Actualmente, la reforma del sistema de pensiones es el tema más importante de la agenda política en Polonia. La acompañan controversias, polémicas, confusión social y mucha prisa por parte del gobierno polaco. La cuestión es si realmente se trata de favorecer a los futuros jubilados o de arbitrar un remiendo para tapar el agujero presupuestario…
Actualmente, la reforma del sistema de pensiones es el tema más importante de la agenda política en Polonia. La acompañan controversias, polémicas, confusión social y mucha prisa por parte del gobierno polaco. La cuestión es si realmente se trata de favorecer a los futuros jubilados o de arbitrar un remiendo para tapar el agujero presupuestario…
El actual sistema de pensiones en Polonia se creó tras la reforma de 1999 y está basado en tres pilares. El primero es obligatorio. Las primas del seguro se detraen del salario para formar el Fondo del Seguro Social (en polaco FUS: Fundusz Ubezpieczeń Społecznych). Es un sistema de reparto, es decir, las pensiones pagadas se financian con las contribuciones de las personas empleadas en la actualidad. El segundo pilar, el Fondo Abierto de Pensiones (en polaco OFE: Otwarty Fundusz Emerytalny) también es obligatorio, pero tiene carácter capital. El último pilar es voluntario, se puede ahorrar el dinero en unas cuentas bancarias especiales o de cualquier otra manera. Según Michał Polakowski, experto de la fundación International Centre for Research and Studies, los reformadores de 1999 suponían de manera muy optimista que la reforma tendría éxito. Los gobiernos aceptarían ese axioma y, al mismo tiempo, sobrestimaron sus beneficios económicos. Entonces, la reforma de la reforma era solo cuestión de tiempo.
El sistema de pensiones polaco no es eficaz y tampoco lo es todo el sistema fiscal. El gobierno no tiene bastantes recursos para asegurar una vejez tranquila a una sociedad que se está envejeciendo continuamente. Asimismo, no los tiene para reducir la deuda pública. Por lo tanto, el primer paso para resolver ambos problemas fue aumentar la edad de jubilación hasta 67 años, tanto para hombres como para mujeres. Pero no resultó bastante.
El proyecto de reforma asume cambios en el funcionamiento del Fondo Abierto de Pensiones: será voluntario, una parte de su capital será transmitido al primer pilar y su carácter será más arriesgado (el fondo tendrá que invertir al menos 75% de su capital en acciones y no podrá comprar bonos del Tesoro). Durante cuatro meses, empezando en abril 2014, los futuros jubilados tendrán que decidir si prefieren acumular su dinero en ambos pilares o transmitir el total de las primas al Fondo del Seguro Social. Si no toman ninguna decisión, por defecto, el capital será ingresado por el Fondo del Seguro Social.
Además, el proyecto propone que los anuncios de los Fondos Abiertos serán prohibidos desde enero hasta que finalice la elección de la forma de ahorro, lo cual provocó mucha controversia. Por un lado, (según los partidarios de la idea) la prohibición no permite a los Fondos Abiertos prometer castillos en el aire como hace un par de años. Por otro lado, no parece justa, porque el gobierno en ese periodo crítico tendrá libertad para dirigir la sociedad hacia el primer pilar.
Con la asunción de que si no se toma la decisión, el gobierno ingresa el capital, parece que simplemente a Polonia le falta mucho dinero. Y de esta manera, el gobierno recibirá una inyección de capital adicional. Se estima que sin la reforma, el año que viene la deuda pública puede superar el segundo umbral de seguridad (55% del PIB). Gracias a los cambios, la deuda caerá al 47% del PIB. Miroslaw Gronicki, ex ministro de finanzas, indicó que esa reforma es una solución temporal y pronto Polonia llegará al 55% de deuda otra vez. Pero esta vez no habrá otro Fondo Abierto de donde sacar el dinero. También según Jerzy Buzek, ex primer ministro de Polonia y ex presidente del Parlamento Europeo, la reforma de la gestión de los fondos de pensiones reducirá temporalmente el déficit presupuestario, pero no garantiza la mejora permanente de las finanzas públicas ni la seguridad económica de los asegurados.
Los sondeos de noviembre de 2013 muestran que el 39% de los polacos prefieren quedarse en los Fondos Abiertos y sólo el 22% se muestra partidario de la transferencia de los ahorros a la Seguridad Social. Este es un gran cambio, teniendo en cuenta que en junio, cuando el gobierno anunció su intención de promover la reforma, solamente el 26% quería permanecer en los fondos y el 30% preferían el Fondo del Seguro Social. Entonces, parece que los polacos sospechan más y más que los cambios propuestos en los fondos de pensiones no tienen nada que ver con la mejora de la seguridad de los jubilados, sino que la reforma se promueve como solución a los problemas fiscales del país. Sin embargo, aún hay un 39% de indecisos - y no es ninguna sorpresa, cuando ni siquiera los especialistas pueden indicar con claridad si los cambios son beneficiosos o no.
El gobierno tiene mucha prisa. Al final de esta semana tiene que decidir si se realizarán los cambios o no. Si el proyecto no obtiene la mayoría de votos necesaria, la alternativa será aumentar los impuestos el próximo año. Según los cálculos del Ministerio de Trabajo, para que el presupuesto reciba la misma cuota, por ejemplo tendrán que aumentar todos los tipos de IVA en casi 4 puntos porcentuales. Y como ya la tasa básica es del 23%, ese cambio no sería lo más sensato para mantener el apoyo de la sociedad con vistas a las elecciones de 2015. Tampoco lo sería superar el segundo umbral de seguridad, que imponía limitaciones de gastos.
Sin embargo, una reforma que causa tanta controversia no puede generar mucho entusiasmo. Los cambios en el sistema de pensiones son necesarios, pero se necesitan propuestas que funcionen a largo plazo. Existen grupos demasiado privilegiados y también, dentro del sistema fiscal, existen gastos que se podría evitar. Pero por ahora falta voluntad para ponerle remedio.