Taiwán 2010: KMT gana, pero no vence

Los resultados de las elecciones municipales parciales celebradas en Taiwán el 27 de noviembre han refrendado la victoria del Kuomintang (KMT); no obstante, el Partido Democrático Progresista (PDP) sigue pisándole los talones. La formación de Ma Ying-jeou ha logrado tres de las cinco alcaldías en disputa (Taipei, Xinbei y Taichung), pero su rival directo, Tsai Ing-wen, la líder del PDP, no solo ha logrado consolidar de forma abierta y explícita sus feudos tradicionales (Kaohsiung y Tainan) sino que sus candidatos lo han hecho de forma bastante rotunda (60,41% de los sufragios en Tainan y 52,8% en Kaohsiung, debiendo afrontar aquí la competencia de una tercera lista independiente surgida de sus propias filas y que dejó en tercera posición al propio KMT). Estos resultados también confirman la persistencia de la fragmentación político-territorial de la isla: “azul” al Norte y “verde” al Sur.

Por otra parte, cabe destacar que en el cómputo total de sufragios, mientras el PDP ha mejorado más de tres puntos porcentuales, el KMT ha bajado ocho puntos (44,54 por ciento del KMT frente al 49,87 por ciento del PDP) en relación a 2005-2006. Dicho descenso ha sido atribuido por el secretario general del KMT, King Pu-tsung, a la sangría de votos producida en Kaohsiung a favor del candidato independiente, Yang Chiu-hsing. La propia Tsai Ing-wen, ha obtenido en Xinbei una “derrota victoriosa”, quedando a poco más de 100.000 votos del candidato del KMT en una demarcación electoral considerada claramente afín a los “azules”. En las corporaciones municipales, KMT y PDP han empatado en número de concejales (130 puestos cada uno).

Los datos que revelan estos comicios, en la medida en que han involucrado al 60 por ciento de la población de la isla, manifiestan tendencias claras del electorado que pueden influir en comportamientos futuros en convocatorias electorales de otra naturaleza. A fin de cuentas, es por dicha razón que estas elecciones habían atraído tanto interés, siendo analizadas también en clave extra-municipal.

Al respecto, estos resultados no debilitan sensiblemente a Ma ni su proyecto político, que no modificará en lo esencial, aunque sí cabe esperar cierta aceleración de las reformas internas en el KMT y también un mayor énfasis público en aquellas cuestiones que visibilicen una relación adulta con China para desautorizar cualquier acusación de sumisión. No obstante, pese a que su candidatura para las elecciones presidenciales de 2012 no corre peligro, lo cierto es que le espera un año 2011 complejo en el que deberá consolidar su espacio político y electoral, preservando, hacia adentro, la unidad de las diferentes corrientes y recuperando credibilidad hacia afuera tanto en su capacidad para lidiar con la crisis económica como en su política en relación a China continental. Asimismo, cabe esperar mayor didactismo en una gestión que, en un plazo récord, ha puesto fin a décadas de incomunicación con China continental, circunstancia que podría derivar en cierta confusión, y hasta desmovilización, de su electorado.

Los resultados obtenidos por el PDP en las sucesivas elecciones registradas en Taiwán desde 2008, confirman su buen estado de forma, aventurando que la próxima contienda será muy reñida. El PDP vive un nuevo momento dulce (especialmente si tenemos en cuenta la debacle registrada en 2008, tanto en los comicios legislativos como en los presidenciales) que deberá gestionar prosiguiendo esa moderación no claudicante que le abre simpatías en nuevas franjas del electorado, alejándose del radicalismo asociado al controvertido mandato del ex presidente Chen Shui-bian (cuya sombra ha vuelto a planear en esta campaña tras el desconcertante atentado contra el hijo del ex vicepresidente Lien Chan), quien completó un techo electoral claramente insuficiente para superar al KMT en condiciones normales. Recuérdese que la victoria del PDP en 2000 fue directa consecuencia de la fragmentación del KMT.

Desde el continente, estos resultados no detendrán el proceso de acercamiento a la isla, pero sí podrían abrir un nuevo compás de espera, a sabiendas de que cuanto se pueda avanzar en la normalización de las relaciones bilaterales debe incorporar una segunda lectura en clave de reforzamiento o no de las opciones electorales de Ma, a quien le resta mucho y duro partido por jugar. Por otra parte, no es descartable un mayor empeño y flexibilidad de Beijing para tender puentes informales de relación con la oposición, evolucionando en paralelo a su paulatina moderación.

Con los datos que arrojan estos comicios, bien podría afirmarse que las opciones del PDP a una victoria en las elecciones presidenciales de 2012 han mejorado. A priori, esa incertidumbre podría debilitar a Ma, pero también le motivará para desarrollar una acción de gobierno más atenta a las exigencias de los taiwaneses.