Midiendo los retos entre Polonia y la UE

Apartados xeográficos Europa ARQUIVO
Idiomas Galego

En 2009, Polonia celebró el quinto aniversario de su ingreso en la Unión Europea. Fue un buen momento para revisar los éxitos y fracasos de la presencia polaca en el espacio europeo, evaluar la posición que ocupa Polonia entre los demás Estados miembros y establecer los propósitos para los años siguientes.

Polonia, junto con otros nueve países de Europa Oriental, contribuyó a la ampliación de la UE el 1 de mayo de 2004, después de un largo periodo de negociaciones. La sociedad polaca entonces estaba dividida entre los “euroentusiasmados” y los “euroescépticos”, aunque con una ventaja significativa de los primeros, un factor que les había permitido ganar en el referéndum de 2003 respecto al acceso polaco a la UE.

Las aspiraciones de Varsovia

En 2004, Polonia aspiraba a formar, junto con Francia, Alemania, Reino Unido, España e Italia, el “núcleo fuerte” de la UE. Lo que deseaba Varsovia era una influencia política relevante. Estas aspiraciones, aunque justificadas por el tamaño territorial de Polonia y su importante localización geopolítica, no se basaron ni en lo referente al nivel de desarrollo económico, ni en la experiencia previa en la cooperación a nivel europeo.  Por lo tanto, y al menos desde un principio, estas expectativas polacas dentro de la UE difícilmente se habrían podido cumplir.

Además, uno de los aspectos que más careció Polonia desde su adhesión a la UE fue alcanzar un nivel de continuidad en cuanto a su visión de la política externa, algo que puede explicarse ante el hecho de que, tras su adhesión a la UE, el país tuvo tres cambios de gobierno e, incluso, cinco rotaciones en el puesto del Ministro de Asuntos Exteriores durante el periodo 2004-2009. Por tanto, las prioridades de la política polaca cambiaron rápidamente, produciendo una confusión entre sus socios europeos e, igualmente, dentro de la sociedad polaca.

Es la razón del porqué a los demás Estados miembros y, en particular, a los de mayor  peso político, Polonia a menudo parece un país imprevisible y de credibilidad discutible. Para cambiar ese tópico negativo, es imprescindible que Varsovia, además de mantener una visión clara de su política en la UE, aproveche mejor los recursos que le otorgan los Tratados dentro de la UE.

Polonia, igual que España, cuenta con 50 diputados en el Parlamento Europeo, una cantidad que, aunque no parezca grande comparada, por ejemplo, con la presencia alemana (99 diputados), es suficientemente significativa para asegurarle cierta representación de sus intereses en el foro europeo.

Sin embargo, más que la cooperación con la UE, lo que los diputados polacos valoran más en el apartado de la resolución de los problemas de toda Europa es el mantenimiento de su electorado dentro del contexto político polaco. Es decir, la escasa actividad de los políticos polacos en el Parlamento europeo y la falta de preparación para el discurso con los oponentes políticos extranjeros no permiten una gran influencia en el trabajo de las instituciones europeas y por tanto, no les permite realizar las potentes promesas electorales.

No obstante, uno de los diputados polacos, Jerzy Buzek, ocupa un puesto muy prestigioso en Estrasburgo, con el cargo de presidente del Parlamento, que a lo mejor no le aporta ni más votos de los que tienen sus colegas, ni el derecho de veto, pero sí le permite dirigir las actividades del Parlamento europeo y sus órganos. Por tanto, Buzek se puede tomar la libertad de exponer a otros miembros de las instituciones europeas su punto de vista propio e, igualmente, acercar la perspectiva polaca a Bruselas.

Pero hay que tener en cuenta que Buzek nunca será un “títere” en manos del gobierno de Varsovia. Dentro del contexto polaco, Buzek es una persona pública que goza de respeto dentro de la sociedad, en comparación con otros liderazgos independientemente de su orientación política. En consecuencia, es quien puede resistir cualquier tipo de influencia por parte del gobierno polaco, así como es capaz de equilibrar los intereses europeos y de su país.

Polonia ante el Tratado de Lisboa

Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, se prevé la reducción del número de miembros de la Comisión Europea a 18 comisarios, pero el nuevo Colegio que está a punto de formarse todavía se construye con los representantes de todos los 27 Estados miembros.

El candidato polaco, Janusz Lewandowski, designado para ocuparse de los asuntos de Presupuesto y programación financiera, es, sin lugar a dudas, un profesional bien preparado para enfrentar la difícil tarea de construir un nuevo plan financiero para el período 2014-2020. Es un especialista que ganó experiencia siendo presidente y vicepresidente de la Comisión Presupuestaria del Parlamento Europeo durante el período 2004-2009.

Sin embargo, Lewandowski es un político que no goza de tanta independencia como, por ejemplo, Buzek. A saber, de los tres candidatos polacos, los cuales se había mencionado en los medios de dicho país como posibles candidatos para comisarios, se escogió el político menos conocido sin que poseyera un significativo electorado, estrechamente vinculado con el actual primer ministro del Gobierno polaco, Donald Tusk. Aunque no necesariamente, todo eso podría causar un conflicto de intereses entre la UE y Polonia en el seno de la Comisión, que podría empeorar la imagen que Polonia tiene entre los demás 26 Estados.

Mirando al futuro

Hoy en día, y oteando el futuro, las relaciones y la confianza mutua entre la UE y Polonia son muy importantes bajo la perspectiva de la Presidencia del Consejo de la UE, que asumirá Polonia en julio de 2011.

El país que detenta la Presidencia tiene como principal tarea organizar y dirigir durante un semestre los trabajos del Consejo de la UE. Debería hacerlo de manera imparcial sin promocionar activamente sus intereses. Sin embargo, en la práctica, los intereses propios de cada país que ocupa la presidencia juegan un papel importante. Es decir, estos países, además de realizar los propósitos de la política europea, también buscan posibilidades de alcanzar sus propios objetivos planteados.

En este caso, entre las materias que a Polonia le gustaría poner en relieve, seguro se encontrarán los asuntos de la seguridad energética a nivel europeo, así como la iniciativa de la “Asociación Oriental”, que tiene por objetivo la consolidación de la UE y los países de Europa Oriental. Además, lo que es igualmente importante para el gobierno en Varsovia (y por el que ciertamente va a luchar) es la participación en los programas financiados por los fondos europeos, como por ejemplo el Programa de Desarrollo de la Polonia Oriental.

De este modo, esta presidencia polaca del Consejo de Europa puede ser para Varsovia una medida para alcanzar sus fines, pero lo más importante y lo que puede resultar incluso más beneficioso, es que representa una oportunidad de presentarse como un socio responsable, fuerte y eficaz. Es un medio para estrechar los vínculos entre Polonia y la UE y promover al país entre los demás Estados miembros.

Pero, para ello, es necesario fijarse más en un interés europeo común y esforzarse en resolver los problemas internos que están en la vía de la integración, es decir, la baja eficacia de la implementación del derecho comunitario, la tardanza en la entrada a la Eurozona y los retrasos en la distribución de los fondos europeos para el período 2007-2013.

Polonia es un país que ganó mucho durante sus casi seis años de pertenencia a la UE. El acceso al Mercado Común europeo, la ayuda otorgada por los fondos europeos, la baja del desempleo, son factores que aseguraron la estabilidad económica y permitieron el aumento del PIB polaco, incluso ante una coyuntura determinada por la crisis económica mundial. Todo ello causó un aumento del apoyo social en Polonia a su participación en la UE, así como también un aumento de sus expectativas.

Para no decepcionar a los ciudadanos, así como para cumplir sus aspiraciones, Polonia necesita aceptar las condiciones de su pertenencia a la UE, explotar bien las oportunidades que ello conlleva y aprender que a veces es mejor ser más flexible y obtener un compromiso a coste de la renuncia a algunos de los intereses propios que seguir siendo un país de grandes aspiraciones pero con escasa posibilidad de realizarlas.