Taiwán se prepara para dar un salto significativo en sus relaciones con China. A partir del 1 de Enero pone en marcha los llamados “tres minienlaces” entre Quemoy y Matsu, islas cercanas a China pero bajo soberanía de Taiwán, y los puertos continentales de Xiamen y Fuzhou. Aunque con restricciones, se abren dos líneas de navegación y se autoriza el comercio y las comunicaciones directas. La iniciativa se desarrollará de modo experimental durante tres meses y, si todo va bien, se ampliará posteriormente a las Islas Penghu (Pescadores) en la que se anticipa como la prueba decisiva para una apertura más general. Se adelanta esta medida aún cuando los dos países siguen técnicamente en guerra y mientras el diálogo bilateral continúa paralizado.
Desde Beijing se insiste en mirar para otro lado, denunciando que el objeto principal de Taipei consiste en legalizar las actividades de contrabando practicando en estas islas y mejorar su avituallamiento. Turismo, transporte, intercambio de moneda y comercio no podrán desarrollarse en tanto ambas partes no consigan sentarse en una misma mesa para discutir y acordar los detalles de una iniciativa que, como señalaba hace unas semanas el Taipei Times, no es una idea original de Taiwán sino de China. En efecto, el establecimiento de los también llamados “pequeños lazos” fue planteado por la delegación continental en las conversaciones Koo-Wang, llevadas a cabo en 1993 en Singapur. En aquel entonces la delegación taiwanesa rechazó la propuesta por considerarla precipitada y ahora Beijing no quiere entrar a discutirla si antes el Presidente Chen no acepta el principio de “una China”. Las posiciones se han invertido y el PCCh, una vez más, evidencia su escasa disposición al arreglo. Sin duda, una torpeza lamentable.
¿Que razones pueden haber motivado al Presidente Chen Shui-bian para dar este importante paso? En primer lugar, las presiones empresariales. Las actuales dificultades de la economía taiwanesa son inseparables del estancamiento en las relaciones con la China continental. El influyente Presidente del Grupo de Plásticos de Formosa, Y. C. Wang, afirmaba recientemente que “se están perdiendo oportunidades, es necesario invertir en el continente”, y añadía: “la política de no apurarse, ser pacientes, conduce al estrangulamiento del crecimiento taiwanés”. A despecho de la opinión del gobierno, en los primeros nueve meses del pasado año, los empresarios de la isla doblaron el valor de las inversiones indirectas en el continente respecto al mismo período del año anterior. Por otra parte, según fuentes empresariales, el tener que comerciar a través de Hong Kong o Macao y no directamente les suponen unas pérdidas anuales de más de 3.300 millones de dólares.
En segundo lugar, políticas. Chen Shui-bian necesita con urgencia materializar algún acierto en su gestión y ganarse el apoyo de aquellos sectores que rehuyen “las luchas por el poder porque dañan el clima de inversiones”. En el tiempo transcurrido desde que tomó posesión el pasado 20 de mayo, no ha logrado establecer un mínimo marco de consenso con la oposición para garantizar la estabilidad del país. El actual hombre fuerte del Partido Democrático Progresista (PDP) accedió a la Presidencia con el 39,3 por ciento de los votos, tres puntos menos que el segundo candidato, el independiente James Soong, quien ya ha creado una nueva formación, el Partido Pueblo Primero, que cuenta con más de veinte diputados en el Yuan Legislativo sin tan siquiera haberse presentado a las elecciones. El nacionalista Kuomintang (KMT) es la fuerza mayoritaria del Parlamento.
La decisión de paralizar la construcción de la cuarta central nuclear de la isla, ha desatado una enorme tormenta política y animado a la oposición a constituír un frente unido para promover la destitución del Presidente. Chen ha debido comparecer ante las cámaras de televisión para pedir perdón. Socialmente, la falta de éxito en la lucha contra la criminalidad, en el esclarecimiento de affaires oscuros como el caso Yin-Elf, o la postergación de la entrada en vigor de las medidas de corte social que incluía en su programa electoral, no han sentado nada bien y le hacen perder credibilidad.
¿Puede haber un cambio de actitud en Beijing? Los dirigentes del PCCh hablan de caos político en la isla y no parecen dispuestos a dar tregua al PDP en tanto no admitan la idea de que solo puede existir una China, algo difícil de encajar para quien ha hecho de la causa independentista su principal seña diferenciadora respecto al KMT. En Zhonnanghai esperan quitar provecho de la debilidad de Chen Shui-bian. El Presidente del PDP, Frank Hsieh, ha realizado algunas declaraciones conciliadoras que han caído en saco roto en Beijing, pero no en Taipei. Fracciones internas como el Instituto Nueva Era que dirige Chang Chun-hung han puesto el grito en el cielo y en el recién creado Partido por la Independencia de Taiwán se frotan las manos ante la perspectiva de una quiebra interna en el PDP.
Mientras algunas voces significativas como Lee Yuan-tsheh, Premio Nobel de Química de 1986 y presidente del Consejo Asesor presidencial, reclaman el fin de la ambigüedad, para Chen el pragmatismo aún tiene límites. ¿Por cuánto tiempo?. Los tres minienlaces pueden suponer un giro sustancial y positivo en la política tradicional de Taiwán en relación a China, pero también aprietan un poco más la soga en el cuello de su Presidente. Los independentistas no le perdonarán las concesiones.