Especial OPCH: 90 años del Partido Comunista de China

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El PCCh se apresta a celebrar el 90 aniversario de su fundación. No solo en China, también en el exterior, es una oportunidad para hacer balance y reflexión sobre su trayectoria e impacto en la realidad nacional e internacional.

El OPCh quiere sumarse a esta efeméride, recabando el parecer de algunos de nuestros más sobresalientes colaboradores, a quienes formulamos las siguientes cuestiones.

  • ¿Qué breve balance le sugiere este 90 aniversario del PCCh?
  • ¿Cree que al PCCh puede aguardarle similar destino al experimentado por formaciones similares en regímenes de partido único?
  • ¿Qué retos principales identifica en la labor presente y futura del PCCh?

Han colaborado los siguientes especialistas: Eduardo Daniel Oviedo (Universidad Nacional de Rosario, Argentina); Julio A. Díaz Vázquez (Profesor Consultante, Centro de Investigaciones de la Economía Internacional, Universidad de La Habana); Jorge E.Malena (Coordinador Académico, “Estudios sobre China Contemporánea”, Universidad del Salvador-Argentina); y Enrique Fanjul (ex consejero comercial en la Embajada de España en Beijing y autor de varios libros sobre China).

 

Respuestas de EDUARDO DANIEL OVIEDO:

  • ¿Qué breve balance le sugiere este 90 aniversario del PCCh?

Este año 2011 el PCCh cumple 90 años. Sólo una década lo separa de la Revolución del Doble Diez, la cual este año festeja su centenario. Esta última dio origen al Estado moderno chino y puso punto final a dos milenios de régimen feudal. Es decir, la vida política del partido representa el 90% del trayecto del nuevo Estado chino. En su decurso, su rol ha sido central en la vida política de la nación asiática, pasando de una fase agonal, de búsqueda del poder político entre 1921 y 1949; a una fase arquitectónica de la política, desde 1949 hasta el presente. En esta última fase, con aciertos y errores (tan absolutos como su poder), transformó a una China decadente, caótica y sin rumbo cierto en el plano internacional; en un país próspero, con expectativa de progreso económico para su población y posicionada en el concierto de las grandes potencias. En el plano interno, cohesionó a la población china bajo un liderazgo totalitario; mientras que en el plano internacional identificó a la civilización sínica con el Estado-nación chino, consolidando su régimen político, su independencia y la modernización económica. Por lo tanto, la casi coetaneidad del surgimiento del PCCh y el origen de este Estado moderno asiático revela la importancia del Partido en el decurso de la historia contemporánea de China.

  • ¿Cree que al PCCh puede aguardarle similar destino al experimentado por formaciones similares en regímenes de partido único?

Los hechos históricos son singulares, únicos e irrepetibles; mientras que las comparaciones en ciencias sociales resultan siempre imprecisas. Por lo tanto, pensar que un hecho pueda reiterarse de forma similar resulta imposible. Por eso, es claro que China no seguirá el mismo camino transitado por la Unión Soviética y otros regímenes de partido único, especialmente cuando está fuera del mismo proceso y no es simultáneo. Sin embargo, existen procesos y tendencias históricos que luchan contra fuerzas contrapuestas. Por ejemplo, si el fin de la historia es el proceso mediante el cual el hombre plasma su libertad, es claro que esta situación está en contradicción con ciertos aspectos de la China de hoy. Estos factores presionan al partido de la misma manera que otrora sucediera en los países de regímenes de partido único. Entre ellas cabe destacar la presión que la modernización ejerce sobre el sistema político y la tenue respuesta de la dirigencia china frente a la misma. Este aspecto es de suma importancia para entender cuáles pueden ser los cambios políticos que sucedan en China, aunque el régimen político, por su carácter totalitario, cuenta con herramientas claves para retardar los procesos, evitar crisis y aunque éstas se produzcan, el poder político actual posee capacidad de resolución de las mismas. Los nuevos sectores sociales creados por la modernización tienden a buscar más libertad y participación políticas, restringidas por el régimen. Entre las peculiaridades (aunque también sucedió en la URSS) la relación entre el poder central y las etnias separatistas es un factor de tensión distinto de la modernización que genera otras demandas insatisfechas al sistema político. De cómo resuelva China estas dos demandas dependerá la estabilidad del sistema político y el destino de la integridad de este Estado multinacional. 

  • ¿Qué retos principales identifica en la labor presente y futura del PCCh?

La transformación política es tema imperioso de agenda y debe superar la mera enunciación que recurrentemente realizan sus dirigentes. Esta “reforma política” (como suele ser llamada por los chinos) implica cambios revolucionarios en materia de participación política, sujeta hoy a la apertura o cierre de quienes controlan el “grifo” de la misma: el PCCH. Es decir, hacer política en China es ser parte del PCCH (o de sus acólitos partidos) o bien ser parte de la disidencia política, ilegal y proscripta. Sin embargo, entendemos el retraso de este proceso de transformación como dependiente de la anhelada unidad nacional demandada por la República Popular China, por la competencia diplomática que acarrea la existencia de Taiwan como unidad política díscola del continente. Es decir, son dos tareas principales, pero la cuestión de la reforma política parece unida a la recuperación de Taiwan o, tal vez, pueda resolverse de forma conjunta a través de un pacto que genere una “tercera cooperación” o “frente unido” entre comunistas y nacionalistas. En el corto plazo, China enfrenta los desequilibrios económicos que provoca la crisis económica mundial y la modernización, además de la incertidumbre de saber cómo China resolverá el difícil problema de las nacionalidades separatistas. Todos estos temas de discusión tienen al PCCH en el rol central de la política de esta nación asiática.

Respuestas del profesor JULIO A. DIAZ VAZQUEZ:

  • ¿Qué breve balance le sugiere este 90 aniversario del PCCh?

Desde el 23 de julio de 1921, en que apenas una docena de soñadores se reunieron en un aula de una escuela enclavada en la concesión francesa, en Shanghái, dando vida al Partido Comunista de China (PCCh), mucha agua corrió bajo el puente. Nacido, alumbrado por las simpatías que despertó en el país el triunfo Bolchevique en Rusia, el PCCh ha acumulado en su trayectoria una colosal, rica, bienhechora y, a veces, traumática experiencia.

Su historial recoge las vicisitudes de los años bisoños. Seguida de la alianza (1923-1927) con el Guomindang de Sun Yat-sen; sobrevivió a la sangrienta represión desatada (1927) por Chiang Kai-shek; tuvo fuerzas y  voluntad revolucionaria crear bases soviéticas (1931-1934), en Jinggangshan y  Jiangxi; rechazó las reiteradas ofensivas de las fuerzas nacionalistas, y encabezó la hazaña de la Gran Marcha (1934-1935) que, en Zunyi (Guizhou), proyectó de manera definitiva a Mao Zedong, como líder del PCCh; enfrentó la invasión japonesa (1937-1945); supo zafarse de la influencia (1943) de la Internacional Comunista (COMINTER); objetó las pretensiones de Stalin de alianza (1945) con el Guomindang; respondió a las provocaciones y desafíos (1946-1949) de los nacionalistas con la guerra revolucionaria que llevó a la fundación de la Nueva China, el 1 de octubre de 1949.

El PCCh, dotó a la República Popular China (RPCh) de un Gobierno Central, después de más de un siglo de sufrir rapiñas, corrupción dinástica y humillaciones impuestas por las potencias imperialistas. Dirigió la reconstrucción del país; inició una etapa de desarrollo económico-social (1953-1957); sobrellevó y se repuso de los arrebatos izquierdistas (1958-1960) del Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural (1966-1976). Para, desde 1978, dirigir un proceso de Reforma y Apertura que proyecta al país como potencia de alcance planetario en la primera mitad del siglo XXI.

Sin dudas, el PCCh, como pocos partidos políticos en el orbe, exhibe una hoja de servicios en estos 90 años de existencia que,  independiente de las diatribas que vierten los paladines de la democracia liberal, es digna de encomio no solo para sus fundadores y  militantes, sino también para su pueblo.

  • ¿Cree que al PCCh puede aguardarle similar destino al experimentado por formaciones similares en regímenes de partido único?

El PCCh al emprender la política de Reforma y Apertura que, desde 1978 desarrolla China, convirtió al país en un inmenso laboratorio económico, social y político. El Partido, primero, partiendo de la forja en la lucha  revolucionaria; y después en la edificación socialista,  ha sabido formar una pléyade de cuadros políticos y profesionalmente instruidos que, además, de recoger la sabiduría acumulada en milenios por la muy especial cultura del pueblo chino, lo conduce a la plena modernidad, asimilando lo mejor de lo creado por la especie humana.

Por otra parte, si bien China es un régimen estatal de Partido Único, tiene la especial característica de ser abierto. Esta particular condición, como ha venido demostrando la experiencia de los últimos más de 30 años, lo ha capacitado para innovar de manera permanente, en la esfera económica, social y política. Por ello, puede concedérsele el crédito, al menos en teoría, que no tiene por que, necesariamente, repetir el destino de otras formaciones políticas que conocieron este mecanismo de organización social.

Es más, al mundo debe interesarle que, China, resuelva con éxito las tareas de desarrollarse, logre el crecimiento económico con equidad, así como use racionalmente los recursos naturales, junto al cuidado del medio ambiente. En este empeño no puede repetir los patrones Occidentales de desarrollo de la economía; ni tiene por que copiar el modelo de democracia liberal.                 

  • ¿Qué retos principales identifica en la labor presente y futura del PCCh?

Más que desafíos presentes y futuros que tiene ante sí el PCCh, diría que en el transcurso de los XII y XIII Programas de Desarrollo Económico Social a ejecutarse en el decenio 2011-2020, China debe cumplir ambiciosas metas. Entre otras cuentan, lograr incrementos del Producto Interno Bruto (PIB) no inferiores al 7-8%; concluir la formación de una red de seguridad social que cubra las áreas urbanas y rurales; nivelar a límites normales los ingresos entre la ciudad y el campo; amortiguar las disparidades regionales que lleve al acercamiento económico-social entre las muchas Chinas que cohabitan en el país; perfeccionar la estructura de la economía de manera tal que sustente el desarrollo económico en el consumo interno; lograr una combinación del consumo de energía y materias primas racional, así como excluir la degradación del medio ambiente.

Además, debe avanzar en la erección de la infraestructura material que respalde los grandes fines enumerados. E igualmente, tiene que dotar al país de las bases que sustenten una Sociedad de Derecho. Sin olvidar que, este último requisito, deberá acompañarse de una democratización  social que involucre con mayor peso a la sociedad en la participación, intercambio informativo, gestión, e involucramiento de la población en los destinos de la nación. La lucha contra la corrupción, apoyándose en los preceptos legales, institucionales y administrativos deberá ocupar un importante lugar en el ordenamiento social. 

Por último, vale la pena recordar que, en el 2020, China deberá alcanzar el estadio de una sociedad modestamente acomodada que, incluirá la concentración  del núcleo obrero más numeroso del mundo, junto con la mayor masa de clase media de país alguno del planeta. Asimismo, el orden institucional a conformarse debe alcanzar la concordia inter étnica, que garantice igualdad y pleno florecimiento de todos los grupos humanos que habitan en la nación china. Razones más que suficientes para atender con prioridad la por tiempo postergada y demandada “quinta modernización”: Una mayor democratización de la sociedad.

Respuestas de JORGE E. MALENA:

  • ¿Qué breve balance le sugiere este 90 aniversario del PCCh?

El surgimiento del PCCh tuvo lugar el 01/07/21, de allí que cuando en 1924 el presidente republicano Sun Yatsen proclamó el programa “para la Salvación de China”, los comunistas fueron incluidos por el Kuomintang. Sin embargo, al fallecer Sun un año más tarde, el PCCh dejaría de gozar de los privilegios que le brindaba ser parte del gobierno de coalición: el Gral. Chiang Kaishek, acérrimo anti-comunista, se convirtió en el hombre fuerte de la reconstruida República.

El inicio de los choques se remonta a 1927, cuando se inicia la “Expedición al Norte”, por medio de la cual Chiang intentó someter a los “Señores de la Guerra”, y así alcanzar la unificación territorial y la consecuente centralización del poder. Una vez alcanzadas las primeras victorias, Chiang decidió deshacerse de sus aliados circunstanciales. La represión de los nacionalistas obligó a los comunistas a buscar refugio en las montañas Chingkang.

Dicho alejamiento de las zonas urbanas significó un cambio crucial para la revolución comunista en China, atento a que la misma dejaría de estar dirigida al proletariado urbano, pasándose a centrar en el campesinado. Chiang en junio de 1928 recuperó Pekín para la República, luego de lo cual destinó sus principales esfuerzos a derrotar al PCCh. Entre 1930 y 1934 se desarrollaron las llamadas “Cinco Campañas de Aniquilamiento”, tras las cuales el Kuomintang sólo consiguió forzar la retirada estratégica de los comunistas al Centro-Norte del país (epopeya reconocida como “La Larga Marcha”).

 En 1937, el Japón dio comienzo a la invasión de todo el litoral chino. Frente a esta circunstancia, Chiang se vio obligado a empeñar sus fuerzas contra el invasor, lo que también significó conformar con el PCCh el “Segundo Frente Unido”. La decisión sería ampliamente favorable para los comunistas, pues no sólo evitaron el asedio del Kuomintang, sino que también lograron ganar tiempo para preparar los cuadros que liderarían la revolución desde el campo y conseguirían desgastar a los efectivos nacionalistas.

La derrota japonesa en la 2GM permitió al bando de Mao Zedong alcanzar la victoria, luego de algo más de 20 años de enfrentamientos con los nacionalistas. Ello fue en gran medida gracias al desarme de los efectivos japoneses, tarea que estuvo en manos del Ejército Rojo soviético. El material bélico nipón fue a parar en manos del Ejército de Obreros y Campesinos chino, el que, por su cercanía geográfica a sus aliados de la URSS (Mao había constituido un Soviet tras la Larga Marcha en el Centro Norte del país), arrasó con las fuerzas de Chiang Kaishek provenientes de Chongqing.

El Gobierno y FF.AA. del Kuomintang debieron efectuar un repliegue estratégico en dirección de la isla de Formosa, a la vez que Mao proclamó el 1ro de octubre de 1949 el establecimiento de la República Popular China (RPCh).

Pese a que durante los primeros ocho años de vida de la RPCh la dirigencia de Pekín se inspiró en el modelo soviético de desarrollo, tras la muerte de Stalin y el ascenso al poder de Jrushov, los lazos sino-soviéticos se verían seriamente dañados. Tras el abandono por parte de China del modelo económico soviético a fines de los 50’s, Mao procuró acelerar los pasos tendientes a la consecución del Paraíso Comunista.  A tales efectos, lanzó el programa llamado “El Gran Salto Adelante”, por medio del cual tanto el sector rural como el industrial recibieron como consigna el logro de la autonomía. El resultado fue el colapso del sistema productivo, y ante el fracaso de este proyecto utópico (que habría costado la vida de 20 millones de personas), en 1960 Mao se vio obligado a abandonar el poder, siendo sucedido por Liu Shaoqi.

Liu, tecnócrata de ideas reformistas, supo rodearse de otros dirigentes (entre ellos Deng Xiaoping) dispuestos a poner en marcha un giro económico de 180 grados que, unido a la liberalización en materia cultural, llevó a Mao a pensar que el “revisionismo” de Jrushov se había encarnado en el seno del PCCh. En consecuencia, a fines de 1965, y apoyándose en el Buró de Asuntos Culturales del partido, el “Gran Timonel” decidió hacer un llamamiento para “eliminar” a todos aquellos elementos ”capitalistas”, que habían traicionado a la revolución comunista china.

A partir de ese momento, tuvo lugar la llamada “Revolución Cultural”, que básicamente consistió en el enfrentamiento entre las facciones ortodoxas y reformista del PCCh para hacerse del poder total. La misma se prolongó hasta 1976, año en que murieron Mao y su lugarteniente, Zhou Enlai.

En diciembre de 1978, la dirigencia del PCCh encabezada por Deng Xiaoping, lanzó la política “de reforma y apertura”, que si bien en su momento no abogó abiertamente por abrazar una economía de mercado, la observación de las medidas tomadas a posteriori permiten inferir al menos el interés por abandonar la economía totalmente planificada.

El factor económico se convirtió en el principal instrumento que incide sobre la estabilidad del régimen. Desde fines de la década de 1970 hasta la actualidad, el creciente desarrollo material permitió que la dirigencia se viera legitimizada en su función. No obstante, los problemas estructurales (fruto de la cada vez mayor transformación hacia una economía mixta), y los obstáculos coyunturales (la crisis financiera internacional), han tornado a lo económico en un factor de riesgo.

Hoy la dirigencia china mantiene su voluntad de llevar adelante la reforma, si bien persiste la preocupación por las consecuencias no deseadas que acarrea dicha estrategia.

  • ¿Cree que al PCCh puede aguardarle similar destino al experimentado por formaciones similares en regímenes de partido único?

Debido a que el pragmatismo, en el sentido de capacidad de adaptación a las circunstancias, es la nota característica de la cultura política china, difícilmente la dirigencia del PCCh desatienda aquellos desafíos que –como efectos no deseados de la política de reforma y apertura económica- puedan afectar el destino del país.

Mi visión adhiere a la línea de pensamiento desarrollada por el Dr. David Shambaugh en su obra “China’s Communist Party: Atrophy and Adaptation” (2007), en el sentido de que el PCCh tomó nota de las causas que llevaron al colapso a los partidos comunistas de la URSS y Europa Oriental, a partir de lo cual llevaron a cabo una serie de reformas para evitar que ello sucediera en China. Dada la naturaleza incremental y multidimensional de estas reformas, las mismas no son tan fáciles de identificar y seguir el paso. Incluso, debido a que gran parte de estas reformas tiene lugar en el seno del partido gobernante (con el fin de fortalecerlo en vez de modificarlo), al observador occidental (más proclive a buscar una reforma política que transforme al sistema) se le puede terminar escapando una serie de detalles.

Lo antedicho es un elemento central, en virtud de que para muchos analistas en Occidente, si la reforma no tiende hacia la democracia, no es una reforma válida. En el caso chino, al PCCh no le interesa construir un sistema democrático multipartidista al estilo occidental. El objetivo principal del PCCh es fortalecer su poder y mantener la conducción del Estado como partido único. En consecuencia, los miembros del PCCh observan la evolución de la sociedad que gobiernan, practican la introspección, se esfuerzan por adaptarse a las nuevas circunstancias, e implementan políticas preventivas.

Una muestra de este pragmatismo es la modificación de la estrategia de crecimiento que está teniendo lugar desde hace 3 años, consistente en no apoyarse primordialmente en el ingreso de inversión directa extranjera (a los efectos de construir una estructura productiva exodirigida), sino en dar mayor protagonismo al mercado interno y a la inversión pública, para evitar los efectos negativos de las crisis financieras internacionales.

  • ¿Qué retos principales identifica en la labor presente y futura del PCCh?

En el corto plazo, existe una serie de retos de naturaleza socio-económica, tales como (a) atender las demandas de los trabajadores migrantes, y (b) poner fin a la burbuja inmobiliaria, los créditos incobrables, la creciente tasa de inflación y la apropiación de tierras. En el mediano plazo, observo como principal desafío la construcción de un Estado de derecho, que logre extender los límites de la sociedad civil que se viene construyendo al amparo del éxito de la reforma y apertura económica. Finalmente, en el largo plazo, las prioridades deberán ser contener el daño ambiental y paliar la creciente dependencia de alimentos, insumos y energía del exterior.

Todos estos elementos, de no ser atendidos, redundarían en malestar social, manifestaciones de descontento, pérdida de legitimidad del PCCh e inestabilidad política.

Respuestas de ENRIQUE FANJUL:

  • ¿Qué breve balance le sugiere este 90 aniversario del PCCh?

Creo que en la perspectiva de los 90 años transcurridos desde su fundación, el balance del PCCh tiene puntos oscuros y positivos, pero éstos últimos predominan de forma clara, al menos para el pueblo chino.

El Partido Comunista le ha permitido a China recuperar su unidad nacional, le permitió superar una larga crisis que se arrastraba desde mediados del siglo XIX,  y le ha transformado en una potencia temida y respetada en la comunidad internacional.

Por otra parte, el Partido está liderando  un gran proceso de transformación económica que ha producido una mejora espectacular en las condiciones de vida de la población, ha permitido una gran extensión de las libertades personales, ha multiplicado las oportunidades que se abren ante los ciudadanos.

  • ¿Cree que al PCCh puede aguardarle similar destino al experimentado por formaciones similares en regímenes de partido único?

El PCCh es un partido comunista “con características chinas”. El Partido Comunista Chino no es un partido político “convencional”, que pueda ser analizado como los partidos políticos de otros países. El PCCH agrupa a las personas que ejercen la función de gobierno en la sociedad china. Es un partido que tiene unas características propias, específicamente “chinas”, que le vinculan con tradiciones de organización política del país que han existido desde hace muchos siglos.

Esta peculiaridad del caso chino es lo que hace impracticable la aplicación en China de ciertas  teorías convencionales sobre evolución política. Así ha sucedido, por citar el ejemplo más destacado, con la predicción, que se viene realizando desde hace tiempo por numerosos analistas, de que la modernización económica debería producir un cambio del sistema político. China ha cambiado económicamente de forma espectacular; el sistema político, sin embargo, aunque ha evolucionado, ha conservado sus bases fundamentales, entre las cuales ocupa un lugar central el dominio del poder por el Partido Comunista.

En este sentido, me atrevería a pronosticar (siendo consciente de lo difícil que es hacer pronósticos y de las sorpresas que puede dar la evolución política de los países) que el Partido Comunista continuará desempeñando un papel de liderazgo en la sociedad china durante mucho tiempo.

  • ¿Qué retos principales identifica en la labor presente y futura del PCCh?

En un país del tamaño y la complejidad de China, los retos que debe afrontar el PCCh son numerosos y de gran envergadura.

El mayor reto cara al futuro, en mi opinión, es el desarrollo de un sistema de protección social, que permita proporcionar un mínimo de asistencia a la población socialmente más desfavorecida: los enfermos, los desempleados, los ancianos. La supresión del “empleo de por vida” y la flexibilización del mercado de trabajo ya se inició en los años ochenta. Antes, con el viejo sistema, eran las empresas las que proporcionaban asistencia sanitaria, colegios para los niños, pensiones para los jubilados. La República Popular China tenía un “contrato social” que se simbolizaba en la imagen del “tazón de hierro para el arroz”: éste podría tener muy poco arroz en su interior, pero todos los chinos comían de él con espíritu igualitario.

Poner en pie sistemas de sanidad, pensiones, seguros de desempleo, así como un mercado de vivienda, son algunos de los retos que habrá que abordar para conseguir el objetivo de tener un mercado de trabajo más flexible, sin que al mismo tiempo se creen factores de inestabilidad social a causa de la desprotección de los trabajadores.

El descontento social fue el trasfondo en el que se generó la crisis de Tiananmen de 1989. La reforma ha traído consigo un gran crecimiento económico, pero también ha traído un aumento de las desigualdades, y un mayor riesgo de que determinados grupos sociales se queden desprotegidos. Para asegurar su estabilidad, China debe construir un sistema de solidaridad social, que proporcione una protección básica a los más desfavorecidos. De la forma como se responda a este reto, más que de ningún otro factor, dependerá la estabilidad y el orden futuros de China.

Desde el punto de vista de las características y funcionamiento del PCCh, los retos se centran en realizar de forma ordenada la transición de dirigentes que debe tener lugar en 2012 y 2013 y avanzar en la institucionalización del partido.

El  PCCh tiene unos rasgos propios que lo diferencian de la mayor parte de partidos que ejercen el poder de forma dictatorial, destacando de forma especial tres: la existencia de un sistema ordenado de relevo en los cargos clave de Partido; la meritocracia en la promoción de los dirigentes; y el creciente carácter colectivo del poder.

La primera diferencia, de una gran importancia, y que no se menciona en los análisis sobre China, es que en el PCCH existe un sistema establecido, y que funciona, de relevo en los puestos clave del poder. Los dirigentes van cambiando cada cierto tiempo, de acuerdo con unos plazos establecidos y conocidos de antemano. Esto no ocurre en Arabia Saudí, Siria, Corea del Norte, Bielorrusia…, en la inmensa mayoría de las dictaduras, que suelen caracterizarse por un fuerte componente personal.

El año próximo, en 2012, Hu Jintao será relevado como Secretario General del Partido, y en 2013 será relevado como Presidente de la República. Así está previsto y así ocurrirá (salvo imprevistos improbables). Hu Jintao habrá estado dos mandatos en estos cargos, en los que sustituyó en 2002-2003 a Jiang Zemin, tal como entonces estaba previsto. También está previsto que en 2012-2013 cambien el Primer Ministro del país, y buena parte de los miembros del Comité Central y otros altos cargos.

Una segunda característica es que el PCCh ha sido capaz de establecer un sistema de meritocracia que funciona de forma bastante eficiente. De forma similar a como ocurría en la época imperial con los mandarines, el Partido tiene establecidos unos mecanismos que promueven hacia arriba a los cuadros más capaces. Se reconoce de forma generalizada la alta capacidad técnica de los dirigentes y cuadros chinos.

En tercer lugar, en las últimas décadas se ha ido reforzando de forma notable el carácter colectivo del poder. Durante  sus tres primeras décadas,  el poder en China tuvo un carácter personalista muy acusado, centrado en la figura de Mao. A la muerte de éste tomó el poder, también con un fuerte componente personal, Deng Xiaoping. Mao y Deng fueron gobernantes supremos con un dominio total del poder, en el primer caso con un culto a la personalidad que llegó a los máximos extremos.

Pero con Deng puede decirse que terminó la era de los gobernantes supremos. Tras Deng el poder se ha ido haciendo más colegial. Desde fuera de China no se conoce bien cómo funciona en la práctica el proceso de toma de decisiones en el núcleo central del PCCh, pero éste se ha ido haciendo progresivamente más colectivo.