20060513 iv cumio viena

Cuando Europa redescubre América

 IV cumio eurolatinoamericano de Viena, clic para aumentar
Probablemente, la canciller alemana Ángela Merkel o el presidente francés Jacques Chirac, por citar dos ejemplos, se dieron cuenta de que existen varias Américas. Pero con todo este panorama sumamente cambiante, queda por considerar si la UE está preparada para medir lo que está sucediendo en América Latina. (En la foto de familia, se observa en primera plana, de izquierda a derecha, a Jacques Chirac, Evo Morales, el canciller federal austriaco Wolfgang Schuessel, Michelle Bachelet y Ángela Merkel).
 

Cualquier observador de la reciente Cumbre entra la Unión Europea, América Latina y el Caribe celebrada en Viena, notaría inmediatamente diversos cambios con respecto a las cumbres anteriores. El primero, que los acontecimientos del continente latinoamericano parecen cobrar una mayor importancia para las estrategias políticas europeas. El segundo, que los protagonistas son otros, algunos de ellos inesperados.

Estos factores determinaron la prudencia europea a la hora de medir lo que está sucediendo en América Latina y la relativa escasez de acuerdos bilaterales firmados. Cobra fuerza actualmente como tópico que, en la medida en que los procesos de cambio político en América Latina son de naturaleza endógena, existen también fuertes fisuras entre ellos.

Se puede preliminarmente analizar que son cuestiones de líderes y de modelos. Pero lo reciente de estos cambios aún deja varias interrogantes a la hora de analizar las relaciones entre ambos continentes. Viena pareció más bien ser un escenario de litigio y apaciguamiento de ánimos que uno centrado en alcanzar mecanismos bilaterales de cooperación. Con situaciones tan pintorescas como la curiosa protesta de una espectacular modelo argentina por la planta de celulosa de Ence, que crea una grave controversia limítrofe entre Argentina y Uruguay, en Viena se citaron diversos problemas de actualidad que, probablemente, los principales líderes europeos apenas venían tomado en cuenta, en gran medida por los problemas internos que padece la Unión Europea y diversos países miembros.

El revuelo causado por las nacionalizaciones de petróleo y gas en Bolivia y la activa diplomacia "revolucionaria" de Hugo Chávez, provocaron los primeros síntomas de irritación, principalmente entre Brasil y Bolivia, Venezuela y Perú, o lo que es decir entre Lula y Evo, Chávez y Toledo. No hay que olvidar que existen disputas pendientes, como entre Bolivia y Chile, el anuncio del retiro de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones o la pugna entre el ALCA y el ALBA. Todo ello dificultó los mecanismos de diálogo, aunque los diversos líderes se esforzaran por mantener un ambiente de concordia.

Probablemente, la canciller alemana Ángela Merkel o el presidente francés Jacques Chirac, por citar dos ejemplos, se dieron cuenta de que existen varias Américas. Quizás la única certeza que se pueden llevar de esta cumbre es la de conocer en profundidad que la tradicional hegemonía estadounidense ha menguado en lo que se consideraba su "patio trasero". O que China y Asia están ocupando un lugar relevante en los procesos de cooperación económica internacional latinoamericana.

En Berlín, Londres o París comienzan a observar las diferencias de modelo y estilo entre Lula, Bachelet, Kirchner o Tabaré y el recién estrenado eje Chávez-Morales, al que se incluye Fidel Castro. Siendo éste último el más activo y espectacular en cuanto a su dinamismo y decisiones, parece claro que los líderes europeos suponen que existen fuertes diferencias en los modelos de integración en América Latina. Tómese como ejemplo la ralentización de MERCOSUR y las críticas internas entre los presidentes miembros de este organismo.

No hay que olvidar que el 2006 está presenciando una apretada agenda de elecciones generales en América Latina, que pueden cambiar aún más el panorama regional. Todo ello también influyó en esta cumbre europeo-latinoamericana, tal y como se evidenció en el cruce de declaraciones entre el presidente peruano Toledo y Chávez. Con todo este panorama sumamente cambiante, queda por considerar si la UE está preparada para medir lo que está sucediendo en América Latina. O si los dilemas internos latinoamericanos no van, de alguna manera indirecta, vinculados a los que existen al otro lado del Atlántico.