Finalmente, el 22 de marzo, no sólo se celebrarán en Taiwán las decisivas elecciones presidenciales, sino también las dos consultas previstas sobre el ingreso en Naciones Unidas, una promovida por el PDP (bajo la fórmula Taiwán) y otra por el KMT (bajo la fórmula República de China). El resultado de las legislativas de enero pasado y de las dos consultas realizadas entonces, que contaron con el boicot activo del KMT y registraron una muy baja participación, propiciaron en las últimas semanas diversos contactos y negociaciones entre estas dos formaciones políticas para encontrar una salida aceptable para ambas y que evitase la temida hipótesis de un fracaso de las dos consultas que podría ser interpretado como falta de interés y adhesión social a una demanda que ha sido principal bandera del PDP en los últimos años.
El pasado 12 de marzo, el KMT llamó al boicot al referéndum propuesto por el PDP, al tiempo de acusarle como desestabilizador y de dañar las relaciones con EEUU, su principal aliado. La decisión del KMT no fue fácil, ya que en el seno del equipo electoral de Ma, su candidato, y en el propio KMT, numerosas voces pedían el boicot a las dos consultas. No obstante, el KMT mantiene y pedirá el voto para la suya, además de presentar una resolución no vinculante en el Yuan legislativo a favor del ingreso de la isla en la ONU. El anuncio se producía al poco de que Chen Shui-bian, actual presidente, iniciara una marcha de 228 km para promover el apoyo a la consulta propuesta por el PDP. Para que resulte válida, deberán votar al menos la mitad más uno del censo electoral, es decir, se requieren unos 8 millones de sufragios, cifra difícil de alcanzar en las actuales circunstancias. Las consultas de 2004, en un ambiente de mayor frenesí electoral, también fracasaron, aunque por escaso margen (45%).
En un primer momento, el presidente Chen, accediendo a la reclamación del KMT, había propuesto suspender las consultas y celebrarlas en otra fecha. La oposición consideraba que la convocatoria conjunta con las presidenciales no era más que un truco para reforzar las posibilidades del candidato del PDP. La cesión de Chen tenía una condición añadida: compromiso de reformar la legislación electoral para que bastara la mitad más uno de los votos emitidos y no del censo total. El compromiso fue rechazado por el KMT, exigiendo el apoyo para su pregunta, lo que equivalía a una ruptura de las negociaciones. Lo más probable es que las dos consultas fracasen. En ese caso, deberán transcurrir tres años para poder promoverla de nuevo.
El KMT, con mayoría absoluta en el Yuan legislativo, ha amenazado además con reformar la ley de los referéndums para retirar al presidente el derecho de impulsar una consulta por razones defensivas. El artículo 17 de dicha norma señala que el jefe del Estado, sin acuerdo del Parlamento, puede organizar la consulta en temas de seguridad nacional, cuando considere que existe una amenaza exterior grave. Chen había amenazado con promover un plebiscito de este tipo. Ma calificó entonces la actitud de Chen como “abuso de poder”.
Diferentes encuestas recientes reflejaban que más del 60% de los taiwaneses no considera una prioridad el ingreso en Naciones Unidas.