¿Oxígeno para Maduro tras las primarias argentinas?

Mientras el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó advierte de un “Madurazo” en camino—el cierre de la Asamblea Nacional—el régimen usurpador de Nicolás Maduro, muy afecto a la magia y las creencias espiritistas, parece ahora encomendarse a una especie de “milagro político”: el posible retorno del “kirchnerismo” a la presidencia argentina.

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Mientras el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó advierte de un “Madurazo” en camino—el cierre de la Asamblea Nacional—el régimen usurpador de Nicolás Maduro, muy afecto a la magia y las creencias espiritistas, parece ahora encomendarse a una especie de “milagro político”: el posible retorno del “kirchnerismo” a la presidencia argentina.

Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) celebradas el pasado 11 de agosto en la Argentina mostraron una clara victoria del candidato “kirchnerista” y peronista Alberto Fernández, con 47% de los votos, muy por encima del actual presidente conservador Mauricio Macri (32%). En su fórmula electoral, Fernández cuenta con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner como candidata a la vicepresidencia de cara a las elecciones presidenciales pautadas para octubre próximo.

Aún cuando el panorama hemisférico sigue mostrando un equilibrio de poder, con especial preponderancia para las victorias electorales de candidatos conservadores (simultáneamente a las PASO argentinas, las elecciones presidenciales de Guatemala le dieron la victoria al conservador Alejandro Giammattei), un eventual retorno del “kirchnerismo” al poder alteraría la ola de victorias de partidos conservadores y liberales “anti-populistas de izquierdas” presentada en la región desde 2015, y que precisamente tuvieron su comienzo con la victoria de Macri en Argentina.

En una entrevista con el medio local “La Nación” en julio pasado, y en vísperas de las PASO, Fernández se desmarcó públicamente de Maduro tras la publicación del informe de la Alta Comisionada De las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, al reconocer que existen “abusos y arbitrariedades” por parte del régimen “madurista”. Esto puede dar una señal de que su eventual presidencia no intente alinearse estrechamente con Maduro. Pero con Cristina K en la vicepresidencia y el “kirchnerismo” pululando por las esferas de poder en Argentina, las perspectivas no parecen ser tan halagüeñas.

Las relaciones entre el chavismo y el kirchnerismo se remontan a mayo de 2003, con el ascenso al poder del desaparecido ex presidente Néstor Kirchner. Desde entonces, la relación entre el también desaparecido ex presidente Hugo Chávez con Néstor y su esposa y sucesora en la presidencia Cristina Fernández de Kirchner durante dos períodos (2007-2015) fueron muy fluidas desde el punto de vista económico y diplomático (incluida la pertenencia a dos organizaciones regionales UNASUR, CELAC), coincidiendo con la ola de gobiernos progresistas e izquierdistas en la región.

Bajo una administración Fernández, la posible nueva coalición de aliados latinoamericanos de Maduro incluiríá un país que ha sido una parte integral del Grupo de Lima, la misma coalición que busca sacarlo del poder. Además, América Latina tendrá otros contextos electorales en los próximos meses con Bolivia y Uruguay, donde se da por descontado que la izquierda conservará el poder, lo cual supone otro balón de oxígeno para Maduro. Y está el México de López Obrador, otro aliado tácito del “madurismo”.

No obstante, Brasil y Colombia tienen presidencias de derechas muy alineadas con la política hemisférica de Donald Trump, así como otros países (Perú, Chile) que forman parte del Grupo de Lima. Ecuador por su parte, está presenciando un proceso de “des-correización”, que incluso ha llevado a una orden judicial de prisión preventiva para el ex presidente Rafael Correa, otro tradicional aliado del “chavismo-madurismo”.

¿Una nueva alianza Maduro-Fernández?

En caso de eventualmente activarse el “Madurazo” contra la democracia en Venezuela, tal y como advierte Guaidó, el régimen de Maduro seguirá el curso de aislamiento internacional que actualmente atraviesa, a pesar del apoyo de un puñado de actores (Rusia, China, Cuba, Bolivia, Irán, Turquía). Con el Informe Bachelet que lo desacredita a nivel mundial y el embargo de Trump a activos en EE.UU en poder del régimen “madurista” ahogándolo económicamente, la abrupta ruptura del diálogo en Barbados han terminado de convertir a Maduro en un paria internacional.

Con todo, Maduro muy seguramente estará esperando un “milagro”, esta vez de la mano de un “post-kirchnerismo” que anuncia su posible retorno al poder. Pero, a diferencia de la década de poder de Chávez y los Kirchner en los años 2000, los tiempos de hoy son otros.

Maduro espera un súbito cambio en la ecuación de poder en caso de que el “kirchnerismo” retorne a la presidencia argentina. A pesar del aparente distanciamiento con Maduro por parte del candidato Alberto Fernández, su presidencia apostaría por darle continuidad a la propuesta de diálogo en Venezuela impulsada inicialmente por México y Uruguay, lo cual daría oxígeno diplomático a Maduro. Además, así como Andrés Oppenheimer lo ha hecho notar, el candidato “kirchnerista”no reconoce a Maduro como dictador y eso no es buen augurio.

Del mismo modo, el eventual retorno al poder del “kirchnerismo” daría alas al izquierdista Foro de Sao Paulo en sus objetivos políticos por intentar reconquistar espacios de poder a nivel regional. Un ejemplo ha sido la reciente petición de Alberto Fernández y de Cristina Fernández de Kirchner por la liberación del ex presidente brasileño Lula da Silva, petición impulsada por el Partido de los Trabajadores (PT) y por el propio Foro de Sao Paulo. La última cumbre de este foro realizada en Caracas a finales de julio pasado determinó un frontal apoyo a Maduro.

Así y todo, con una PDVSA en bancarrota, ya no hay “petrodólares” del chavismo comprando alianzas políticas regionales. Organismos como el ALBA, CELAC y UNASUR son entelequias del pasado, sin fuerza política a nivel regional. Con una crisis humanitaria rampante en Venezuela que afecta seriamente a la región en materia de éxodo—de la cual no escapa la propia Argentina—y una huida hacia adelante de Maduro hacia la dictadura total, sería igualmente difícil considerar un retorno de los tiempos de gloria de alianzas entre el chavismo y el kirchnerismo.

No obstante, la política es el arte de todo lo posible. Por eso, hay que estar atentos con las elecciones argentinas de octubre y cómo sus resultados pueden tener efectos colaterales decisivos en la crisis venezolana.

Roberto Mansilla Blanco es analista del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (IGADI)

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