El año más esperado

 Beijing 2008:
La efervescencia que recorrerá el país debido a los Juegos Olímpicos tendrá también un frente externo importante. China tendrá que dar más explicaciones y responder a las críticas de quienes le acusan de no respetar los derechos humanos o de practicar una política exterior que ignora las exigencias mínimas del buen gobierno. Los anuncios de una mayor democracia deberán acompañarse de medidas concretas y efectivas para no ser tildadas de oportunistas y únicamente destinadas a salvar la cara para no enturbiar la fiesta. (Foto: “One World, One Dream” (Un mundo, un sueño), eslogan de los Juegos Olímpicos de 2008 en la sección de Badaling de la Gran Muralla China, cerca de Beijing).
Beijing, reloj cuenta atrás Juegos Olímpicos 2008; clic para aumentar
Pero a pesar de un manejo tan cuidadoso de tantas cuestiones, dificilmente habrá tiempo suficiente para tanto y solo los Juegos tendrán fecha de caducidad fija. La celebración pasará a los anales de la historia olímpica y China seguirá sumando, uno a uno, los avances que le deben anticipar la inminente y anhelada recuperación de la gloria. (Foto: Al fondo, en el centro, reloj en la Plaza de Tiananmen, en Beijing, que lleva la cuenta atrás para la ceremonia de apertura de los XXIX Juegos Olímpicos el 8 de agosto de 2008).
 

En el año de las Olimpiadas todo debiera brillar en China. Al igual que ocurre con su horóscopo, el país inicia un nuevo ciclo. Será el primer año de la verdad, cuando el nuevo rumbo trazado en el XVII Congreso del PCCh, celebrado en octubre último, se incorpore formalmente al bagaje estatal en marzo próximo.

Los enormes desafíos que ante sí tiene el régimen son bien conocidos. De una parte, mantener el elevado ritmo de crecimiento, pero asegurando el equilibrio macroeconómico, evitando el repunte de la inflación y el sobrecalentamiento, elevando la calidad tanto en innovación como en tecnología y capacitación de la mano de obra. En segundo lugar, construir una nueva relación con el capital extranjero, sin que ello se traduzca en la reducción de la apertura, sino en la convergencia de intereses respecto a la necesidad de aplicar dichos capitales a la optimización de la estructura económica y a la superación de los desequilibrios territoriales entre las provincias costeras y del interior, y también de las desigualdades sociales, colaborando en la aplicación de esa nueva ley de contratación laboral que entrará en vigor el 1 de enero. En tercer lugar, el incremento de la presencia en el exterior, gestionando con audacia y atrevimiento pero sin despertar temores, esa inmensa reserva de capitales de que hoy dispone, la mayor del mundo. En cuarto lugar, el reforzamiento de los procedimientos legales y de la asunción de la ley por parte de los poderes públicos y las organizaciones sociales como guía para la acción y como exigencia insoslayable de rigor y transparencia, tanto en el plano interno como en la relación con el exterior. En quinto lugar, la creación de un mercado doméstico, elevando los ingresos de la población e invirtiendo en aquellos sectores básicos (educación o sanidad) cuyas deficiencias actuales alimentan los temores ahorrativos de amplias capas de la sociedad. Por último, la afirmación del cambio de tendencia en el orden ambiental, asegurando un mayor nivel de ahorro energético y actuando de forma expeditiva y prolongada frente a los múltiples y graves impactos contaminantes que abundan en su geografía.

La efervescencia que recorrerá el país debido a los Juegos Olímpicos tendrá también un frente externo importante. China tendrá que dar más explicaciones y responder a las críticas de quienes le acusan de no respetar los derechos humanos o de practicar una política exterior que ignora las exigencias mínimas del buen gobierno. Los anuncios de una mayor democracia deberán acompañarse de medidas concretas y efectivas para no ser tildadas de oportunistas y únicamente destinadas a salvar la cara para no enturbiar la fiesta. Pero a pesar de un manejo tan cuidadoso de tantas cuestiones, dificilmente habrá tiempo suficiente para tanto y solo los Juegos tendrán fecha de caducidad fija. La celebración pasará a los anales de la historia olímpica y China seguirá sumando, uno a uno, los avances que le deben anticipar la inminente y anhelada recuperación de la gloria.