Eleccións USA

Las elecciones del 2012 y las lecciones para los partidos políticos

Para entender las causas y las consecuencias de las recientes elecciones en Estados Unidos, a veces es útil emplear como referente un prisma cercano. La política comparada, como área de investigación, nos dice que es a través de los estudios comparados que aprendemos a apreciar tanto las semejanzas como las diferencias entre los estados, los sistemas, las instituciones, etc. Teniendo eso en cuenta, aun estando en Estados Unidos ahora y siendo ciudadano estadounidense, cuando reflexiono sobre la victoria bastante clara del partido demócrata sobre el último y actual partido opositor, o más bien sobre el futuro de ambos, propongo que, al mismo tiempo, saquemos ejemplos de la España en plena transición: las elecciones españolas del 1977 y 1979.  Reconozco que por encima parece ser poco lucrativo, científicamente, comparar dos rondas electorales en dos países tan distintos y bajo condiciones tan disparejas, pero pido que me permitan hacer una serie de observaciones.

Apartados xeográficos Estados Unidos
Idiomas Castelán

Para entender las causas y las consecuencias de las recientes elecciones en Estados Unidos, a veces es útil emplear como referente un prisma cercano. La política comparada, como área de investigación, nos dice que es a través de los estudios comparados que aprendemos a apreciar tanto las semejanzas como las diferencias entre los estados, los sistemas, las instituciones, etc. Teniendo eso en cuenta, aun estando en Estados Unidos ahora y siendo ciudadano estadounidense, cuando reflexiono sobre la victoria bastante clara del partido demócrata sobre el último y actual partido opositor, o más bien sobre el futuro de ambos, propongo que, al mismo tiempo, saquemos ejemplos de la España en plena transición: las elecciones españolas del 1977 y 1979.  Reconozco que por encima parece ser poco lucrativo, científicamente, comparar dos rondas electorales en dos países tan distintos y bajo condiciones tan disparejas, pero pido que me permitan hacer una serie de observaciones.

Obviamente y ante todo, la realidad socio-política de la España de 1979 y la de los Estados Unidos de 2012 no tienen nada que ver.  A la vez, si creemos en el supuesto positivismo de la ciencia política (aviso: siempre dudo de le existencia de ello), para poder aprender del pasado y del presente y para pronosticar el futuro político, que es el objetivo de las ciencias sociales, no debemos ceder tanta influencia a la coyuntura de un país dado cuando se celebran elecciones a la vez de analizarlas.  Y en el análisis del presente caso, lo que me concierne más es cómo va a reaccionar el Partido Republicano después de una aplastante derrota.  Es en este aspecto que abogo la utilidad de compararlo con la experiencia del PSOE de finales de los 70, después de las elecciones de 1979 y hasta las elecciones de 1982.

¿Cuáles fueron los resultados de las elecciones parlamentarias de 1979?  Con aproximadamente 5,4 millones de votos, o alrededor del 29,3% del voto, el PSOE de González ganó 118 escaños en el Congreso y fue una derrota efectiva ante la Unión de Centro Democrático de Suárez.  Eso en sí no nos dice nada. Por consiguiente, si lo comparamos con el resultado de las elecciones de 1977 para el PSOE (5,5 millones de votos, 30,4% del total, 121 escaños), vemos que política y electoralmente, no cambió nada – pero la experiencia traumatizó al partido y produjo una crisis de identidad total.  ¿Cuáles fueron las consecuencias de este trauma?  En el seno del Partido Socialista se vivió un gran conflicto entre los oficialistas (o felipistas) y los críticos que culminó en que el PSOE virase totalmente hacia el centro del espectro político o, dependiendo de la perspectiva de cada uno, hacia la derecha.  El PSOE ya había abandonado su adscripción oficial del marxismo en 1978, pero el viraje post-electoral del año 79, para muchos, implicaba un desplazamiento aun más lejos de la clase trabajadora.  Pero fue una consecuencia de la consolidación democrática y de un sistema político español que, desgraciadamente, abandonó la política de consenso a favor de la política mayoritaria de dos grandes partidos (de facto, claro).

Ahora bien.  ¿Qué tiene que ver toda esta historia con las elecciones en Estados Unidos del pasado seis de noviembre?  Los resultados estancados de 1977 y 1979 en España y los de 2010 y 2012 en EEUU.  Es verdad que las elecciones para el congreso en 2010 marcaron un rechazo de las políticas y posturas del Presidente Obama (o más bien la percepción simplemente de él por ciertas partes del electorado), quien había ganado las elecciones generales de 2008 con lo que se llama en EEUU una supermayoría.  Aun así, si Obama, junto con el Senado (la cámara alta, también en manos del partido Demócrata), han sido tan horribles en la gestión de la gobernanza del país entre 2010 y 2012, como alegaron los Republicanos, ¿por qué las últimas elecciones no han cambiado nada?  De hecho, el Partido Republicano perdió dos escaños en el Senado (de los 100 en total) y tres en la Cámara de Representantes, cuyas líneas definitorias de cada distrito fueron manipuladas por los Republicanos mismos, para favorecerse, hace dos años.  (Este cambio del mapa electoral ocurre cada decenio, a partir de los cambios demográficos publicados en el censo, y es el partido en el poder en el congreso quien siempre se aprovecha de ello y politiza los resultados censuales en el proceso.)  Es decir, con la misma demarcación de los distritos de 2008, es seguro  que más Representantes Republicanos habrían perdido sus puestos en las elecciones de 2012.  Así que cuando nos levantamos el pasado miércoles por la mañana, teníamos el mismo presidente y casi una copia de la composición anterior de ambas cámaras.

¿Está más claro mi objetivo en comparar las desgracias electorales de esta extraña pareja (el PSOE y los Republicanos?  Lo que el pasado del PSOE nos dice es que su socio conservador estadounidense tiene dos opciones: o renovarse a pesar de las quejas y fisuras internas inevitables, como hizo el PSOE, o morirse por falta de votantes como ocurrió a la UCD.  Ahora es cuando la respectiva cultura política de ambos países es indicativa y útil, sin dejar de ser comparable una a la otra.  Tanto como cambió la sociedad y el electorado españoles entre 1979 y 1982, gracias a la demografía, el electorado estadounidense está cambiando también.  En el caso actual, la sociedad ya cambió hace mucho, pero esta siempre cambia antes que las grandes instituciones (políticas, eclesiásticas, etc.), como ocurrió en la España de los 60 también, claro.

La pregunta clave es que después de una campaña electoral tan contenciosa, cara y clara (en cuanto a las diferencias entre los dos partidos) y una derrota tan absoluta ante un electorado cada vez menos “blanco/europeo” y cada vez más negro, latino y asiático que se siente cada vez más distanciado de los Republicanos, ¿cómo va a reaccionar el Partido?  ¿Virará aun más a la derecha?  Este politólogo diría que no.  ¿Eso implicaría que será más centrista en el futuro próximo?  Si sigue los pasos instructivos del PSOE de González, pues sí.  El problema que puede obstaculizar este proceso es que ahora mismo el Partido Republicano no tiene líder, que así es el sistema de partidos descentrado que existe en EEUU.  Hasta las próximas elecciones primarias en 2016, cuyas campañas empezarán a principios de 2015, no sabremos quien habla definitivamente en nombre de los republicanos.  Como dice la politóloga Sara Fogelberg, aquí los políticos definen los partidos mientras en España los partidos definen a los políticos.

Cuando aparezca un líder republicano, quizás la cuestión no será si el partido sea más centrista o no, sino si dirigirá un partido inclusivo o uno que siga apostando sólo al apoyo del menguante sector blanco del electorado.  A pesar de las dudas por parte del Republicano medio estadounidense, uno puede ser conservador y no blanco a la vez.  Para concluir, vuelvo a la política española y ofrezco un pronóstico: exactamente como la pasada experiencia del PSOE podría ser instructiva para el Partido Republicano actual, si éste apuesta mal, debido a la inmigración a España cuyos flujos llevan ya más de 30 años consolidándose, sería un caso (en el negativo) muy instructivo para el actual y futuro Partido Popular.