200508eeuu furacan katrina

Diques del Sur de EEUU y grandes incógnitas de Europa

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 Furacán Katrina, clic para aumentar
La falta de capacidad para afrontar situaciones de emergencia y el desplazamiento de recursos hacia una acción imperial exterior (recordemos que más de un tercio de la "Guardia Nacional" de los Estados afectados y más de la mitad de su material operaban en territorio extranjero) han llevado a que cierta condena moral, frecuente en la vieja Europa, y una flagrante conciencia de incapacidad, hipocresía e ineficacia penetrase en amplias capas de un indiferente pueblo "americano".
 

Nuestro regreso de vacaciones se ha visto sorprendido por dos grandes temas que, de un modo u otro, influirán en nuestro Reino de las Españas e incidirán en nuestro futuro. Se refieren estos a la posible inflexión que se podría producir en EEUU y en su política exterior y el otro en la enorme repercusión en Europa de las elecciones en Alemania. Un análisis breve de ambos temas desbordaría las posibilidades de un breve artículo periodístico, lo que nos obliga a unas brevísimas pinceladas.

Es necesario señalar que antes de la tragedia ocurrida en el Sur de EEUU la acumulación de burdas mentiras (en cuya difusión colaboró el gobierno Aznar) sobre las guerras de Afganistán e Irak, el descrédito producido por las torturas, la difusión de nuevos polos de atracción del terrorismo en sus diferentes formas, la incapacidad de un ultra-tecnificado ejército para luchar contra nuevas formas de insurgencia y nacionalismo, el enorme costo de una guerra (que la profesora de Harvard Linda Bilmes ha llamado "La guerra del trillón de dólares") , cuyos principales efectos han sido la des-estructuración social de Afganistán e Irak y, sobre todo, de los estrepitosos fracasos militares del "Imperio" y su desprecio hacia sus aliados de la burguesía internacional; todos estos factores llevaron hacia una crítica y reflexión sobre una política exterior carente de éxito. La falta de capacidad para afrontar situaciones de emergencia y el desplazamiento de recursos hacia una acción imperial exterior (recordemos que más de un tercio de la "Guardia Nacional" de los Estados afectados y más de la mitad de su material operaban en territorio extranjero) han llevado a que cierta condena moral, frecuente en la vieja Europa, y una flagrante conciencia de incapacidad, hipocresía e ineficacia penetrase en amplias capas de un indiferente pueblo "americano". Ante esta situación y amparados en nuestra calidad de viejos economistas socialistas demos breves pinceladas:

a) El gran economista y crítico estadounidense John K. Galbraith publicaba en la década del sesenta libros (muchos traducidos al castellano) como "La sociedad opulenta", "El nuevo estado industrial", "La economía y la acción política" etc. En todos ellos se denunciaba que existía en EEUU "un evidente deterioro del "capital social" que favorecía a un individualista, egoísta y desaforado afán de beneficio privado", (cito de memoria). Exacto, la culpa no sólo es del ignaro, piadoso e incompetente Bush II, la culpa es la de un sistema que favorece lo individual y privado sobre lo colectivo. La culpa del deterioro de las presas de Nueva Orleáns la había previsto, hace cuarenta años Galbraith, pero el "New Deal" fue vencido y vino Reagan, el neo-liberalismo, Thatcher, Bushes 1º y 2º etc. Sea esto un breve homenaje a Galbraith, y de amistosa pero grave advertencia a un nuestro y nuevo gobierno autonómico, en cuya declaración programática encontramos expresiones como "capital humano" expresión esta que me parece alejada del esquema ideológico de Prof. Beiras (del que algunos han sido discípulos) y muy próxima a las burguesas y pedestres teorizaciones de T. Schultz y del reduccionismo de G. Becker, y que conforman modos de pensar que, como dice Guerrien,: "favorecen una justificación del "status quo". Las categorías no son inocentes amigos políticos, hace tiempo deberíais saberlo.

b) La falta de consenso hacia la política exterior de EEUU ha suscitado los comentarios de muchos politólogos desde el popular Garton Ash a los experimentados Gideon Rose y Richard N. Haass o del autoproclamado profeta F. Fukuyama. Todas sus teorizaciones son anteriores al desastre del Sur de EEUU pero, en general, predican una vuelta hacia ciertas formas de multilateralismo, la potenciación de reformas de NU favorecedoras de la economía de mercado, la vuelta a una política basada en el llamado: "interés nacional" (¿de qué clases, de qué segmentos sociales?, pregunto yo) y un abandono del llamado "idealismo" de los neoconservadores. Abandonemos las guerras "preventivas"o "desactivadoras", busquemos el consenso con sociedades de parecidos intereses, adoptemos una pragmática política basada en "pasos contados" a lo Kissinger, evitemos una división de dualismo ético entre "amigos y malvados" a lo Bush-Schmitt, etc. Naturalmente debemos de mantener nuestra preeminencia y promover nuestro valor superior y trascendente "la economía de mercado" aunque esta preeminencia, sea a veces excesivamente prepotente, se manifieste de modo cíclico (Rose) dando un paso atrás para posteriormente avanzar dos adelante. La variedad y confusión, muchas voces interna de los análisis es enorme y frecuentemente encontramos en ellas expresiones auto-contradictorias como la peligrosa tendencia hacia un "aislacionismo pugnaz" o beligerante (Fukuyama), o de valoraciones extrañamente matizadas sobre el fracaso de la política exterior de Bush II y su camarilla. Visto todo esto con un distanciamiento arcaico-europeo parece corresponder con una situación no demasiado complicada. A mi inmodesto modo de ver los neo-conservadores se encontraron primeramente con un vacío de poder militar, (el de una supuestamente peligrosa oposición, derivado de la caída del bloque soviético), y la duradera existencia del estímulo para el sector armamentístico, iniciado en la "guerra fría" que favorecía una, (saludable políticamente), sensación de riesgo e inseguridad interior y de una situación de desequilibrio militar de proporciones homéricas, dado que el gasto armamentístico de EEUU excedía al del resto del mundo. Este desequilibrio en un vector de poder (el militar), y la existencia social de una "democracia pretoriana" con ínfimo apoyo popular, (véase el libro de Herspring: "The Pentagon and the Presidency") hicieron que se acrecentase la tentación de jugar a lo largo de ese vector, incluso sin la aquiescencia de otros poderes capitalistas, para iniciar una acción, cuyo fracaso es evidente. La nefasta influencia de las des-estructuraciones sociales y las nuevas formas de oposición no supieron preverse o de ser tenidas en cuenta. En contra de lo opinado por algunos tratadistas (Robert W. Merry: "Sands of Empire") no fue un "celo de misionero" supuestamente "idealista" lo que ha impulsado la acción de los EEUU ni tampoco el deseo de lograr un régimen más moderno o justo o la risible pretensión de librarse de la amenaza de "armas de destrucción masiva". Ello ha correspondido solamente a la consecución de ciertos objetivos geoestratégicos (control sobre el Oriente Medio y el petróleo), basado en una inapropiada potencia militar que se combina con una enorme pero ya impugnada potencia económica cuyo más reciente manifestación es la dependencia del ahorro externo (últimamente del dragón chino, sucesor de los tigres asiáticos) para impulsar la economía "americana".

c) Entre todas las teorizaciones estadounidenses la más importante parece la de Haass que plantea la posibilidad de una acción multilateral por parte de una clase dirigente, burguesa, internacional, cosmopolita e ilustrada que iniciaría una acción internacional promotora de los derechos humanos con capacidad de ejercicio de una función redistributiva de una creciente riqueza. Se alcanzaría de este modo la utopía de una sociedad global con soportables, escasas diferencias económicas entre los pueblos. Pienso que el posible bienintencionado esquema de Haass es inadecuado. Primeramente, porque el aceptado "mercado" que implica no tiene una eterna eficacia productiva, parecida a la que Marx alababa en el "Manifiesto", y que contrariamente tiene una implícita e inmanente tendencia a la generación de desigualdades. Haass supone una suerte de separación entre una clase sacerdotal, consciente e intérprete del "bien común" de corte platónico-hegeliana y de una sociedad civil económica controlada por dicha casta de ilustrados filósofos. Es cierto que en estos momentos parecen obsoletas ciertas extremas concepciones funcionalistas del "Estado" como consejo de administración de las grandes empresas y muchos tratadistas insisten en sus áreas de autonomía. Simplificando mucho me parece que la tendencia histórica apunta hacia la unidad de un poder social en el que los vectores económicos, político, mediáticos y de manipulación e información están crecientemente monopolizados y crecientemente imbricados en un sistema supranacional y suprasoberano de gobernanza, que está en fase aún constitutiva. El "modus operando" del G6 G8 FMI y el Banco Mundial etc. me parecen ir en ese sentido, que Haass no tiene suficientemente en cuenta.

d) Llegados a este punto nos podemos preguntar si, del mismo modo como el 11/9 constituyó una coartada para los conservadores hoy Katrina podía servir a una inflexión de la política internacional de EEUU. A mi modo de ver la oposición a la disparatada guerra de Irak, nos ha conducido a una confusión entre multilateralismo pacífico y unilateralismo agresivo. Por desgracia me parece más probable una combinación basada en un sistema competitivo, globalizado de mercado que produzca un multilateralismo agresivo. En éste los países ricos seguirán transfiriendo recursos del "pobre Sur" al opulento Norte, utilizando su poder y violencia cuando fuese necesario. Así es el caso que el peligro de una "proliferación nuclear" podría en este sombrío escenario "justificar" una acción demoledora contra Irán o una gran cantidad de operaciones de este tipo.

Alemania segunda incógnita para Francia y Europa

Dentro de pocas horas se celebrarán en Alemania unas importantes elecciones, de incierto resultado pero de gran trascendencia para Europa en su conjunto. Digamos, de entrada y como importante inciso que la hoy mal llamada Unión Europea se denominó, de modo aun más confuso, "Comunidad Europea". Este ha sido y sigue siendo el punto de mayor fracaso de Europa que radica en la esencia de su imperante sistema económico y social. Siguiendo la intuición de Tönnies podemos decir que la vocación de las creadores de "Mercado Común" ha sido no la de crear una "Comunidad" basada en una unidad solidaria, afectiva, y espiritual entre sus pueblos sino mas bien la de crear una "Sociedad" basada en unos contratos, supuestamente favorables para todos, esencialmente mercantiles. Lo solidario, que sigue siendo vigente como aspiración, ha dado paso a lo meramente burgués y mercantil. Una vez instalados en este terreno es evidente la importancia cuantitativa de Alemania (Un tercio de producto de la UE.) como de su enorme importancia en el seno de las instituciones europeas.

Es evidente que el momento político de Alemania tiene dos tipos de interés. Uno y a corto plazo es saber hasta que punto un cambio en su democracia representativa puede producir inflexiones en su política exterior, que van desde tratar de lograr un nuevo puesto en el "Conseja de Seguridad" de una ONU reformada, hasta una redefinición de su política exterior hacia los EE.UU y el Este que rebasa el ámbito geográfico de Europa, y se inscribe en una constante geopolítica derivada de proyectos tan viejos como el del ferrocarril Berlín-Teherán. Dentro del espacio europeo se juega un segundo acto del que siguió al rechazo francés al proyecto constitucional, a saber, el muy trascendente de conocer si el modelo de "capitalismo renano" puede perdurar más allá de las propuestas de A. Merkel o Schröder.

El combate entre dos conservadurismos tiene matices diferentes pero es difícil apreciar hasta que punto la tímida defensa del "modelo" realizada por los socialdemócratas sobreviviría a una victoria de Schröder, el adalid de las reformas neoliberales en el seno de su partido (que se da como perdedor) o de si la diferencia de política interna entre el grupo de Schröder y los cristiano-demócratas es tan pequeña que el "modelo" renano ya apenas existe y no subsistirá. Todo esto se inscribe en un contexto internacional contradictorio, pues de un lado la victoria de Koizumi en Japón refuerza la decisiva acción globalizadota de un sistema neoliberal, privatizado, (impulsado por EEUU) y por otros, (Como el Reino Unido). Hoy vemos que este éxito sistémico se produce en un ámbito de estrepitoso fracaso militar. El de un imperialismo territorial dieciochesco promovido por un desaforado militarismo con un ideológico disfraz de deseo de misionerismo salvador. Esta nefasta conjunción ha sido denunciada cientos de veces (Por ejemplo por Robert W. Merry y S. E. Bronner), cuyos argumentos son hoy brillantemente ampliados por A. J. Bacevich en su reciente libro "The new American militarism", cuya lectura me atrevo a recomendar.

A la doble escisión de las instituciones de la izquierda y derecha francesa corresponde sorprendentemente un acercamiento de los grandes partidos germánicos en un deseo neoliberal de "transformación social" y de supuesta "eficacia" (Denunciada entre nosotros por el Prof. Navarro) que difícilmente oculta una política redistribuidora desfavorable hacia los más desfavorecidos. Hay algo de verdad en la frase de Lafontaine cuando dice que el peinado es lo que más diferencia a Merkel de Schröder; lo difícil es saber hasta que punto las pequeñas diferencias pueden conducir a resultados contrarios, de un modo acumulativo. Ángela Merkel se sitúa más cerca del ultraliberal Sarkocy que del Primer Ministro Villepin que ha afirmado recientemente que: "Francia debe y puede conservar su modelo", parecido al renano pero más dirigista (Le Monde 3-9-2005). Posiblemente ello ocurre bajo la influencia de un exitoso estatismo muy francés, pero esa división es apenas apreciable entre los alemanes. A la profunda escisión entre los social-demócratas franceses, (Evidente en el rechazo a la Constitución Europea) corresponde de modo cuantitativamente menos importante en Alemania la estrepitosa vuelta a la lucha electoral de Oscar Lafontaine (W.A.S.G.) y de Gregor Gysi (P.D.S) con su supuesta "Gran Coalición de Izquierdas" que según algunas recientes, inseguras encuestas no llega al 10% del electorado. Esta coalición de izquierdas trata de atraer una masa indefinida, y posiblemente oculta, de muchos sectores sociales abstencionistas muy desilusionados por la continua deriva del partido de Schröder hacia un centro-derecha de inspiración sajona y podría jugar, poco probablemente pero no de modo imposible, un papel de "bisagra" que frenase las nuevas reformas del partido social-demócrata si este llegase a buscar una coalición que le permitiese seguir en el poder. Parece no obstante, según las encuestas, que ganen las elecciones la coalición hermana CDU-CSU con los liberales, y que esto se produzca a pesar de los innecesarios errores de jefes como Stoiber, que cree en la superioridad del catolicismo sobre otras religiones, del inútilmente promovido ultraliberal académico, pedantesco y quizás prescindible Prof. Kirchhof, y de la escasa atracción carismática de la gris Merkel, desfavorecida por una atenuada pero constante y subyacente tendencia machista. Ante esta situación cabe esperar una de las siguientes situaciones:

1º. Triunfo sin reservas de A. Merkel y sus partidos, fieles baluartes para apoyarla.

2º. Gran coalición "centrista de los dos grandes partidos mayoritarios.

3º. Logro por parte de los partidos de izquierda y de los "Verdes" de una masa crítica suficiente para impedir las reformas contrarias al modelo renano de capitalismo.

4º. Improbable triunfo, en solitario, del partido social-demócrata.

Las opciones parecen hoy día circunscribirse a las dos primeras situaciones por lo que desde el punto de vista de la política de reformas interiores. En ambos casos el modelo renano se vería menoscabado por una disminuida protección social agravado en el caso de los "cristianos" por un aumento de los regresivos impuestos indirectos. La disminución de la fiscalidad a las empresas se encuentra en las propuestas de los dos grandes partidos, como se encuentra una menor protección social, en todos sus aspectos. Poco los aleja a los partidos en sus programas, y en un reciente artículo se señalaba en "Le Monde" de París que paradójicamente un crecimiento inesperado e importante de la izquierda precipitaría a una alianza centrista entre los partidos mayoritarios. Llegados a este punto debemos de interrogarnos sobre la supervivencia del modelo de capitalismo renano. Es evidente que este modelo ha sufrido terribles embates durante muchos años y se haya muy debilitado gracias a la operación de las ideas plasmadas en el Plan Hartz IV, no obstante sería prematuro considerarlo liquidado, pero ello dependerá de la capacidad de resistencia y movilización de las fuerzas sociales, otras que de los partidos.

En una reciente entrevista Bruno Amable (Autor del libro, en francés: Los cinco capitalismos) afirmaba que la causa del marasmo económico alemán, (y yo añadiría Europeo) radica en la aplicación de las recetas neoliberales y de la erosión del "Estado de Bienestar. Benéfico". La principal incógnita ante todos es la de saber si la aplicación de estas recetas confluirá en lograr un capitalismo "puro y duro" de corte anglosajón o bien el crear un sistema mixto desestructurado (Como en cierto modo sucedió en la ex URSS) generador de una situación en la que la nueva "unidad sistémica" no pueda, al no ser la de un "Hegemón", beneficiarse de exteriores actos de depredación o de generar especulativas burbujas por el manejo de unos resortes globales financieros. Nadie puede conocer hoy donde se sitúa la frontera de quiebra en la que una política de reformas, que destruya las sinergias institucionales dé al traste con un delicado balance institucional entre actores económico-políticos nacionales, lo que pudiera desembocar en una des-estructuración en la sociedad . La estratégica elección del próximo fin de semana definiría en parte esa elección. Por mi parte me mantengo en una posición de moderado pesimismo, pero existen incógnitas de difícil previsión, como podría ser una masiva participación de los abstencionistas.

La mayor discrepancia entre las dos grandes coaliciones alemanas parece radicar en sus visiones de política exterior, mucho más cercana a Washington en el caso de Merkel y algo más independiente para Schöder. El acuerdo de oleoducto entre este y Putin es un claro ejemplo de afirmarse en este limitado juego. No debemos sin embargo exagerar los grados de libertad que pueda tener, en este y otros casos, un país miembro de la OTAN ya que estos se circunscriben a un área geopolítica próxima y limitada que no debe entrar en colisión con los intereses del Imperio. Recordemos en este contexto (Como nos advierte Cassen) que los países miembros de la OTAN se sitúan en una situación satelizada. De esta manera el Art. 1-14 del proyecto constitucional, que retoma textos ya existentes, (cuyo ámbito geográfico de actuación fue ampliado con la inestimable y nefasta ayuda del Sr. Solana) nos dice que "la defensa de seguridad y de defensa común de Europa debe de ser compatible con las pautas establecidas en el Tratado" que sigue siendo la base de la defensa común. En este sentido EEUU sigue teniendo la última palabra y no parece demasiado exagerado, aunque cínico, que el defensor de la tortura Rumsfeld dijese: "Europa es la OTAN". Sí Europa es la OTAN y una arrobada Merkel puede contemplar como los EEUU actúan, naturalmente cuando ello es necesario como "un chulo de barrio" como en cierta ocasión nos dijo el "moderado" Powell. Esperemos que sus recientes fracasos militares, su descrédito, y el desastre Katrina hagan moderar el impulso belicista del Imperio.