Es la historia de un amor como no hay otro igual

Vladimir Putin se ha transformado en un referente fundamental para los populistas de Estados Unidos y de Europa. Específicamente, para los de extrema derecha. Ello se expresa a tres niveles. Primero, a través de las ciber campañas de desinformación que el Kremlin ha desarrollado a favor de aquellos. Segundo, por vía de la visualización de Putin como un modelo a seguir. Tercero, por la percepción de Rusia como un aliado natural.

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Vladimir Putin se ha transformado en un referente fundamental para los populistas de Estados Unidos y de Europa. Específicamente, para los de extrema derecha. Ello se expresa a tres niveles. Primero, a través de las ciber campañas de desinformación que el Kremlin ha desarrollado a favor de aquellos. Segundo, por vía de la visualización de Putin como un modelo a seguir. Tercero, por la percepción de Rusia como un aliado natural.

Cibercampañas

Tal como señala Sholmo Ben-Ami: “De acuerdo a Gerard Araud, Embajador de Francia en Estados Unidos, si no se pone coto a las interferencias y manipulaciones por parte de Rusia en las elecciones occidentales, las democracias de estos países pueden verse confrontadas a una amenaza existencial… La cibercampaña de desinformación en contra de Emmanuel Macron -desarrollada en beneficio de su contrincante Marine Le Pen- incluyó de todo, desde la difusión sin sustento de que era homosexual hasta la circulación de documentos falsos según los cuales poseía una cuenta bancaria en un paraíso fiscal” (The threat to Western democracy starts at home”, The Strategist, Australian Strategic Policy Institute, 31 March, 2018). De más está agregar que la lista de interferencias rusas a favor candidatos populistas occidentales es extensa. La misma, desde luego, incluyó el descredito de Hillary Clinton para beneficiar a Donald Trump.

Héroe

Por otro lado, Putin ha articulado un conjunto de ideas conservadoras que lo presentan como arquetipo para los populistas de extrema derecha. Entre las mismas se encuentran sus críticas al relativismo moral, a los excesos en la tolerancia de la diversidad, a la negación de las identidades y los valores tradicionales, a la aceptación de los matrimonios y las relaciones homosexuals. De acuerdo a Franklin Foer: “Los populistas de extrema derecha del mundo –desde Rodrigo Duterte en Filipinas, hasta Nigel Farage en Gran Bretaña, pasando por Donald Trump en Estados Unidos- se refieren a Putin como a un héroe” (“Its Putin World”, The Atlantic, March 2017).

¿Pero resulta sincero este ideario de Putin? De nuevo, en palabras de Foer: “Luego de la crisis económica global del 2008, el populismo comenzó a hacerse sentir en Europa. Putin y sus estrategas percibieron que ello podia ser el comienzo de una disrupción mayor, susceptible de complicarle la vida a sus rivales geoestratégicos…Con las masas tradicionalistas a punto de irrupción, el Presidente ruso se dió cuenta que se le abría una gran oportunidad. El podía presentarse como el nuevo lider del conservatismo” (ya citado).

Aliado

Pero en adición a su admiración por Putin, los populistas de derecha lo ven como un aliado natural en función de un conjunto de consideraciones más amplias. Tal como lo expresa Ronal Brownstein: “Para el populismo nacionalista y conservador, tanto de Estados Unidos como de Europa, las prioridades internacionales de Putin lo convierten en un aliado. Entre éstas se encuentran la resistencia a la radicalización islámica, el fin de la integración económica global, la lucha contra la secularización de valores…Los partidos populistas europeos comparten prioridades comunes con Putin en áreas tales como la restricción de la inmigración, la desarticulación de la globalización económica y política (lo que entraña la renuncia a la Unión Europea y, para algunos también, la salida de la OTAN), medidas más duras contra el redicalismo islámico y una clara oposición al liberalismo cultural y la secularización. En todos estos frentes, Putin es un aliado” (“Putin and the Populists”, The Atlantic, January 6, 2017).

El más influyente

Sería ingenuo no asumir, sin embago, que el objetivo real de Putin detrás de esta historia de amor con los populistas, no sea el de minar por dentro el poder de sus rivales occidentales. A través de la desestructuración del establishment politico occidental, del debilitamiento de la red de alianzas controladas por Washington (particularmente la OTAN) y del resquebrajamiento de la Unión Europea, Rusia estaría logrando sus grandes objetivos geoestratégicos sin necesidad de disparar un tiro. Un status quo que colocaba a Rusia en permanente situación de defensiva, está siendo así alterado en claro beneficio de este país.  El populismo, bajo esta perspectiva, se covierte en un instrumento fundamental al servicio de los intereses del Kremlin.

Bajo estas circunstancias, el siguiente planteamiento de David Brooks cobra pleno sentido: “¿Cual es el ser humano más influyente del planeta? Para mi la respuesta es clara: Vladimir Putin” (“Vladimir Putin, the Most Influential Man in the World”, The New York Times, April 2, 2018).