Cuenta atrás en Taiwán

En Taiwán se han celebrado el pasado 27 de noviembre unas elecciones municipales parciales cuyos resultados influirán de modo directo en el inmediato curso político general. Afectando a casi el 60 por ciento de la población de la isla, a poco más de un año de las próximas elecciones legislativas y presidenciales, dibujan un escenario político condicionado por la prolongación del pulso entre las dos principales fuerzas: el Kuomintang (KMT) y el Partido Democrático Progresista (PDP). El primero obtuvo tres alcaldías de las cinco en disputa, pero empató en concejales y perdió en votos. Con este balance, el presidente Ma, del KMT, podrá optar a la reelección sin ser cuestionado por su propio partido, pero en modo alguno la tiene garantizada. Por el contrario, la oposición, después de experimentar una debacle en toda regla (2008) tras el doble mandato de Chen Shui-bian, muestra, solo dos años después, una recuperación digna de respeto y admiración.

La mejora de las expectativas del PDP es inseparable del carisma mostrado por su nueva líder, Tsai Ing-wen, pero también de una moderación que anuncia cambios en una materia especialmente sensible para los independentistas, la renuncia fáctica a la reclamación de la soberanía plena de Taiwán, anticipando la formalización de un diálogo oficioso con las autoridades continentales, después de ligeros tanteos en el orden local o académico.

Así, el inicio de la cuenta atrás que reflejan estas elecciones lo es también de un nuevo tiempo político marcado por la inminente extensión al PDP del diálogo entre el Partido Comunista de China y el KMT. Ello supondrá un nuevo hito histórico, reflejo de la aceptación por parte del PDP de la inevitabilidad del estrechamiento de los lazos económicos, pero también de unas consecuencias políticas que se apresta a gestionar en condiciones más exigentes que las previsibles en el KMT. En esa capacidad de intransigencia que, paradójicamente, es resultado de su moderación, radicará el atractivo de su oferta política, un dato más a complicar las expectativas de Ma Ying-jeou, quien deberá desacreditar las acusaciones de sumisión a Beijing.

Los meses que aguardan hasta la próxima contienda, la tensión política subirá enteros en Taiwán. En juego está el control de una fase clave en la definición del futuro político de la isla. Nadie duda ya que en el próximo lustro se completarán las principales bases de una nueva relación entre Taiwán y el continente.