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Venezuela: revolución con abstención

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 El pueblo no se retira, clic para aumentar
Como una nueva muestra de cierta desesperación y estrategias improvisadas a la marcha, la dirigencia de los partidos de oposición se autoexcluyeron de la contienda electoral a escasos cuatro días, a pesar de que un día antes se habían comprometido a participar ante los observadores de la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos. Acción Democrática, COPEI, Primero Justicia, Proyecto Venezuela y Bloque de la Zulianidad, este último un partido regional, decidieron no acudir en clara desventaja (las encuestas apenas le otorgaban un posible 20% de los escaños), aduciendo falta de transparencia e irregularidades en el sistema de votación realizado por el CNE. Chávez y su gobierno no dudaron en acusarlos de "boicotear" los comicios. (Foto: Caracas, 03/12/2005. Una mujer camina, el día antes de las elecciones, junto a una pintada alusiva a la retirada del proceso electoral de los principales partidos de la oposición).
 

Señales preocupantes vienen desde Venezuela. ¿Es saludable, para cualquier tipo de sistema político democrático, un proceso electoral con una abstención, cifrada oficialmente en un 75%? ¿Puede un proceso revolucionario de cambio consolidarse con este índice de tan baja participación? ¿Qué nivel de legitimidad tiene un resultado electoral de este tipo, cuando los principales partidos de la oposición se retiran días antes de los comicios, a pesar de comprometerse ante los organismos internacionales a presentarse electoralmente, y cuando el vencedor lo hace con apenas un 20-25% de participación electoral?

Estas interrogantes acrecientan aún más el nivel de confusión e incertidumbre que vive Venezuela desde la llegada de Hugo Chávez al poder, en febrero de 1999. Toda elección legislativa resulta decisiva y más aún en un país que experimenta cambios drásticos y acelerados, como es el caso venezolano. Es por ello que, en esta oportunidad, Chávez y la oposición se jugaban muchas cartas: estaba en disputa el control de los 167 escaños de la Asamblea Nacional para el período 2006-2011. Pero, en la coyuntura en la que está inmersa Venezuela desde hace años, las elecciones del pasado domingo 4 de diciembre constituían un pulso aún más significativo.

Como indicara el vicepresidente José Vicente Rangel, estos comicios fueron un verdadero "plebiscito". El "chavismo" calculaba de antemano un verdadero arrase electoral, con una mayoría absoluta en los escaños parlamentarios y una masiva participación, refrendados en unos esperados 10 millones de votos, que legitimarían y consolidarían su propuesta de cambio. Obtuvieron una inobjetable y contundente victoria en el primer aspecto (89% de los escaños parlamentarios serán ahora del "chavismo"), pero fracasaron estrepitosamente en el segundo: la abstención, según cifras del Consejo Nacional Electoral, se ubicó en 75%. En las elecciones municipales de agosto pasado, la abstención se ubicó rozando el 70%.

Como una nueva muestra de cierta desesperación y estrategias improvisadas a la marcha, la dirigencia de los partidos de oposición se autoexcluyeron de la contienda electoral a escasos cuatro días, a pesar de que un día antes se habían comprometido a participar ante los observadores de la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos. Acción Democrática, COPEI, Primero Justicia, Proyecto Venezuela y Bloque de la Zulianidad, este último un partido regional, decidieron no acudir en clara desventaja (las encuestas apenas le otorgaban un posible 20% de los escaños), aduciendo falta de transparencia e irregularidades en el sistema de votación realizado por el CNE. Chávez y su gobierno no dudaron en acusarlos de "boicotear" los comicios.

En algunos casos, entre los más de cinco mil candidatos a diputados, se vieron ejemplos de dirigencias partidistas anunciando su retirada de los comicios y candidatos de ese mismo partido, principalmente regionales, anunciando que sí participaban. Y viceversa. Del mismo modo, la decisión de no participar fue consecuencia de fuertes debates y discusiones internas entre la dirigencia y la base de los partidos, en claro síntoma de que no existía consenso general. Tampoco ese consenso se ubicaba en la opinión pública.

En un país donde aún flota en el ambiente una posible sospecha de fraude en el referendo de agosto de 2004, la dirigencia opositora acusó al CNE de "complacencia" con el partido oficialista. Tuviera razones o no, su retirada electoral es una apuesta arriesgada que supone quedar fuera de un sistema, que también muestra síntomas de cierta ilegitimidad. La enorme masa social que dio su respuesta no acudiendo a las urnas determina también la fragilidad y el dilema planteado dentro del sistema democrático venezolano.

¿Cómo, entonces, se analiza este resultado electoral y qué lectura política se elabora de la elevada abstención? Ambos son un reflejo del elevado nivel de desgaste y cansancio político de una sociedad, evidentemente fracturada, pero agotada en cuanto a las alternativas y al debate político que se le presentan. En un resultado que no arroja vencedores sino derrotados, la elevada abstención es una peligrosa y clara señal, tanto para Chávez como para la oposición. Ni la revolución bolivariana está consolidada, atrapada en profundos dilemas, ni la oposición está cohesionada, lista para llegar al poder electoralmente. Sólo el factor carismático de Chávez irrumpe como elemento asociativo/disociador de un debate político marcado por la ausencia de diálogo.

La realidad apunta a una nueva Asamblea Nacional totalmente dominada por el "chavismo", a pesar de que la eligió menos de la cuarta parte del censo electoral, sin el completo respaldo popular. Un padrón electoral que evidenció irregularidades tan alarmantes como el hecho de que un miembro de los observadores internacionales, el ex diputado español Iñaki Anasagasti, aparecía facultado para votar por el sólo hecho de haber nacido en Venezuela. Otras críticas denunciaban la utilización de un sistema electrónico de "captahuellas" que cercenaba el secreto del voto. La fuerte presión pública obligó al CNE a eliminar este sistema, una semana antes de los comicios.

Tras la abstención, ¿tiene completa legitimidad esta nueva Asamblea Nacional? ¿Será la hora de la oposición, que se ve a sí misma fortalecida por la elevada abstención? ¿Volverá el pulso político a las calles, a través del descontento y las manifestaciones populares? En diciembre de 2006 serán las elecciones presidenciales, lo cual arroja un escenario más para acrecentar el laberíntico enigma venezolano. Y un preocupante dilema para la democracia venezolana.