De Beijing a Bucarest

China y las Europas

China y la UE celebraron el décimo aniversario de su asociación estratégica con una cumbre en Beijing llamada a establecer el tono de la futura cooperación. El encuentro fue planteado por ambas partes como el inicio de una nueva etapa que debiera dar paso a negociaciones de mayor alcance para eliminar las barreras que frenan el acceso al mercado y establecer estímulos para el aumento de la inversión, a día de hoy en niveles ciertamente modestos a la vista de la magnitud de ambas economías.

Apartados xeográficos China e o mundo chinés
Palabras chave China UE Li Keqiang PECO Rumania
Idiomas Castelán

China y la UE celebraron el décimo aniversario de su asociación estratégica con una cumbre en Beijing llamada a establecer el tono de la futura cooperación. El encuentro fue planteado por ambas partes como el inicio de una nueva etapa que debiera dar paso a negociaciones de mayor alcance para eliminar las barreras que frenan el acceso al mercado y establecer estímulos para el aumento de la inversión, a día de hoy en niveles ciertamente modestos a la vista de la magnitud de ambas economías.

Las relaciones China-Europa vivieron una especial bonanza en el periodo 2003-2005, cuando Beijing presentó su política hacia la UE en un Libro Blanco, el primer documento de política general en el que abordaba sus relaciones con el exterior. Pero sobre todo tras la irrupción de la crisis mundial se han agrietado de forma clara y a pesar de que los intereses comerciales recíprocos son muy importantes, los contenciosos han ganado en significación, reflejando ese enfriamiento y distanciamiento.

China interpreta y toma buena nota de la existencia de una clara fractura en el seno de la UE, especialmente entre las aspiraciones de los países del Norte y del Sur, de una parte, y de la pérdida de identidad propia en el escenario global, de otra, de forma que la conjunción de ambas claves resta cohesión al proyecto europeo. A mayores, el debilitamiento de la economía comunitaria en los últimos tiempos y su repercusión en las exportaciones chinas, completan un panorama que obliga a China a reaccionar, a sabiendas de los límites derivados de esta realidad y consciente de que las querellas pueden resurgir de forma periódica.

Es más que cierto que China tiene interés en una UE económicamente sólida, tecnológicamente potente y estratégicamente solvente. Es verdad también que la atonía actual del proceso europeo le confiere pocas posibilidades políticas para una sostenida confrontación como igualmente para una sostenida cooperación. El abismo entre la realidad y el discurso es palpable y serán los hechos los que determinen el valor y alcance de lo acordado en esta cumbre.

Esta abrupta realidad en parte explica la paralela y complementaria apuesta de China por el estrechamiento de los vínculos bilaterales con Reino Unido (con quien en octubre celebró su V DEF) y Alemania en primera instancia y a partir de ahora quizás también con Francia (con un primer diálogo de alto nivel económico, fiscal y financiero que tendrá lugar esta misma semana), temerosa de quedarse atrás, todo lo cual brinda a Beijing un escenario de mayor complejidad en la gestión pero también reporta oportunidades ante la división continental reflejada en la primacía que las principales capitales parecen otorgar a sus intereses en detrimento de los comunitarios. Los demás países, España incluida, también Italia, figuran en la agenda pero a otra distancia mientras las demás habilitan diálogos específicos de corte netamente bilateral.

La cumbre ha venido precedida de recientes disputas comerciales (energía solar y otras industrias) que hoy parecen lejanas, conscientes ambas partes del impacto en sus relaciones y de las dudas que genera la eficacia de las represalias. También por el IV DEE de Alto Nivel celebrado el 24 de octubre en Bruselas con la asistencia del vice primer ministro Ma Kai, quien además visitó Irlanda e Islandia, y la gira de Wang Yi por Francia, Italia y San Marino. El BCE y el BPCh suscribieron un acuerdo de canje de moneda a tres años por valor de 45.000 millones de euros. Y terminó con la adopción de una hoja de ruta con el horizonte de 2020 y la invitación a resolver constructivamente las disputas a través del diálogo y las consultas.

El mandato recibido por la Comisión Europea en octubre último para celebrar un tratado con China en materia de inversiones figura igualmente en esa agenda a la vista de un comercio bilateral que ya superó en 2012 los 430.000 millones de euros, pero con una inversión ridícula, apenas el 2% de la IED de la UE en China frente al 30% de EEUU. China, por su parte, ambiciona promover una nueva espiral de presencia exterior de sus empresas, salvando las reticencias comunitarias. El pasado octubre, en Shanghai,  analizó las dificultades para aumentar su presencia inversora en Europa con el objetivo de alcanzar en 2020 los 500 millones de dólares (en 2011 rondaba los 10.000 millones).

Por otra parte, Beijing ha revalidado su compromiso con el proceso de integración comunitaria ofreciendo su colaboración para resolver los problemas de deuda soberana. El objetivo de duplicar el comercio en 2020, superando el billón de dólares, no parece fácil. También propone crear zonas de libre comercio entre China y la UE y la atención prioritaria a ámbitos como el ahorro de energía, medio ambiente, agricultura, industria aeroespacial y muy especialmente en urbanización, aspecto al que ha prestado mucha atención en esta cumbre y en su foro específico sobre el tema al hallarse en plena mutación urbana, complementado con la firma de acuerdos de cooperación entre varias ciudades chinas y europeas, incluyendo españolas. Beijing anhela la transferencia tecnológica occidental especialmente en energía, transporte y protección ambiental ante el desafío que le aguarda en la presente década y que no puede abordar con las recetas del pasado.

Pero las dificultades en el proceso de afirmación institucional de la UE, las divisiones internas y la persistencia de la crisis económica hacen que China no se haga grandes ilusiones, por más que intente infundir ánimo. A día de hoy, parece convencida de que en su seno más le vale aplicar el archiconocido pragmatismo y dar alas al entendimiento con Berlín y otras capitales, en detrimento de la línea abierta con Bruselas, hoy espejo de las debilidades estructurales comunitarias. Esa dispersión, fruto de la incapacidad europea para concretar una unidad de acción tanto en el plano inmediato como estratégico, en el que China confiere a la UE una posición en su mundo multipolar, explica que la crisis de confianza en la UE revierta en una crisis de confianza de China en la UE.

Cumbre en Bucarest

Frente a ese estancamiento, el primer ministro Li Keqiang mantendrá en Bucarest esta semana una cumbre con líderes de los PECO (Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Macedonia, Montenegro, Polonia, Rumania, Serbia, Eslovaquia y Eslovenia). Once de los 16 países citados son miembros de la UE. China entra en contacto con la región en su conjunto con la idea de establecer un complemento a la asociación estratégica integral con la UE, pero igualmente con el objetivo de lograr quizás con este rodeo un acceso rápido y alternativo a altas tecnologías, contrarrestar inmovilismos, compensar  indecisiones y crear un nuevo polo de influencia política.

El objetivo de esta cumbre en Rumania consiste en arbitrar mecanismos para gestionar las necesidades de capital de la región, promover el crecimiento de los PECO y satisfacer el interés de China en abrir paso a nuevos mercados. A los avances institucionales recientes en la relación entre ambas partes para impulsar la cooperación bilateral se unirá ahora la habilitación de una línea de crédito de 10 mil millones de dólares para proyectos, especialmente en infraestructuras, altas tecnologías e industrias verdes.

Este impulso, que llega tras el primer foro de negocios China-PECO celebrado en Budapest en junio de 2011, otra cumbre similar realizada el año pasado en Varsovia, el encuentro de líderes locales celebrado en julio pasado en Chongqing o los diálogos  sobre cooperación cultural y educación, establece un nuevo motor alternativo para la cooperación con Europa que amenaza con agravar la marginación de Bruselas en pocos años, convertida, de no reaccionar, en una capital más del viejo continente. En esta edición habrá también un foro económico y comercial China-PECO. El intercambio comercial con los 16 PECO ascendió a 45.400 millones de dólares en los diez primeros meses del año. La inversión china en el mismo periodo superó los 3.500 millones de dólares y a la inversa sumó 1.100 millones de dólares.

China ve aquí la oportunidad de ampliar significativamente su presencia empresarial, especialmente en infraestructura, manufactura, energía hidroeléctrica y nuclear, ofreciendo alternativas a ese exceso de capacidad de producción que le obliga a explorar nuevos mercados. Dicho proceso se complementaría con un aumento de las importaciones de los PECO, facilitando el aumento de la interdependencia y la creación de un marco de entendimiento político que viabilizaría otros impulsos estratégicos como el corredor económico euroasiático que será objeto igualmente de debate en la cumbre de la OCS en Tashkent, a celebrar unos días después. No cabe duda de la ambición y dinamismo chino como tampoco del desconcierto y parálisis de la UE.