Brasil hacia una nueva dictadura

La dictadura militar en Brasil abarca un periodo que fue desde 1964 hasta 1985, a pesar de tratarse de un evento reciente, existe un gran desconocimiento de la población en relación a los efectos de la misma y sus impactos en la sociedad, política y economía, una vez que no hubo un corte epistemológico tras la restauración de la democracia, sino una simbiosis de la nueva estructura democrática con viejos conceptos del régimen militar, siendo incluso calificada por algunos historiadores como una dictablanda, una vez que no hubo una centralización en la figura de un líder único, como ocurrió en el caso de Chile con Pinochet,  sino que hubo una sucesión de militares en la presidencia, generando una falsa sensación de alternancia de poder, sin de hecho producirse una ruptura social derivada de la caída del régimen.  

Liñas de investigación Observatorio Galego da Lusofonía
Apartados xeográficos Latinoamérica
Idiomas Castelán

La dictadura militar en Brasil abarca un periodo que fue desde 1964 hasta 1985, a pesar de tratarse de un evento reciente, existe un gran desconocimiento de la población en relación a los efectos de la misma y sus impactos en la sociedad, política y economía, una vez que no hubo un corte epistemológico tras la restauración de la democracia, sino una simbiosis de la nueva estructura democrática con viejos conceptos del régimen militar, siendo incluso calificada por algunos historiadores como una dictablanda, una vez que no hubo una centralización en la figura de un líder único, como ocurrió en el caso de Chile con Pinochet,  sino que hubo una sucesión de militares en la presidencia, generando una falsa sensación de alternancia de poder, sin de hecho producirse una ruptura social derivada de la caída del régimen.  

Sin embargo, así como muchos procesos dictatoriales en América latina, el número de víctimas de la persecución política, torturados y fallecidos, es una realidad aún cuando resulta desconocido por el gran público. Por otro lado, en imaginario colectivo se creó la falsa sensación de que en la dictadura había una cierta estabilidad social, mediante la ocultación de datos oficiales que llevaron al país a acumular una de las mayores deudas del planeta además de registrar procesos de hiperinflación dignos de la Alemania post guerra, la factura la tuvo que pagar el proceso democrático en todos sus aspectos.

La dictadura en Brasil no fue un proceso aislado en su historia política, sino que, asimilado por la evolución del país como una continuidad de la historia democrática del mismo, por ello existe tantos errores de interpretación y hasta cierta nostalgia de un tiempo de prosperidad que jamás existió.

Bolsonaro, actual presidente de Brasil, es el auge de esa nostalgia y equívoco histórico. Ex militar, jubilado por una supuesta demencia mental, cuya vida política se caracteriza por su total falta de expresión y productividad a lo largo de más de 30 años de vida pública.

Su discurso alabando al mayor torturador de la historia del país durante el impeachment de la presidenta Dilma, Carlos Alberto Brilhante Ustra (cuyas torturas incluye inserir ratones vivos en la vagina de militantes de la oposición y reconocidas e incluso condenadas por la comisión parlamentar de crimines de la dictadura), no fue condenada, contradiciendo la ley de apología a la dictadura, sino el principio de su carrera presidencial. Bolsonaro no salió preso del congreso sino que enaltecido por sus seguidores…

Tras ganar las elecciones, Bolsonaro poco a poco, fue incluyendo en su agenda política un creciente militarismo en la estructura política de Brasil, sustituyendo y silenciando a todos aquellos contrarios a su visión de mundo, nombrando a militares para cargos de poder.

El discurso de Bolsonaro, que usaba a Venezuela como ejemplo contrario a los ideales que él perseguía, sin embargo poco a poco, fueron encontrándose, los extremos de dos mundos, empezaron a coincidir… Dos países latinoamericanos perdidos en el autoritarismo de sus líderes y en sus interpretaciones…

Así como en la Era de las tinieblas, el gobierno de Brasil empezó a abrazar el negacionismo evidente de su derrota e incapacidad de gestionar al país así como ver al mundo y su realidad… Un baile sinfín de sillas ministeriales empezó en Brasil, ministros que ocupaban el cargo, en menos de una semana eran destituidos o pedían dimisión… nadie se podía oponer a Bolsonaro…

En su campaña oscura, Bolsonaro impidió al INPE (Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales) publicar las cifras en relación a la deforestación de la Amazonia que ardía bajo su incompetencia, así mismo prohibió al IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas) a publicar informaciones sobre el creciente desempleo y desigualdad social, también silenció al Portal de la Transparencia que publica los gastos del gobierno y el uso del presupuesto público… y por último después de su conocida campaña negacionista, criticada hasta mismo por el presidente estadounidense Trump, prohibió la notificación de los casos de contagio del Covid19, estableciendo métricas únicas para mantener una visión deturpada del país de América Latina con el mayor número de casos… Todo ello después de que dos ministros de sanidad hayan solicitado su dimisión, y haya nombrado a un militar sin formación en el área de salud para ser ministro da sanidad…

Denuncias de corrupción, malversación y manipulación se suman a la cuenta de Bolsonaro, que sigue firme con el apoyo de los sectores conservadores de Brasil… y silenciosamente sin embargo a gritos, va llevando el país a una dictadura democrática, donde él es señor y rey de la verdad… silenciando a todo lo que es contrario a él, a todo lo que refleja la realidad fuera de su burbuja…