Réquiem por Malí

Apesar de que aún no han cesado las hostilidades bélicas y de la acusada crisis social que atraviesa el país, en un contexto un tanto convulso, hoy se celebra la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Malí. Escenario de primer orden en el auge del yihadismo, el contrabando y tráfico de drogas, así como de todo tipo de actividades ilícitas, el futuro de la región está en juego, al igual que la estabilidad y seguridad de Europa y España. Prioridad a la refundación total del país.

Apartados xeográficos África
Palabras chave Mali Elecciones 2013
Idiomas Castelán

Apesar de que aún no han cesado las hostilidades bélicas y de la acusada crisis social que atraviesa el país, en un contexto un tanto convulso, hoy se celebra la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Malí. Escenario de primer orden en el auge del yihadismo, el contrabando y tráfico de drogas, así como de todo tipo de actividades ilícitas, el futuro de la región está en juego, al igual que la estabilidad y seguridad de Europa y España. Prioridad a la refundación total del país.

Claves

La construcción del estado maliense data de la época colonial francesa, con unas fronteras diseñadas de forma caprichosa, al albur de los intereses coyunturales de la metrópolis. Los textos árabes del medievo identifican ya el Sahel a una frontera, a un inmenso espacio desértico que discrimina el Magreb arabo-beréber del bled as sudan o país de los negros. Un área difícilmente regida por las leyes de los hombres, caracterizada por su dureza y una meteorología caprichosa, que pone continuamente a prueba a sus pobladores. Un espacio atormentado que cruzan las caravanas comerciales, atravesado por no pocas líneas de fractura y factores de tensión. Malí es una fusión de dos mundos, extranjeros el uno del otro. Al sur los herederos de las grandes confederaciones políticas del oeste africano, que se vieron confrontadas a incursiones árabes y tuaregs que buscaban alimentar el floreciente comercio de esclavos. Los habitantes septentrionales pertenecen a la historia del Sáhara, de reinos nómadas y grandes rutas de caravanas, cuyo prestigio cultural y opulencia se identifica con el esplendor de Tombuctú, una perla en el desierto. Hace siglos que el norte y el sur malienses interaccionan con recíproca animosidad.

En su momento Francia llegó a valorar la posible formación de un conglomerado político, que no llega a cuajar, con sus regiones saharianas de Argelia, Malí, Níger, Chad y Sudán, reputadas por sus riquezas fósiles y minerales. En 1958 miles de peticionarios del norte maliense dirigen un escrito al general de Gaulle para disociar su suerte de la de Bamako, y conformar una entidad diferenciada. Con la independencia formal, las autoridades malienses intentan hacer emerger una cultura nacional que exalta el recuerdo del imperio de Malí, cuyos contornos nada tienen que ver con las actuales fronteras. Mientras en el norte, es constante el sentimiento de discriminación y olvido, que alimentan los anhelos secesionistas. Las episódicas revueltas tuaregs concluyen con acuerdos de paz a través de la mediación de terceras partes y que nunca llegan a cumplirse. El norte de Malí se consolida como una zona de no derecho, escenario de todo tipo de tráficos y nuevo destino del salafismo argelino. La caída de Gadafi ofrece un inesperado arsenal para las ambiciones independentistas y el levantamiento tuareg de enero de 2012 abre la puerta la barbarie yihadista que, ante la impotencia del ejército maliense y los titubeos y desavenencias de los estados vecinos, sólo Francia frena. Al menos de momento.

Elecciones pese a todo

El combate contra las huestes yihadistas aún va a perdurar. Francia y los 12.600 cascos azules ya en territorio maliense tienen trabajo por delante. La situación de caos se mantiene, al igual que los enfrentamientos en algunas zonas, como en Kidal. Tal situación ha sido invocada para pedir el cambio de la cita electoral a una fecha ulterior. Pero la primera vuelta de las presidenciales se mantiene, el 28 de julio. Y los 27 candidatos en liza son unánimes: hay que reconstruir Malí de forma integral, desde sus cimientos. Un funesto juicio al encuentro de un país que hace apenas dos años era presentado como gran ejemplo de democracia y estabilidad en África. Cierto que eran otros tiempos, pero sorprende que nadie diera la voz de alarma, discerniendo alguna de las variables que han conducido al país hacia el abismo. La corrupción y el robo sistemático de recursos públicos. La multiplicación de nuevos ricos y la inexistencia de una clase media capaz de asentar la bases de un crecimiento sostenible y, por extensión, la democracia. La defección del estado en las regiones septentrionales y para miles de potenciales ciudadanos. La vulnerabilidad del país frente a presiones externas, ya vinieran estas de Gadafi, de las instancias internacionales, de las multinacionales occidentales y chinas, o, como no, el yihadismo y su vertiente de negocio, el narcotráfico y los secuestros.


Creímos en la paz. En el consenso. En el futuro. Todo era ilusorio. Al igual que todos los salvadores que se nos presentaron bajo la bandera de la Alianza por la Democracia en Malí, matriz casi única de la vida política del país. Nos persuadimos de la débil influencia de la antigua potencia colonial. Y de las excelencias de un ejército incapaz y mal equipado, poco apto para los retos del momento. Y un pretendido sentimiento republicano fuertemente anclado en el espíritu de los hombres y mujeres de este país. Y de la existencia de un islam moderado, impermeable a discursos oscurantistas llegados de otras latitudes. ¿A quién atribuir tales lapsus, esta idílica percepción? Directa o indirectamente, por acción o por omisión, quizás todos sean responsables. Lo que sí es segura es la implicación en este sonoro fracaso de los tres principales favoritos para imponerse en las presidenciales. Tanto Ibrahim Boubacar Keïta como Soumaïla Cissé y Modibo Sidibé han ocupado las más altas responsabilidades de poder. No han querido. O no han podido. O no han sabido. O a lo mejor simplemente se han callado. Es un contrasentido recaiga en ellos, y precisamente en ellos, la responsabilidad de la refundación total de Malí. Ante la ausencia de candidatos de peso, capaces de suscitar la confianza de los malienses, lo malo conocido se presenta como única alternativa para reinventar un país donde nada debiera ser igual que antes.