200205 clara rojas e ingrid betancourt

Laberinto en Colombia

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 Clara Rojas e Ingrid Betancourt; clic para aumentar
Resulta claro que Uribe apoya la gestión de Sarkozy, cuya actuación sería vista favorablemente por parte del gobierno colombiano a diferencia del "incómodo" Chávez. Pero los pasos deben ser tomados con cautela. Pero la inclusión de Sarkozy en esta ecuación y posibilidad de una zona de encuentro para la liberación, aunado a la demanda de las FARC de poseer una zona desmilitarizada de negociación en el valle del Cauca durante 30 días con observadores internacionales, pueden resultar también armas de doble filo para Uribe. (Foto: Clara Rojas, izquierda, e Ingrid Betancourt, durante una grabación realizada por las FARC el 15 de maio de 2002 y difundida en julio de ese año).
 

La intensa actividad política y diplomática desarrollada en los últimos meses entre Venezuela, Colombia y Francia para conseguir un intercambio humanitario que propicie una alternativa de paz en el longevo conflicto colombiano, así como un alivio en el drama de los secuestrados, se ha convertido en una especie de "punto de no retorno" para el gobierno de Álvaro Uribe Vélez y la guerrilla de las FARC.

Son muchas las claves que se juegan en este "tira y afloja" que involucra a diversos actores. En principio, cuando Uribe aceptó en septiembre pasado la mediación del presidente venezolano Hugo Chávez y de la senadora colombiana Piedad Córdoba con las FARC, se abría una interesante vía que propiciara la liberación de los secuestrados por la guerrilla colombiana, cuya figura más insigne parece ser la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.

La mediación de Chávez tentativamente podía permitir una salida, habida cuenta de la sintonía ideológica entre la revolución bolivariana de Chávez y las FARC, ayudado por la presencia de la izquierda colombiana en la persona de Piedad Córdoba.

¿Fue posible un acuerdo?

Chávez se implicó a fondo en este asunto, bien por razones morales destinadas a propiciar una solución a un problema que constituye un verdadero drama social en Colombia que, indirectamente, también afecta a Venezuela, o bien por activar intereses a mediano y largo plazo dirigidos a ejercer algún tipo de influencia política en el escenario colombiano y alcanzar un resonado triunfo diplomático internacional, favoreciendo su imagen a fin de amortiguar la cada vez mayor presión exterior hacia su gobierno. Presión externa e interna que aumentó fuertemente en Venezuela en vísperas del reciente referendo para la reforma constitucional.

Tras dos meses de mediación, la inexplicable suspensión de la misma por parte del presidente Uribe a finales de noviembre arrojó no solo mayores tensiones bilaterales entre Bogotá y Caracas sino un desencanto hacia el gobierno colombiano por parte de los familiares de los secuestrados, quienes confiaron en alto grado en la posibilidad de que Chávez y Córdoba lograran persuadir a las FARC en la liberación de los rehenes.

Sin ofrecer razones o, al menos, justificación convincente sobre esta suspensión, Uribe se lanzó directamente al ruedo, quizás persuadido por la idea de que la mediación de Chávez le restaba algún nivel de protagonismo político al mandatario colombiano y a las fuerzas armadas.

De ser esto cierto, la estrategia pilar del gobierno de Uribe, la llamada "seguridad democrática" sufriría una seria alteración por parte de un actor incómodo para Uribe como lo es Chávez, complicando también el futuro de su gobierno y sus posibles pretensiones de modificar la Constitución colombiana para presentarse a un tercer período presidencial en el 2010.

La inmediata suspensión por parte de Uribe dirigió los focos de atención hacia el presidente francés Nicolás Sarkozy. Pocas horas antes de la suspensión de la mediación, Chávez se había reunido en París con Sarkozy para adelantar estrategias conjuntas hacia las FARC. Se especula con la posibilidad de que Chávez trajera buenas noticias de la guerrilla colombiana.

Sarkozy recogió así una especie de "política de Estado" en Francia sobre el asunto Ingrid Betancourt, muy implicado en el anterior gobierno de Jacques Chirac a través de su canciller Dominique de Villepin, amigo personal de Betancourt.

Para Sarkozy, la ocasión también luce propicia para ganarse un nuevo punto a favor en la arena internacional, tras la resolución personal de crisis como la de las enfermeras búlgaras juzgadas en Libia por contaminar de HIV a niños palestinos y la detención de la tripulación de una aerolínea en Chad, acusadas por ese gobierno de trabajar con una ONG francesa en el tráfico de menores.

La inédita alocución televisiva de Sarkozy dirigiéndose directamente a las FARC y a su líder Manuel Marulanda, de 82 años, el guerrillero más longevo del mundo, determina en gran medida cómo el presidente francés pretende apuntarse otro logro diplomático, esta vez en Colombia.

La hora de la incertidumbre

Resulta claro que Uribe apoya la gestión de Sarkozy, cuya actuación sería vista favorablemente por parte del gobierno colombiano a diferencia del "incómodo" Chávez. Pero los pasos deben ser tomados con cautela. La inclusión de Sarkozy en esta ecuación y la posibilidad de una zona de encuentro para la liberación, aunado a la demanda de las FARC de poseer una zona desmilitarizada de negociación en el valle del Cauca durante 30 días con observadores internacionales, pueden resultar también armas de doble filo para Uribe.

No está lejano en el tiempo el mismo ejemplo utilizado por su antecesor, el ex presidente Andrés Pastrana en enero de 1999, experimento que fracasó estrepitosamente en 2002 y propició no sólo la recuperación del territorio por parte del ejército colombiano sino la posterior victoria electoral presidencial de Uribe.

Por lo pronto, y a consecuencia de los últimos acontecimientos, las FARC ya anunciaron que le entregarían tres secuestrados a Chávez, entre ellos Clara Rojas, compañera política de Betancourt. Con ello, la guerrilla colombiana quiere demostrar no sólo que confían en la misión de Chávez sino que posee la verdadera carta de poder en sus manos, a fin de no perder protagonismo y apuntarse también un triunfo con impacto internacional.

En el drama de los secuestrados colombianos, muchos son los actores políticos que juegan sus cartas e intereses. Pero los verdaderos perdedores siguen siendo los rehenes y sus familiares, cuyos sufrimientos y padecimientos no parecen estar en el centro de los intereses políticos en juego.