manifestacion anti globalizacion

Capitalismo, ecología y bioética

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Hoy vivimos bajo un sistema mundial capitalista que tiende a transformar todos los bienes y servicios, elementos de la naturaleza, fuerza humana de trabajo, y toda forma de actividad social en una mera mercancía, cuya última razón de ser es la de obtener un beneficio. Las fronteras de la mercancía están en vertiginosa expansión; los organismos vivos de todo reino, sus células, su capacidad de reproducción o de duplicación, sus partes constitutivas (como sus órganos), el saber científico, las actividades y productos artísticos, los servicios antes llamados públicos como la educación, la sanidad, los derechos de retiro, todo el mundo social y de la vida es hoy objeto del implacable avance de un capitalismo mundial globalizado. (Foto: Manifestación contra la globalización, Ecologistas en Acción).
 

Permítaseme que inicie estas consideraciones desvelando que me refiero a la reciente reunión celebrada en nuestra vecina Pontevedra sobe: Filosofía y Ecología. Anuncio desde el comienzo que, aunque fui generosamente invitado a participar (como público) muy pocos días antes de la reunión por mis amigos Carmen y Xaquín, no pude desafortunadamente, por causas que no vienen al caso, tomar parte activamente en dicha reunión cuyo interés me parece fundamental y de la que espero dará lugar, como en anteriores ocasiones, a una publicación. Mis consideraciones son pues hechas en cierto modo "in absentia", revisables ante un conocimiento más preciso, y deben de ser disculpadas por haber sido realizadas un tanto "sub specie senectutem" pues el tema me retrotrae en mi deficiente memoria a mi participación, como miembro de la Comisión Económica para Europa y de su Secretariado, a la primera conferencia internacional de Estocolmo sobre el Medio Ambiente. Como en tantos otros casos mi biografía se convierte en una coartada para recaer en temas que en varios momentos de mi vida suscitaron en mi gran interés y participación.

Concurriríamos muchos en que vivimos en mundo en rápido cambio cuyo análisis viene dificultado por sus alteraciones que nos obligan a modificar nuestros instrumentos analíticos y nuestras opiniones. Hoy vivimos bajo un sistema mundial capitalista que tiende a transformar todos los bienes y servicios, elementos de la naturaleza, fuerza humana de trabajo, y toda forma de actividad social en una mera mercancía, cuya última razón de ser es la de obtener un beneficio. Las fronteras de la mercancía están en vertiginosa expansión; los organismos vivos de todo reino, sus células, su capacidad de reproducción o de duplicación, sus partes constitutivas (como sus órganos), el saber científico, las actividades y productos artísticos, los servicios antes llamados públicos como la educación, la sanidad, los derechos de retiro, todo el mundo social y de la vida es hoy objeto del implacable avance de un capitalismo mundial globalizado. Aunque crecientemente impugnado nuestro modo de vida se ve erosionado por un sistema que provoca desigualdad y explota a una inmensa mayoría de pueblos inermes o sometidos que son víctimas de una totalidad que no comprenden ni perciben claramente. Todo ello repercute en la dificultad de oponerse eficazmente a una realidad opaca.

Aunque su explicitación necesitaría mucho mayor espacio y necesariamente debo de mostrarme dogmático opino que los factores más importantes de la realidad actual, como sistema socioeconómico son la de su creciente mercantilización y la del desplazamiento de la realización del valor hacia las últimas etapas de la vida económica, es decir hacia lo que algunos economistas llaman la demanda final de consumo. Estos cambios de la vida social son los vectores fundamentales de muchos movimientos secundarios, como la financiarización de la vida económica, la subcontratación, la fragmentación de la fuerza de trabajo, la inseguridad y miedo colectivo, la creciente desigualdad económica inter e intra regional, el diferente papel que juegan actores colectivos como Estados, EMN, organismos de gobernanza mundial (como el FMI, OMC, OECD etc) en un sistema político nacional-global jerarquizado, etc. Recordando a Julián Benda podemos afirmar que esto ha redundado en una crisis de valores tradicionales que abarca a muchos intelectuales y mentes privilegiadas e ilustradas. Un claro ejemplo de lo que afirmo nos venía dado por el gran biólogo estadounidense Charles Lewontin que decía en 1992: "No conozco ningún biólogo molecular americano (sic) que no tenga intereses financieros en empresas de biotecnología". A la degradación del cuerpo y la vida de las víctimas corresponde el ocaso espiritual y humano del mal llamado mundo cristiano de occidente. Como señala Jean Marie Harribey (en su libro sobre :La demencia senil del capitalismo) parece cada vez más necesario escuchar a ciertos llamados heterodoxos del marxismo como H. Marcase que hace mucho tiempo insistieron que el socialismo era un modo de vida diferente "cualitativamente diferente y alejado del fetichista incremento de las fuerzas productivas"; fuerzas hoy hipócritamente ensalzadas desde el "sistema" y en gran parte transformadas en algo brutalmente destructivo para la naturaleza y el mundo de la vida humana. Para algunos, como el que esto escribe, existe una esperanza en una toma de conciencia eficaz de grupos que se oponen a las tendencias hacia la mercantilización y a todos los que se oponen a la promoción de intereses y "valores" a la vez minoritarios globalizadotes y egoístas. La convergencia quizás tarde en producirse entre todos los grupos ecologistas, anti-imperialistas, alterglobalizadores etc, pero se producirá. La alternativa es caer en una autodestrucción de barbarie.

Al ya mencionado libro de Harriberry, y a su libro "Le dévelopment soutenable", Paris Economica 1998, debemos, desde un punto de vista radical en el que me sitúo, añadir la gran cantidad de estudios aparecidos en la revista francesa "Actuel Marx" y en la sajonas "Capital and Class" e "Historical Materialism" (disponible esta última en www.brill.nl). Antes de sumergirme en un curioso tema moralmente teratológico recomiendo a mis amigos participes en estos temas, la lectura del libro de Joel Kovel: "The enema of nature", Zed books 2002, así como el de James Ridgeway: "It’s all for sale" (Duke Univ. Press 2004) que complementarán los más accesibles, por estar escritos en castellano de J. Foster (sobre la ecología de Marx y las eruditas, ambiguas, y políticamente correctas disquisiciones contenidas en los libros de Martinez Alier, promocionado sabio anglosajón de la ecología española, catedrático en España y cuyas tesis evidentemente no comparto. Presuntuosamente recomiendo a mis amigos de Pontevedra que, como decía Marx, "se eleven a lo concreto" y ( si no lo han hecho) discutan el reciente libro publicado en el centro del Imperio por su autor J. Cherry titulado: "Kidney for sale by owner" ( Propietario vende su riñón") y cuyo jugoso subtítulo reza: órganos humanos, transplantes y mercado. Este eminente Sr. Especialista de bioética cuyo libro es editado por la Universidad de Georgetown, (católica universidad, pero no en su denominación, y en la que han conferenciado luminarias tales como Ana Palacio y J. M. Aznar, y ha sido Universidad subsidiada por un gobierno del Estado de España.) nos dice que: "el mercado es más justo y compatible con las tradiciones occidentales, filosóficas y religiosas, que el actual sistema, basado en la caridad.". La superior compasiva caridad del mercado queda aquí claramente trazada como imperativo categórico social de nuestra sociedad. Toda otra forma de eticidad ha sido subsumida, o devorada, por la reduccionísta tecnificación de una posible mayor cantidad de vísceras transplantadas. ¿ Sonreirá complacido, desde el cielo San Josémaría y asentirá desde la tierra Benedicto 16? Tal vez cierto torturado Nazareno se sorprendería nuevamente al ver que la mística trinitaria había sido desplazada por una nueva mística plotiniana en la que el sagrado mercado asumía un papel de unidad final superadora de trinitarias divisiones previas.

Bajando de lo teratológico moralmente a lo político y terrenal, conviene que alertemos a los esperemos nuevos responsables políticos de nuestra Nación Galaica a que con cualquier apoyo ético, religioso o filosófico sepan diseñar una oposición a la invasión creciente de una ideología y práctica de libre mercado que, venida desde fuera, propugna una monoatría de mayor competitividad, libertad para el "factor trabajo", (con pateras hundidas) y naturalmente mejores negocios para los transplantes. La incorporación, dentro de la débil izquierda gallega, de objetivos ecológicos esta sujeta a una gran cantidad de tentaciones que pueden desvirtuar su eficacia práctica. La primera consistiría en la aceptación de la visión tecnocrática de las llamadas "economías ecológicas" que como Novel señala no se interesan en una transformación social básica y aceptan las potencialidades del presente sistema pensando que se puede corregir lo que O’Connor llamó la gran segunda crisis del capitalismo para hacerlo mas viable, "sostenible" o soportable. De entre los miles de libros que comparten este enfoque destacaremos por su honestidad al de James K. Boyce: "The political economy of the environment", E.Elgar 2002. La principal dificultad política de los radicales radica en saber cohonestar las legítimas batallas parcelarias, pero urgentes, (como por ejemplo por petroleros de doble casco), con el aparente utópico ideal de una sociedad diferente. Las batallas defensivas deben de estar supervisadas por una visión amplia a riesgo de perderse. Otras tentaciones fuertemente correlacionadas, e influenciadas por el trato de grupos afines de la Unión Europea, son las de no dejarse arrastrar excesivamente por elementos de moralización cercanos a una "moralina" Nietzscheana radicados en una visión estétizante o romántica de lirismo inerte, y nostálgico ante una históricamente utópica naturaleza idealizada. Como acertadamente señala Neocleous en su libro sobre fascismo cierta tradición romántica de lo natural, prístino, impoluto fue aprovechada por el nacional-socialismo y parte de la fuerza social importante del ecologismo germánico deriva de esta raíz que se ha tratado de depurar. En nuestra vecina Francia percibimos una oscilación entre teorizaciones reformistas de ecología política de diversa radicalidad con otras marxistas o ético-estéticas. Basta un mero recorrido por las propuestas de las librerías francesas " on-line" para verificar mi aserto. En un caso se me ofrecieron entre 486 títulos algunos como los de: "L’écologie chretienne" de Bastaire o las "Approaches spirituelles de l’écologie" de Mayer, (ambos no leídos por el presente comentador.). Observo tendencias parecidas en nuestro País.

Concluyamos estas observaciones mencionando un reciente artículo de Nick Dyer- Witherford (en Historical Materialism Vol 12-Nr4) muy conocido desde hace tiempo por su libro "Cyber Marx" En él se dice: "es ya hora de decir que lo pre-humano, lo humano y lo post-humano han caducado como categorías íntimamente vinculadas a las desigualdades históricas de un mercado mundial. La destrucción de estas desigualdades hace hoy necesaria una nueva forma de sociedad común y comunitaria, ("commonism" en el original) un proyecto que no será de diosas, ni de ciborgs, ni incluso de humanos, sino más bien de seres de especie". Los "gattungwessen" de Marx. Más allá de todas las concepciones filosóficas sobre la no inocente función de las categorías como articuladoras del pensamiento, más allá de las concepciones de Hegel o de Althusser debemos hoy saber transmitir a las percepciones de unos ciudadanos inocentes e intuitivos pero inteligentes el enorme peligro que se cierne sobre la mayoría de los explotados de la tierra: el riesgo de ser desposeídos de un riñón u otro órgano para hacer funcionar mejor al mercado.