta las construcciones en el fondo del local llevan su sello. Cuidadosos complementos hechos con pericia tal que sobrevivieron el paso de los años y de las multitudes.

Dentro del pub (reformado, renovado e inaugurado a mediados de los 80s) probaron sus primeras armas artistas de todo calibre: obras teatrales de protesta y también de reivindicación de la identidad de Galicia, parodias escenificadas por jóvenes que hoy son actores consagrados, pintores, por supuesto músicos, institución abierta a exposiciones de todo tipo… Cuando fui había tallados en maderas traídas por el mar… A mi lado, veía cómo tantos asistentes reconocían y abrazaban a María Dolores, mi anfitriona, embargados de emoción, incluyendo el actual dueño. ¡Toda una página en la historia gallega!

Y aún hay más: As Crechas tenía historia previa: era la pensión donde vivían las estudiantes de la Universidad de Santiago. Las regentes, dos mujeres con el cabello crespo –toda una señal de autoridad- eran quienes cuidaban la seriedad del establecimiento.

En 2017 cumplió sus primeros 30 años como pub… ¡Larga vida a As Crechas!

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”.