Franklin D. Roosvelt, Fonte: Frank O. Salisbury - White House Historical Association

Estados Unidos: Inclusión versus cerrazón

En las siete décadas comprendidas entre 1861 y 1932 los Demócratas lograron colocar tan sólo dos inquilinos en la Casa Blanca. Ello evidenciaba su condición de partido claramente minoritario. Durante ese tiempo, la base fundamental de los Demócratas estuvo conformada por la población blanca del Sur. Ello hacía de este un partido abocado a mantener a raya a la población negra en los antiguos estados que habían conformado la Confederación. El triunfo de Franklin Delano Roosevelt en 1932 habría de representar un punto de inflexión y de despegue para dicha tolda política. 

Liñas de investigación Relacións Internacionais
Apartados xeográficos Estados Unidos
Palabras chave Galicia USA internacional
Idiomas Castelán

Impulsado al poder por la depresión económica, la llegada de Roosevelt determinaría un relanzamiento del partido, transformándolo en la fuerza política predominante por varias décadas. Su “New Deal” desencadenaría una dinámica de ambiciosas políticas progresistas en materia económica y social. Ello atraería al seno de este partido a las masas obreras del Norte y a los sectores minoritarios del país, incluyendo a parcelas muy importantes de la población negra que hasta ese momento había sido un coto cautivo Republicano.  Los blancos del Sur, base tradicional del partido, seguirían siendo de su lado un componente fundamental de este. Los Demócratas se transformaban así en una potente aunque profundamente disímil coalición. 

Una coalición sometida a inmensas contradicciones, tal como lo evidenció el propio gobierno de Roosevelt. A objeto de obtener el apoyo de los poderosos congresantes Demócratas del Sur para su agenda, este se vió obligado a garantizarles la inamovilidad de la correlación de fuerzas en su parte del país. Ello implicaba dejar intactas las políticas segregacionistas que allí imperaban. A partir del sucesor de Roosevelt, Harry Truman, esta situación comenzo a cambiar y el partido Demócrata daría sus primeros pasos a favor de los derechos civiles de la población negra.  

La política de los derechos civiles conceptualizada por John F. Kennedy, e instrumentada exitosamente por Lyndon Johnson a la muerte de aquel, consolidaría a los Demócratas como grandes defensores de esa población. Ello haría que los “Dixicratas”, nombre dado a los Demócratas del Sur, se sintiesen fuera de lugar en el partido que antaño habían dominado. De manera paralela, la candidatura presidencial Republicana de Barry Goldwatter en 1964 les representaría la oportunidad para volcarse hacia esa tolda. La campaña de aquel se sustentaba en la deconfianza hacia el gobierno federal y en la pomoción de los derechos de los gobiernos estadales y locales. En otras palabras, mientras el fuerte gobierno federal propulsado por los Demócratas atacaba el segregacionismo que ellos mantenían en el Sur, los Republicanos apuntaban a fortalecer la autonomía que estos propugnaban. A partir de ese momento, los blancos de Sur emigraron en masa a las filas Republicanas.  

El paso del Sur blanco al partido Republicano resultó paralelo a la pérdida de presencia e influencia de quienes tradicionalmente lo habían controlado: Los conservadores moderados del Noreste. Crecientemente incómodos dentro de un partido que se volcaba cada vez más hacia la derecha, la llegada en avalancha de los antiguos Demócratas del Sur terminó por hacerles perder asidero.  

Un flujo político en ambas direcciones comenzó así a materializarse. Mientras los "Dixicratas" se movían hacia el bando Republicano, los Republicanos moderados del Nordeste lo hacían hacia las filas Demócratas. De alguna manera, la esencia original de ambos partidos se mudaba a los espacios del otro. Los Republicanos pasaron así a conformar su nueva columna vertebral en el Sur. Aunque también se apertrecharon en el Medio Oeste, con particular referencia a sus ámbitos rurales. En ambos casos, se trataba de poblaciones blancas signadas por un cristianismo militante y un fuerte conservatismo social.  

Curiosamente, los relajados californianos se unieron por un tiempo al bloque anterior en una coalición de conveniencia que giraba en torno al rechazo común a un gobierno federal fuerte. Llegados los noventa, sin embargo, un componente mayor de estos californianos se sintió cada vez más fuera de lugar en medio del estilo y los valores propios del Sur y del Medio Oeste, moviéndose de nuevo al bando Demócrata. Con la partida de aquellos, los Republicanos pasaron a consolidar su condición de partido de tierra adentro, marcadamente blanco, de fuertes tonos religiosos y volcado hacia la nostalgia de un país mucho más homogeneo. 

Trump logró hacer una contribución importante a esta base Republicana al atraer a ella a los obreros blancos del llamado “Cinturón del Herrumbre”. Desplazados por la globalización, ellos aportaron sus propios tonos nostálgicos en relación al pasado y a la homogeneidad racial perdida. Esto contribuyó a reafirmar la uniformidad cultural del partido, haciendo de este una agrupación política sustentada en la identidad.  

Por contraposición, los Demócratas representan hoy una variada coalición de razas, culturas y preferencias e identificación de genero. En tanto tal, las políticas constituyen los medios naturales para mantener la cohesión en medio de la diversidad. Ello los conduce a enfatizar políticas inclusivas en las que sus diversos integrantes encuentren cabida y sentido de pertenencia.  Esto contrasta diametralmente con el énfasis por preservar la propia identidad que caracteriza y moviliza a los Republicanos. Una identidad volcada sobre sí que busca protegerse de los  factores disonantes traídos consigo por la modernidad y la diversidad. Inclusión versus cerrazón polarizan así el escenario político estadounidense de nuestros días.