La gira del ministro de exteriores chino, Wang Yi, por América Latina, llevada a cabo del 18 al 27 de abril, tenía por inicial propósito allanar el camino a la visita que el presidente Xi Jinping efectuará a la región en julio próximo (segunda gira en poco más de un año), pero también evidenciar el compromiso diplomático con la región, incluyendo en él tanto a viejos como nuevos aliados, en ejercicio de una diplomacia no excluyente e inclusiva que pronto podría contemplar fórmulas flexibles incluso en relación a aquellos estados que reconocen diplomáticamente a Taiwan (caso de El Salvador).
La gira del ministro de exteriores chino, Wang Yi, por América Latina, llevada a cabo del 18 al 27 de abril, tenía por inicial propósito allanar el camino a la visita que el presidente Xi Jinping efectuará a la región en julio próximo (segunda gira en poco más de un año), pero también evidenciar el compromiso diplomático con la región, incluyendo en él tanto a viejos como nuevos aliados, en ejercicio de una diplomacia no excluyente e inclusiva que pronto podría contemplar fórmulas flexibles incluso en relación a aquellos estados que reconocen diplomáticamente a Taiwan (caso de El Salvador).
Especialmente relevantes han sido los encuentros mantenidos en Brasil y Cuba, países que visitó además de Venezuela y Argentina. En Brasilia se significaron las cuestiones de índole global, desde la exigencia de una inmediata reforma del FMI (pendiente desde 2010 por la renuencia de EEUU) al apoyo chino al ingreso de Brasil en el Consejo de Seguridad o el fortalecimiento de la cooperación en el seno de los BRICS, con la inminente creación de un banco de desarrollo. Pero la celebración del primer diálogo estratégico a nivel ministerial entre ambos países fue expresión cabal de la elevación del diálogo político con la región en su conjunto y de la significación que en dicho marco China atribuye a Brasil.
Al mensaje de que las economías emergentes disponen de capacidades para sortear, por si propias, las dificultades del momento y generar una onda de desarrollo menos dependiente de las primeras economías manteniendo su dinamismo al abrigo de la cooperación Sur-Sur, se sumó el refrendo de que América Latina tiene para China una gran importancia estratégica. Y esto no solo en el ámbito del estrechamiento de la coordinación en los asuntos internacionales (especialmente en cuanto afecta a la superación de la insuficiencia representativa de los países en desarrollo en la toma de decisiones a nivel mundial) sino igualmente en otros órdenes más pragmáticos. Por ejemplo, debe destacarse ese primer seminario bilateral sobre urbanización, tema prioritario en la agenda china, realizado recientemente.
El respaldo político a las reformas de Raúl Castro en Cuba podría derivar en compromisos concretos de inversión que mejoren la dimensión exportadora de la isla, factor clave de su recuperación económica. La zona de Mariel convoca las miradas de las grandes empresas públicas chinas.
El Foro China-CELAC, cuya constitución formal está prevista para otoño, pondrá de manifiesto el potencial de cooperación entre ambas partes y debe dar paso a una cooperación de nuevo tipo que trascienda el marco actual. China es el segundo socio comercial y una de las principales fuentes de inversión de la región, pero estos datos pueden ser mejorados sensiblemente, aunque mucho dependerá de la actitud de los propios líderes regionales para convertir el nuevo contexto en una oportunidad para evitar la reprimarización y dar paso a una ola de desarrollo que se sacuda las tradicionales hipotecas de la región. Ello exigirá derivar buena parte de los hipotéticos beneficios a rubros como la educación o nuevas tecnologías, déficits crónicos de la zona.
El hecho de que tres de los países visitados en esta gira formen parte del MERCOSUR no señala en modo alguno una preeminencia de las preferencias chinas en la región con respecto a los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú), con quienes China mantiene unas relaciones igualmente excelentes, y de la que también es miembro observador. Igualmente trasciende cualquier estrategia coyuntural de respuesta a la ofensiva estadounidense en el entorno asiático.
El anuncio de la probable construcción de una Zona Económica Exclusiva en Costa Rica, la primera de la región, va más allá de un premio por su actitud en el contencioso a través del estrecho de Taiwan para concretar otro ejemplo de una alianza transformadora con los países de la región.
Cabe esperar, pues, un nuevo auge diplomático, una mayor presencia y participación de china en los asuntos latinoamericanos y caribeños, y esperemos que también un nuevo enfoque bilateral que ponga el acento en aprovechar la actual oportunidad para generar una espiral de desarrollo que ponga fin a los problemas crónicos de América Latina.