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Cantera para la Yihad


 Vista de Tetuán y las montañas del Rif al fondo, clic para aumentar
Al experto Mohamed Benallal no le sorprende que todos los grupos terroristas y mafiosos del país hayan escogido esta región como cobijo,“dada la proximidad de las montañas del Rif, donde es posible ocultarse e incluso, si se diera el caso, practicar la guerrilla, tal y como hizo el emir Abdelkrim el Jatabi contra los españoles en los años veinte”. (Foto: Vista de Tetuán y las montañas del Rif al fondo).
 

“Crece la amenaza terrorista en Marruecos y el epicentro de sus actividades se ha trasladado al norte: Tetuán es hoy cuna de numerosos militantes. Los servicios de Seguridad del Estado han desmantelado una estructura terrorista con ramificaciones internacionales especializada en el reclutamiento y transferencia de voluntarios para Iraq que operaba en varias localidades del Reino”, informaba un comunicado del Ejecutivo de Rabat el pasado 5 de enero. Marruecos estrenaba 2007 con una operación contra el terrorismo islamista en diversas ciudades que concluyó con el arresto de 26 individuos, todos de nacionalidad marroquí.

El epicentro de la maniobra fue el barrio de la mezquita Mezwak, en Tetuán, el mismo sitio del que salieron algunos de los kamikazes de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid y que, a juzgar por las últimas detenciones, se ha convertido en una prolífica cantera de la resistencia iraquí.

“Cuando se demostró que los terroristas de Madrid provenían de este barrio hicimos un esfuerzo enorme de vigilancia pero, con unos medios tan limitados y siendo éste un lugar tan complejo y tan poblado, los datos e informaciones que obtenemos nunca son del todo fiables”, confiesa un responsable de seguridad regional de Tetuán. Y es que aquí, entre empinadas cuestas y estrechísimas calles sin asfaltar, con la basura acumulada en algunas esquinas, entre chabolas e inmuebles ruinosos, la tarea no se antoja nada fácil. Además, “estos jóvenes ni suelen tener antecedentes, ni llevan a cabo ningún tipo de actividad dudosa. A menos que tengamos en cuenta sus vestimentas afganas y sus espesas barbas, cosa que nos llevaría a fichar a una mayoría de vecinos, ¿qué podemos hacer?”, se lamenta este agente. De la misma opinión es Abdellah Rami, politólogo experto en redes islamistas, para quien “la ausencia de un pasado yihadista, su absoluta inexperiencia en, por ejemplo, el manejo de las armas y el no contar con un pasado criminal hacen que su búsqueda sea muy difícil”.

Al experto Mohamed Benallal no le sorprende que todos los grupos terroristas y mafiosos del país hayan escogido esta región como cobijo,“dada la proximidad de las montañas del Rif, donde es posible ocultarse e incluso, si se diera el caso, practicar la guerrilla, tal y como hizo el emir Abdelkrim el Jatabi contra los españoles en los años veinte”.

Aunque los principales objetivos de los yihadistas y de las operaciones policiales siguen siendo los grandes núcleos urbanos más al sur, donde se sitúan los centros de poder político y económico, la acción de las fuerzas policiales ha desplazado a los integristas hacia el norte. Hay otro refugio en el sur, en pleno corazón del desierto del Sáhara, en la región del Sahel, donde algunas organizaciones terroristas, con el Grupo Salafista por la Predicación y el Combate (GSPC) argelino a la cabeza, han establecido sus cuarteles generales, de acuerdo con varios informes de inteligencia internacionales.

Mando unificado

Desde el 16 de mayo de 2003, cuando se produjeron los atentados de Casablanca, la Policía ha desmantelado más de 50 células islamistas –siete en 2006– y ha arrestado a más de 3.000 personas, buena parte de las cuales ya habían sido encausadas anteriormente por pertenencia al movimiento salafista. Así, habida cuenta de la activa acción policial y de inteligencia –desmesurada incluso en algunas ocasiones y no falta de controversia–, toda la atención se dirige al control del campo religioso y a la capacidad movilizadora de algunos activistas que capitalizan la situación de pobreza, de falta de recursos y de educación de los nuevos adeptos y los “agravios infligidos por Occidente”. En este sentido, “es un hecho la negligencia de las autoridades religiosas legales en lo que respecta al control de las mezquitas”, denuncia Benallal.

De poco parece haber servido el proyecto de reforma del islam marroquí que, promovido por Mohamed VI a raíz de los atentados de 2003, pretendió imponer la “moderación del islam tradicional marroquí”, a través de un control más directo del discurso religioso y de los lugares de culto. La puesta en marcha de instituciones como el Consejo Superior de los Ulemas (máximo órgano religioso que escribe la oración de los viernes en las mezquitas) o el dotar a los imames de una formación más acorde con las necesidades de los fieles musulmanes del siglo XXI no pueden competir con la influencia externa.

“Los predicadores están a menudo influidos por emigrantes que han vuelto recientemente al país y que han seguido los consejos de la Jamaat Adaawa wa Tabligh”, un movimiento islamista de origen paquistaní que ha reislamizado a buena parte de los marroquíes instalados en países como Alemania, Holanda o Suecia.“Los medios de comunicación árabes hacen el resto”, sentencia Benallal.

Grupos autóctonos

De las siete células que el pasado año desmanteló la Policía, sólo Ansar al Mahdi era un producto genuinamente marroquí, a pesar de su pretendida orientación chií. No es un secreto que la Salafiya Yihadiya como corriente islamista, junto con Al Qaeda, se encuentra en el origen de la creación del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) y el GSPC. Para Benallal, “los últimos arrestos muestran que existe una coordinación entre los diferentes movimientos magrebíes, pero eso no es original. Lo único que cabe preguntarse es, en alusión a sus grandes carencias financieras, cuál es el grado de autonomía del yihadismo marroquí”. Rami cree que poca, “ya que muchas de estas células acaban de nacer al calor de la coyuntura internacional, el auge yihadista y la visibilidad mediática en Internet”.

Al Qaeda desea crear un mando unificado magrebí y, según el Instituto Stratford (EEUU), dio instrucciones en noviembre al GSPC. Esta labor de coordinación comprende al GICM, al Grupo Islamista Combatiente Libio (GICL) y a una pléyade de grupúsculos de Túnez, entre los que destaca el Grupo Yihadista Tunecino.

Este mes la organización de Osama Bin Laden ha llamado a la yihad a todos los jóvenes argelinos, egipcios, libios, marroquíes y tunecinos, en un documento firmado por un tal Ahmed Abou Andalá bajo el título Hijos del Magreb musulmán: ésta es vuestra hora. En ella llama a la movilización contra "el infiel", personificado en los intereses extranjeros presentes en "tierra del islam" y en los poderes corruptos en connivencia. No faltan, como es costumbre, las referencias a los "hermanos palestinos"o a la intrusión en Iraq o a las humillaciones padecidas a manos de "los cruzados" tras la pérdida de Al-Andalus.

La reciente desarticulación en Túnez de un grupo terrorista relacionado con el GSPC, los atentados de esta organización argelina en Mauritania y la estrecha colaboración que mantiene con el GICM confirman el peligro de que la amenaza terrorista en 2007 venga del Magreb.

“Islamismo caviar”

El cambio en el perfil sociológico del islamista radical es inquietante, fundamentalmente tras la desarticulación, en agosto, de Ansar al Mahdi. Los miembros de esta organización no eran jóvenes pobres sin estudios, provenientes de las chabolas que abundan en las periferias de las grandes ciudades, sino de los barrios más chics, de la burguesía local.

Las mujeres desempeñan un papel cada vez más importante aunque, de momento, en labores logísticas. Fatima Zohra Rhioui, benefactora rica y piadosa, dio cobijo y ayuda financiera a Hassan el Khattab, líder de Ansar al Mahdi. Amina Mseffer y Amal Serraj, casadas con dos pilotos de Royal Air Maroc, aportaron dinero y joyas para la causa. Estos casos refuerzan la tesis de lo que algunos llaman el "islamismo caviar".

La presencia de efectivos de las Fuerzas de Seguridad entre los arrestados en la operación contra Ansar al Mahdi hizo temer una infiltración terrorista en seno del Majzén (el régimen tradicional marroquí). El ministro del Interior, Chakib Benmoussa, se apresuró a asegurar que eran casos aislados. Por si acaso, varias cabezas rodaron, entre ellas la del jefe de la Dirección de la Seguridad Militar y la del jefe de la Dirección General de la Seguridad Nacional.